Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 8. AJUSTE DE CUENTAS -Capítulo 15-

                                                           



La paz por encima de la ira
El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

El malvado aprendiz de Qui-Gon Jinn, Xánatos, le ha tendido una trampa a su antiguo Maestro. Ha guiado a Qui-Gon y a un joven Obi-Wan Kenobi e su planeta natal, Telos… y los ha acusado de un crimen que ellos no cometieron.
La pena es la muerte.
De pronto Qui-Gon y Obi-Wan son fugitivos en un planeta donde todos son enemigos.
El día del ajuste de cuentas de Xánatos ha llegado.


Capítulo 15

Los guardias de seguridad arrastraron a Obi-Wan y a Qui-Gon al pasillo y los rodearon apuntándoles con las pistolas láser. Dos de ellos sujetaban a Qui-Gon por los brazos y otros dos a Obi-Wan.

¡Eh! —gritó Den desde el escenario—. ¡Qué pasa! ¡He ganado! ¿Dónde está mi premio?

La gente gritó para apoyarle. Eso era lo que ellos querían: ver a un ganador recogiendo una fortuna en créditos y vertex cristalino. Hasta los guardias de seguridad querían verlo. Aunque estaban apuntando a los Jedi, tenían la mirada fija en el escenario.

Xánatos se adelantó rápidamente con una caja transparente en las manos. Los cristales brillaban en su interior, y estaba rebosante de créditos. Obi-Wan se dio cuenta de que Xánatos parecía ansioso por acabar de una vez con la ceremonia.

Xánatos le entregó la caja a Den. Todas las miradas se posaron en él. Era costumbre que el ganador dijera unas palabras.

Den se quedó mirando la caja y no habló.

Obi-Wan miró a Qui-Gon. Ésa era la prueba. Las cosas habían cambiado. Ellos estaban arrestados y Den lo sabía. Andra no podría detenerle sola. Si Den no seguía el plan, se quedaría con una fortuna. La cantidad que había en la caja tentaría a casi cualquier ser humano, por no hablar de un ladrón.

En lugar de dirigirse al público, Den se giró para hablar y se dirigió al hombre alto y canoso de la primera fila. — ¿Gobernador!

El gobernador de Telos se puso en pie.

¿Podría leer la lámina reciclable que le di cuando comenzó la última competición?

El gobernador sacó algo de su túnica y leyó en voz alta en el dispositivo amplificador.

—El ganador será Kama Elias por veinte puntos. Deleta tendrá un problema con su montura. Kama le empujará para ganar.

La gente se quedó estupefacta. Kama había ganado por veinte puntos. Pero

¿cómo sabía el ganador que Deleta iba a tener problemas con la montura?

—Ciudadanos de Telos —anunció Den—, yo escribí eso antes de que comenzaran los juegos. Me introduje en el ordenador de la katharsis. ¡Todos los juegos de la katharsis están amañados! El equipo que utilizan los concursantes se altera sutilmente a medida que avanzan los juegos para que el vencedor elegido previamente triunfe. Hasta el ganador del sorteo se escoge con anterioridad. El vencedor tiene que acceder a darle a UniFy la mitad del premio. ¡Todo esto es un montaje para sacaros el dinero!

Den cogió un buen puñado de dinero y de vertex y se lo tiró a la gente. Los créditos y el vertex cayeron desde el aire y la gente gateó para recogerlos. A su

 

alrededor, las imágenes de los Lagos Sagrados devastados seguían emitiéndose.

¡Nos han mentido! —gritó él—. ¡Mirad las pantallas! ¡Eso es lo que ha comprado vuestro dinero! Mirad a vuestro alrededor. Miraos los unos a los otros.

¿Tenéis deudas? ¿Pensáis en algo que no sea el dinero? Bien. ¡Porque eso es lo que quieren! Y mientras nosotros hacemos planes y soñamos, nuestro planeta está siendo destruido. Mirad el logotipo de esas cajas de explosivos y de esa nave. ¡UniFy es Offworld! Nuestro planeta ha sido vendido a la mayor corporación minera de la galaxia mientras nosotros apostamos en un juego. ¿Y quién dirige Offworld? ¡El poderoso Xánatos!

Por un momento, el silencio colectivo del gentío pareció absorber todo el aire del pabellón. Entonces, el silencio se convirtió en un gran rugido, tan poderoso como el océano.

Los guardias de seguridad que agarraban a Obi-Wan estaban tan perplejos como el resto del público. La gente se levantó como si fueran uno, saltando e insultando a Xánatos. La pantalla seguía emitiendo una imagen tras otra del ultrajado parque.

¡Arrestadle! —gritaban—. ¡Arrestad a Xánatos!

Xánatos dio un paso adelante una vez más. Aguantó los insultos y los gritos y, poco a poco, la gente comenzó a callarse. Todos querían que Xánatos les calmara de nuevo y les dijera que lo que Den estaba diciendo era mentira.

Xánatos contempló a la gente un rato, esperando a que se extinguiera hasta el último murmullo.

Entonces sonrió y negó con la cabeza, como si estuviera reprendiendo a una clase de alumnos.

—Estúpidos patéticos.

Más veloz que el rayo y con la túnica ondeando tras él, Xánatos saltó sobre el barredor del ganador y se elevó en el aire, acelerando el vehículo al máximo. Esquivó las cabinas flotantes, maniobró de forma experta y abandonó el pabellón por la salida.

—Esta vez no, Xánatos —dijo Qui-Gon sombrío.

Fue sencillo soltarse de los distraídos guardias. Obi-Wan dio un par de codazos y golpeó con la rodilla hasta que se vio liberado. Por miedo a disparar las pistolas láser en medio de la multitud que se agitaba furiosa, los guardias no pudieron atraparles.

Qui-Gon había escondido sus barredores bajo una pila de bancos. Obi-Wan y él saltaron sobre ellos y se apresuraron en pos de Xánatos.





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