Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 4. LA MARCA DE LA CORONA -Capítulo 11-

                                     



La reina del planeta Gata agoniza y Obi-Wan Kenobi y su maestro Qui-Gon Jinn deben preservar la paz planetaria y encontrar otro heredero antes de que el príncipe Beju, al que no el importa producir una guerra con tal de tomar el poder.


Capítulo 11

Obi-Wan huyó. Desapareció a través de la puerta hacia los jardines y vio el destello de un vestido plateado de los que usaban los miembros del Consejo y unos ojos azul lechoso moviéndose entre los árboles. Obi-Wan se dio la vuelta y se internó en el huerto.
Tenía que salir de palacio y no podía hacerlo por la puerta principal. Estaba seguro que Giba tenía algo que ver con el envenenamiento de la Reina. Lo que no tenía tan claro es si el príncipe Beju también estaba implicado. El Príncipe parecía haberse conmovido realmente por la situación de su madre.
Oyó pasos que corrían detrás de él. Obi-Wan abandonó el camino que llevaba.
Estaba cerca de la alta pared de piedra que delimitaba los contornos del palacio.
¡Obi-Wan! ¡Espera, amigo!
Obi-Wan dudó. ¿Podía confiar en él? Le hubiese gustado poder hacerlo. Le caía bien. Pero, ¿había sido una coincidencia que Giba y Beju hubieran entrado en la habitación cuando él estaba hablando con la Reina? ¿Le había perseguido Jono por los jardines y luego había ido a delatarle? La advertencia de Qui-Gon le pesaba como una losa en su corazón.
¡Por favor! —gritó Jono.
En otras circunstancias, Obi-Wan habría salido al camino anterior. ¿Y si iba acompañado de guardias? Obi-Wan todavía tenía tiempo para correr.
Sabía que regresarías. He estado esperando mucho tiempo a tener un amigo, Obi-Wan.
Recordó la mirada de Jono ese día, pensativa y sincera. Jono se había fiado de él. Tenía que devolverle el favor. Obi-Wan se detuvo.
Jono apareció a la vista, con su pelo rubio flotando en el aire. Casi cae encima de Obi-Wan, pero, sin embargo, tropezó y salió despedido por los aires.
¡Ou! —gritó, frotándose una rodilla. Se quitó el pelo de los ojos y sonrió—.
Esto me ayudará a aprender cómo cazar a un Jedi.
Obi-Wan le ayudó a ponerse en pie.
—Puedes correr más rápido.
—Por eso es por lo que me necesitas —dijo Jono—. Debes dejar que te ayude. Venía de camino a atender a la Reina y oí lo que pasó. ¿Crees que la Reina está siendo envenenada? —terminó casi en un susurro.
—Sí, lo creo —dijo Obi-Wan.
—Beju ha llamado a la guardia. No estás seguro aquí, Obi-Wan. Te están buscando.
—Estaba a punto de irme —le dijo Obi-Wan.
—Pero, ¿a dónde ibas a ir? —preguntó Jono frunciendo el ceño.
 
—Me esconderé en la ciudad —dijo Obi-Wan—. Y esperaré a que vuelva Qui- Gon.
—Te encontrarán —dijo Jono—. Hay espías por todas partes. Iré contigo. Sé a dónde tenemos que ir.
¿A dónde? —preguntó Obi-Wan.
—A ver a Deca Brun —dijo con firmeza Jono—. Él nos ayudará.
***
Los cuarteles generales de Deca Brun estaban situados en una populosa y animada área de Galu, en el medio de la zona de tiendas y de las altas torres residenciales. Anuncios luminosos rojos proclamaban su nombre desde casi todas las ventanas. Enormes pósteres de un sonriente Deca ocupaban las paredes. Debajo, con letras mayúsculas manuscritas por Deca se podía leer: "¡Yo soy tú!
¡Todos somos uno!".
—Fue Deca quien nos demostró que todos éramos parte de Gala —le contó Jono a Obi-Wan según se aproximaban al edificio—. Antes, el linaje familiar era el vínculo más importante en Gala. Los Tallah, los Giba, los Prammi, y otros recibían los favores en los tribunales. Fue Deca quien dijo que todos nos debíamos lealtad entre todos nosotros, los galacianos.
La cara del chico demostraba orgullo
—Me hizo darme cuenta de que existía el mundo fuera de palacio.
Jono empujó y abrió la puerta. La oficina estaba llena de trabajadores de la campaña. Algunos estaban ocupados en las terminales de datos, otros hablaban en grupos.
Un galaciano alto y huesudo vio a Jono. Sonrió y le saludó con la mano.
¡Jono! Has venido a hacer de voluntario, ¿no? Jono se dirigió al hombre.
—Sila, éste es mi amigo Obi-Wan. Necesitamos ver a Deca ahora mismo. Sila sonrió.
—Todos lo necesitamos, Jono —dijo—. Es difícil pillarle. Está por todas partes.
Haciendo discursos, consiguiendo nuevos simpatizantes...
—Pero es importante —insistió Jono. La sonrisa de Sila desapareció.
—Ya veo —dijo—. Puede que esté en sus alojamientos privados. —Dudaba—.
Ven conmigo.
Obi-Wan asintió y Jono se fue. Tomó asiento. De repente una mujer joven asomó la cabeza por una puerta que tenía enfrente—. Manifestación en la calle Thrush. ¿Vais a venir todos? Necesitamos ayuda.
Los trabajadores de Brun se pusieron en pie, cogiendo anuncios luminosos y
 
señales láser.
—Cuida la fortaleza —le gritó uno de ellos a Obi-Wan. Asintió.
En unos segundos la habitación se había quedado vacía. Alguien se había dejado abierto un fichero electrónico en un escritorio cercano a él. Obi-Wan se inclinó para leerlo.
Un nombre familiar llamó su atención. "Offworld".
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Qui-Gon y él habían tenido un encontronazo con Offworld recientemente. La empresa era una organización que reclutaba esclavos para que trabajaran en sus minas. Habían arrasado planetas, destrozado sus recursos naturales y después se habían marchado de allí.
Y Offworld estaba liderado por un enemigo de Qui-Gon, su antiguo aprendiz, Xánatos.
Obi-Wan examinó más a fondo el dispositivo.
Por lo que pudo deducir, Offworld había donado una gran suma para financiar la campaña de Deca Brun. El dinero había llegado a través de otras empresas galacianas.
Obi-Wan cerró el fichero y miró en otros, pero no había ya más menciones a Offworld. Vio uno titulado "Corporación Minera Galaciana".
Lo examinó. Contenía un plan detallado para abrir minas en la mitad del territorio del pequeño Gala. Eso incluiría el mar Galaciano, la mayor fuente del agua potable del planeta y las casas de los pocos galacianos que se dedicaban al mar.
Obi-Wan leyó rápidamente los planes, que incluían traer emigrantes de otros mundos, construir aeropuertos espaciales para albergar los enormes transportes que eran parte del negocio de Offworld y el "reclutamiento" de galacianos para sus actividades.
La compañía era una tapadera de Offworld.
Deca Brun había aceptado los planes a cambio de financiación, supuso Obi- Wan. Deca se ufanaba que su capital provenía de las pequeñas donaciones de los galacianos. Eso probaba que tenía un gran apoyo social. Pero lo que realmente ocurría es que la mayor parte de la campaña estaba financiada por Offworld.
Obi-Wan cerró rápidamente el fichero. Se giró y corrió a través de la puerta por la que había desaparecido Jono. Tenía que encontrar al chico, salir de allí, advertir a Qui-Gon.
En vez de eso, se encontró con cuatro pistolas láser apuntándole al pecho. Cuatro guardias estaban de pie en la entrada. Detrás de ellos había otra puerta. Obi-Wan oyó el click del cierre de la puerta por la que había venido.
—Dame tus armas, espía —dijo uno de ellos.
—No soy un espía... —comenzó a decir Obi-Wan.
 
Empezaron a disparar sus láser. Obi-Wan los oyó silbar al lado de su oreja y estrellarse en la pared que tenía detrás. Saltaron trozos de piedra. Uno de ellos le cortó en la mejilla.
—Dame tus armas, espía —repitió el guardia.
Otro guardia se adelantó. Le quitó a Obi-Wan el sable láser y el comunicador.
¿Tú sabes —dijo el guardia iniciando una conversación—cuánta comida se necesita para alimentar la organización de Deca?
Sorprendido por la pregunta, Obi-Wan negó con la cabeza.
—Déjame mostrártelo —le invitó el guardia.
Empujó a Obi-Wan bruscamente hacia delante con su pistola láser.
Le llevaron a un área muy grande de cocinas. Después abrieron una gruesa puerta de acero y le empujaron dentro. Era un depósito de comida. Las cajas se amontonaban en diversas filas en los aparadores y la carne colgaba de hierros en una pared lejana. Hacía frío. Obi-Wan cayó al suelo del enorme congelador. Oyó cómo se cerraba la gruesa puerta y echaban el cerrojo.
 





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