Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 5. LOS DEFENSORES DE LOS MUERTOS -Capítulo 13-

                                           



Los habitantes de Melida/Dan están anclados en el pasado y dos facciones de la población luchan en una interminable guerra civil. Todos parecen haberse olvidado de los Jóvenes. Obi-Wan Kenobi y su maestro no deben tomar partido allí, pero pronto Obi-Wan se encuentra luchando codo a codo con los Jóvenes en contra de los deseos de su maestro.


Capítulo 13

Qui-Gon salió de la habitación principal y buscó un lugar tranquilo en un túnel adyacente para contactar con Yoda. El Maestro Jedi apareció en la forma de un holograma en miniatura. Rápidamente, Qui-Gon le informó de la situación y del rescate de Tahl.

Yoda se pasó una mano por la frente, haciendo un gesto de alivio.

—Esas noticias aliviado estoy de oír —dijo—. Que Tahl está grave preocupado estoy de oír. Cuidados necesita.

—Marcharemos tan pronto como ella se encuentre con fuerzas y no haya peligro —prometió Qui-Gon—, pero dejo Melida/Daan en un momento crítico.

Yoda asintió varias veces.

—Ya te he escuchado, Qui-Gon. Pero recordarte debo que ni los Melida ni los Daan tu ayuda han pedido. Un Jedi casi sacrifiqué. Dispuesto a sacrificar otros dos no estoy.

—Podríamos llevar a Tahl y luego volver —sugirió Qui-Gon. Yoda hizo una pausa.

—Al Consejo Jedi tú antes deberías ir —dijo finalmente—. Yo solo tomar esta decisión no puedo. El cuidado de Tahl la obligación debe ser. Y luego decidir si ayuda podemos darle. Hasta entonces tomar partido los Jedi no deberían. Poner en peligro la paz podríamos. Evitar interferir en un bando o en otro debemos.

Como siempre, Yoda tenía razón. Los Melida ya debían de estar enfadados porque los Jedi habían irrumpido en sus barracones. Y si los Daan se enteraban de que Obi-Wan había participado en la incursión a su territorio, también se iban a enfadar.

Hizo una reverencia.

—Espero que Tahl esté preparada para marchar mañana. Volveré pronto, Maestro.

—Con ilusión ese día yo esperaré —dijo Yoda amablemente. El holograma parpadeó y desapareció.

***

¿Volver? ¡No podemos volver! —exclamó Obi-Wan—. No podemos abandonar a los Jóvenes ahora. Nos necesitan.

—No hemos recibido una petición oficial para intervenir —dijo Qui-Gon pacientemente—. Quizás a la vuelta, en Coruscant, el Consejo Jedi...

—No podemos esperar a que el Consejo Jedi tome una decisión —interrumpió Obi-Wan, negando con la cabeza—. Si esperamos tanto, los Melida y los Daan se rearmarán. Ahora es el momento de actuar.

—Obi-Wan, escúchame —dijo Qui-Gon con irritación—. Yoda me ha ordenado

 

personalmente que volvamos. Tahl necesita que la cuiden.

—Lo que necesita es descanso y cuidados médicos —se quejó Obi-Wan—. Podemos dárselos aquí. Cerasi puede indicarme dónde encontrarlos. Podemos traer a un médico o encontrar un lugar donde esté segura...

—No —dijo Qui-Gon, negando con la cabeza—. Tiene que volver al Templo. No podemos hacer nada más aquí, padawan. Nos iremos mañana.

—Parte de nuestra misión era pacificar el planeta si podíamos —insistió Obi- Wan—. No lo hemos hecho, pero ¡podemos hacerlo si nos quedamos!

—No se nos ha pedido que...

¡Los Jóvenes nos lo han pedido! —exclamó Obi-Wan.

—Ésa no es una petición oficial —replicó Qui-Gon, agotado. El chico empezaba a acabar con su paciencia.

—Tú has roto las reglas otras veces, Qui-Gon —argumentó Obi-Wan —. Por ejemplo, en Gala me dejaste y te fuiste a las colinas cuando habías recibido órdenes de quedarte en el palacio. Rompiste las reglas porque te convenía.

Qui-Gon respiró hondo para tratar de controlar su enfado. No lograría aplacar la ira de Obi-Wan si mostraba la suya.

—No rompí las normas porque me viniese bien, sino porque a veces, en una misión, las reglas sólo entorpecen —dijo con cuidado—. Pero éste no es el caso. Creo que Yoda tiene razón.

—Pero... —interrumpió Obi-Wan, pero Qui-Gon levantó una mano.

—Mañana nos iremos, padawan —dijo firmemente.

De repente sonó un gran estruendo procedente del lugar en el que estaban reunidos los Jóvenes, en una esquina lejana de la bóveda. Cerasi se les acercó corriendo, con la cara colorada.

¡Es oficial! —gritó—. Han ignorado nuestra petición de paz, y, en respuesta, hemos hecho una declaración de guerra a los Mayores. Si no inician inmediatamente las conversaciones de paz para Melida/Daan, les atacaremos con sus propias armas. Tienen que respondernos ahora mismo —se volvió hacia Obi- Wan con los ojos brillantes —. Es el último obstáculo que tenemos que superar para cambiar la historia de Melida/Daan. ¡Necesitamos vuestra ayuda más que nunca!







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