Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 47: Juanita y el Lobo*

                         Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

ÚLTIMA PARTE: LA TRAVESÍA FINAL DEL PERLA NEGRA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 47: Juanita y el Lobo*


Tener otra vez a James Norrington a bordo del /Perla Negra,/ era
demasiado hermoso para ser verdad, así que la capitana Jacky Sparrow no
perdía tiempo en comprobar si todo aquello era un sueño pellizcando el
trasero de su querido y flamante pirata.

—¡Oh! ¡Ya basta con eso! ¿Es que no vas a cansarte nunca de hacerlo? —se
quejó Norrington luego de haber soltado sin querer uno de los cabos que
estaba sujetando, volviéndose furioso hacia ella luego de haber sido
pellizcado por centésima vez.

—No, mi querido caballo-caballero —respondió con una gran y pícara
sonrisa, acercándosele mientras le ponía el dedo en el pecho—, el
tenerte aquí, a bordo de mi navío, me excita de una manera que nunca me
había excitado antes, /¿savvy?, /y no descansaré hasta tenerte entre mis
sábanas…

Nervioso, James retrocedió a medida que ella se abalanzaba sobre él, con
su rostro muy cerca del suyo. Pero no pudo escapar más porque chocó
contra la barandilla de estribor, en donde Jacky lo acorraló.

—¿Ya te dije antes que me gustas mucho? ¿No? Porque si te dije que antes
me gustabas mucho entonces podría decirte que ahora me gustas mucho como
también te lo diría si antes no te hubiera dicho que me gustabas mucho/,
¿savvy?/ —le susurró, con su boca a unos cuantos centímetros de la de él.

Con el corazón golpeándole como un tambor en el pecho, James apenas pudo
murmurar algunas palabras ininteligibles. No podía evitarlo, aunque
jamás quisiera admitirlo, aún estaba locamente enamorado de ella a pesar
de que había jurado vengarse por sus continuos desplantes.

Pero no tuvo más tiempo para examinar sus sentimientos, ya que ella
finalmente lo había besado de una manera tan lujuriosa, que su mente
pareció sufrir un cortocircuito y todo se volvió deliciosamente confuso.

Viendo que él no hacía nada para corresponder a sus "atenciones" pero
que tampoco hacía nada para evitarlas, Jacky decidió ir más allá y metió
sus manos entre los pliegues de la camisa y la casaca de su victima,
comenzando a acariciar su cintura, su torso y su espalda.

—… Me gusta tu barba incipiente… hace cosquillitas… —le susurró
sensualmente al oído, haciéndolo estremecer de pasión.

A Jacky le encantaba utilizar su boca y sus manos cuando amaba a
alguien, pues sabía que ella lo hacía magistralmente y provocaba una
oleada de placer a quien iban dirigidas esas apasionadas caricias.
Mientras tomaba posesión de aquel físico masculino tan anhelado por
ella, Jacky se apasionaba cada vez más y más, besando su boca y luego su
garganta, sus frenéticas manos iban y venían, recorriendo toda su
espalda. James echó la cabeza hacia atrás y se aferró fuertemente de la
balaustrada, disfrutando cada vez más y más aquello que había jurado no
volver a buscar, pero, ella era simplemente irresistible y no podía
hacer nada en contra de su terrible poder de seducción.

James, entre toda aquella oleada de excitación, podía sentir sobre su
rostro aquella suave brisa marina que siempre lo había acompañado
durante toda su vida al igual que el sonido del mar; jugando en los
astilleros de Londres, ejerciendo su grado de oficial en un navío y
decayendo en la lamentable vida de un pirata en un barco lleno de
enemigos, la brisa y el mar siempre lo habían acompañado. El mar era su
primer amor, pero no el único, también lo era su carrera de oficial a la
que había perdido por culpa de aquella alocada y extraña mujer a quien
todavía amaba con locura: su tercer amor, su Jacky.

Abrió los ojos lentamente, gozando aún de las a veces suaves y fuertes
caricias de su amante, pero entonces, su mirada se cruzó con la del
capitán Jack Sparrow, quien los estaba observando seriamente desde el
mando de la nave. Avergonzado, él se apartó inmediatamente de Jacky e
intentó escapar de su embrujo dirigiéndose rápidamente hacia la cabina
de la tripulación.

—¿Pero qué te ocurre? —le preguntó ella entre molesta y consternada—.
¡La estábamos pasando bien!

—¡No! ¡Esto está mal! —replicó mientras retrocedía—. ¡Ya no puedo volver
confiar en ti!

Y así, Norrington desapareció en el interior de las entrañas del barco,
dejando a Jacky muy enojada, con los brazos en jarra y haciendo
"pucheros". Lentamente su otro yo fue acercándose hasta ella,
balanceándose mientras la escudriñaba con la mirada.

—¿Te dejó plantada, hermanita? —le preguntó con tono burlón en cuanto
estuvo a su lado—. ¿Por qué no te olvidas de ese fracasado, eh? Mira, no
tienes por qué andar detrás de un tipo como ése si me tienes a mí, un
auténtico semental de pura raza que te puede hacer ver las estrellas,
/¿savvy/, hermanita?

La aludida lo miró con una mirada dura y fría.

—Mira, hermanito —comenzó a decirle con marcado sarcasmo—, si quiero ver
las estrellas, puedo hacerlo por las noches usando mi propio catalejo; y
en cuanto a ti, querido hermanito, nada tienes de auténtico y deberían
mandarte al matadero —lo miró de arriba abajo, despectivamente. Luego,
acercando su rostro al de él, declaró sonriendo falsamente:

—Y ya te dije antes, hermanito, conozco muy bien tu "paquete" y puedo
asegurar que mi querido y auténtico semental de verdadera pura raza
tiene su "paquete" más grande que el tuyo y no descansaré de andar por
detrás de él hasta que su "paquete" me pertenezca, /¿savvy?/ Y, además…
¡¡NO TE METAS CON MI NORRY!!

Y dejando a Jack medio sordo, ella se fue con paso firme hacia su
camarote. Gibbs y Ana María, quienes habían estado observando todo desde
un comienzo, se acercaron a su capitán bastante preocupados.

—Es lamentable cómo nuestra querida capitana ha perdido el juicio por el
comodo… por el ex comodoro Norrington —se corrigió Gibbs.

—Más bien diría que ha perdido su buen gusto, maestre Gibbs —replicó un
tanto frustrado, hurgándose el oído con su dedo meñique.

—Yo diría que lo ha mejorado —arguyó Ana María con una pícara sonrisita,
por lo que su capitán la apuñaló con la mirada.

—El que prefiera a ese insípido inglés por encima de su exuberante
hermanito, es algo que preocuparía a cualquiera, sobre todo si esa
preferencia incluye alguna traición de vez en cuando —objetó Jack
Sparrow no sin razón, preocupado.

Gibbs y Ana María se miraron igualmente turbados: su capitán tenía toda
la razón, la capitana Sparrow era capaz de hacer cualquier cosa por
volver a recuperar el amor de Norrington, incluso, traicionarlos a todos.

—¿Qué es lo que vamos a hacer con ella, señor? —inquirió su obeso maestre.

Jack se dio media vuelta y caminó lentamente hacia la balaustrada de
estribor, aferrándose a una jarcia y suspirando profundamente mientras
dirigía sus oscuros ojos hacia el horizonte.

—Seguimos ateniéndonos a nuestro plan, señor Gibbs —dijo—. La
entregaremos a ella y a su querido Norrington a Davy Jones y nos
libraremos de… —comenzó a contar con los dedos de su mando—, de tres
pájaros de un solo tiro. Ciertamente es una verdadera lástima que nos
veamos en la lamentable necesidad de deshacernos de una especie muy sexy
de mujer, pero, eso es algo que deberemos aprender a soportar sobre
nuestros… "paquetes".

—Idiota —murmuró la morena pirata. ¿Es que solamente Jack pensaba con
los pantalones?

Mientras tanto, en la cabina que funcionaba como dormitorio de los
tripulantes del /Perla Negra/, James Norrington se encontraba sentado en
su hamaca, con las manos en la cabeza, pensando intensamente. Las
palabras de Jacky y las de Isabel torturaban cruelmente su confundida
mente; sus pensamientos iban y venían, miles de ellos, chocándose entre
sí, amenazando con provocarle un cortocircuito de un momento a otro.
Sabía que jamás sería feliz con su amiga, pero sabía que podía confiar
en ella, en cambio, sabía que sería inmensamente feliz con Jacky, pero
jamás podría confiar en ella… Las dos estaban dispuestas a entregarle
todo su amor, así se lo habían dicho una y otra vez y él sabía que sus
palabras eran sinceras, hasta las de Jacky, quien le había dicho lo
mucho que lo amaba a pesar de que él ya no era un oficial que le
aportara alguna conveniencia, pero… Pero muy pocas veces ella había sido
realmente sincera con él, siendo eclipsada por la ruda sinceridad de
Isabel, quien siempre le había hablado con la verdad.

James soltó un pequeño gruñido, agarrándose los cabellos. ¡Estaba tan
confundido! ¿Por qué no era todo como antes? ¿Cuando sabía diferenciar
lo que estaba mal y lo que estaba bien? ¿Cuando sabía quiénes eran los
malos y quienes los buenos? ¿Cuando su amor por Elizabeth era claro y
sencillo? ¿Cuando vivía una vida tranquila y bien ordenada? ¡Todo eso
había cambiado de un momento a otro! Ser rechazado por Elizabeth,
enamorarse de Jacky, desilusionarse de Isabel, perder su rango, perder
su estilo de vida… ¡Oh! ¡Cómo le gustaría volver a ser el de antes y
vivir la vida que había vivido antes! Pero la realidad era, que ahora no
era nadie ni tenía nada… Vivía en un mundo inseguro con un presente
confuso y un futuro incierto… ¿Quién era él si no era un oficial de la
Real Armada Inglesa?

Angustiado, llevó su mano al pecho y apretó su corazón, sintiendo que
una terrible desesperación comenzaba a gobernar su alma con una
velocidad asombrosa, sintiendo cómo su corazón y mente se retorcían de
dolor por un destino incierto… Sentía mucho miedo y necesitaba
descargarse con alguien, pero no había nadie a su alrededor que lo
escuchara, que lo aconsejara. Isabel ya no era su amiga, ahora ella era
una completa desconocida para él y ya no podía reconocerla, ¡ella había
cambiado tanto!; y Jacky nunca había demostrado tener la madurez
suficiente como para entenderlo… ¡Ambos eran de mundos tan diferentes!

—¡Oh, Dios! —gimió—. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer? ¡Estoy tan
desesperado! He perdido mi camino y tengo tanto miedo de volver a creer
en ella…

Se quedó en silencio por unos segundos, su mente había dejado de pensar
y el tiempo parecía haberse detenido completamente a su alrededor… Una
nueva determinación había comenzado a nacer en su corazón: ya no había
odio ni rencor, ni siquiera miedo ni tampoco desesperación… Su corazón
ya no sentía nada, el honor, la rectitud, la lealtad, el amor y la
amistad habían dejado de tener sentido para él.

Levantó la cabeza, apretando sus puños con fuerza, tratando de obligarse
a sí mismo a ser fuerte, a comportarse como el hombre que era, a pensar
en él mismo.

—¡Basta de auto compadecerme! —exclamó—. ¡Ser un caballero no me ha dado
más que disgustos! ¡Un buen hombre es un perdedor! ¡Desde ahora en
adelante pensaré en mí mismo y en mi futuro! ¡Seré un almirante así
tenga que venderle mi alma al mismo diablo!

Y se levantó, dispuesto a seguir con su nueva resolución, pero la
repentina aparición de Billy, le hizo sentir un poco de culpa por sus
oscuros pensamientos. Como ejemplo a seguir, él era un completo fracaso.

Sacudiendo la cabeza para quitarse esa idea de la cabeza, se dispuso a
preguntarle al niño, mediante su nuevo lenguaje por señas enseñado por
su institutriz, por el motivo de su visita. Entonces, el chico le
respondió con el mismo método, comunicándole que la capitana Jacky
Sparrow deseaba que se presentara inmediatamente en su camarote.

James torció el gesto, aquello no podía ser nada bueno y estaba seguro
de que ella intentaría seducirlo. Pero debía mantener su nueva voluntad
y demostrarse a sí mismo que podía actuar bajo su propia voluntad sin
ser manipulado ni por ella ni por nadie.

Y así, levantándose de la hamaca, se dirigió con paso resuelto hacia el
camarote de la capitana, seguido por el pequeño Billy, quien parecía ser
su más fiel escudero que su pupilo. Al llegar frente a la puerta, su
buena y esmerada educación lo obligó a tocarla antes de entrar.

—¿Eres tú, Norry? —se oyó preguntar a la capitana Sparrow.

Él inspiró profundamente y soltó el aire con lentitud.

—Soy James Norrington, señora.

Un breve silencio se hizo, luego se escucharon algunos pasos en el
interior de la cabina, un tropezón, ruido de una botella rota,
juramentos rabiosos y nuevamente otros pasos hasta que se detuvieron
frente a la puerta, que se abrió lentamente hasta que la cabeza de Jacky
emergió de ella para mirarlo detenidamente con cara de extrañeza. Se
notaba a leguas que estaba más borracha como una cuba.

—¿"Señora"? ¿Me dijiste "señora"? ¡Hic! ¡Pero qué frío sonó eso, mi
querido Norry!

—¿Y qué le sorprende? —le replicó con frialdad—. Después de todo lo que
me ha hecho no debería sorprenderle eso, señora.

Jacky achicó los ojos, rabiosa, así que lo tomó repentinamente de la
casaca y lo metió adentro sin mucha ceremonia, dejando a Billy afuera,
muy preocupado.

Ya adentro y sin darle tiempo a nada, ella lo arrastró hasta la cama y
lo lanzó bruscamente sobre ella para luego lanzarse sobre él,
sujetándolo de las muñecas y acercando su bello rostro al de él.

—¡Suéltame inmediatamente! —protestó James—. ¡Estás ebria! ¡No puedes
hacerme esto!

—¿Ah, no? ¡Hic! —replicó Jacky, furiosa—, ¿y por qué no intentas
liberarte tú mismo?

Soltando un bufido de fastidio, él intentó liberarse, pero un dolor
sordo en el abdomen lo paralizó, obligándolo a reprimir un grito.

—¡Ja! ¿Lo ves? —sonrió la pirata, acariciando su mejilla—. No entiendo
cómo puedes seguir moviéndote tan fácilmente con esas heridas… Eres
realmente fuerte, mi querido Norry… ¡hic!

Pero James no dijo nada, simplemente volvió la cabeza hacia un costado e
intentó ignorarla.

—¡Ah! ¡Hic! ¿Me ignoras? ¿Y qué te parece si te hago… esto? —le apretó
el brazo lastimado, haciéndolo aullar de dolor.

—¡Ouch! ¿Pero qué demonios pretendes con todo esto? ¡Ya déjame en paz!
—exclamó muy enojado, pero la capitana no le hizo caso y le sonrió de
oreja a oreja, acercando aún más su rostro al de él, con sus labios a un
par de milímetros de distancia.

—Hablando con sinceridad, mi querido Norry, ¡hic! —dijo—, has firmado un
contrato de obediencia hacia mí y yo puedo hacer contigo lo que me
plazca, /¿savvy?/

Él la miró detenidamente, un tanto asustado con aquellas palabras.

—¿Qué quieres decir…?

—Digo que yo… —comenzó a decir con un tono muy sensual mientras rozaba
suavemente los labios de James con los suyos—… ¡me haré cargo de ti y
tus heridas!

Y sin darle tiempo a reaccionar, ella lo tomó bruscamente de las solapas
de la casaca y lo hizo sentarse de golpe, haciéndolo gemir de dolor,
para luego quitarle el cinturón y el sable y arrancarle la camisa,
dejándolo desnudo desde la cintura para arriba.

Por espacio de algunos segundos, Jacky no pudo evitar recorrer todo
aquel torso con la mirada, saboreando cada milímetro de su piel. James
se sentía algo avergonzado por la forma en que ella lo estaba mirando,
quiso decir algo pero Jacky no lo dejó, empujándolo nuevamente sobre la
cama y, sentándose sobre él, tomó una copa que se encontraba en una
vieja mesita que hacía de mesa de luz y que era utilizada para posar
allí las botellas de ron.

—Toma, ¡hic!, bébete esto —se la ofreció, pero él, desconfiado como era,
no estaba muy dispuesto a obedecerla.

—No lo quiero, tómatelo tú ya que parece que aún no te has emborrachado
lo suficiente con todo lo que tienes a bordo.

Ella sonrió maliciosamente.

—¡Ah! ¡Hic! Aún no estoy los suficientemente ebria como para hacer lo
que quiero hacerte, mi querido semental.

—¿Cómo has dicho? —inquirió alarmado, pero la capitana le apretó otra
vez la herida del brazo, provocando que él soltara un pequeño grito de
dolor, momento que ella aprovechó para introducirle rápidamente parte
del contenido de la copa en la boca.

—¡Oh! —James comenzó a toser luego de haber sentido a aquel líquido
recorrer su garganta—. ¿Por qué hiciste esto? ¿Qué me diste?

Quiso levantarse, pero ella no lo dejó, sosteniéndolo fuertemente por
algunos segundos.

—No te preocupes, mi querido Norry, ¡hic! —le dijo—, no es veneno, eso
te lo aseguro; simplemente es algo que te ayudará a soportar el dolor. ¡Hic!

De pronto, James sintió que un ligero entumecimiento comenzaba a
gobernar su cuerpo hasta que ya no se sintió con las fuerzas suficientes
como para seguir resistiéndose, más bien, se sentía bastante relajado.

Viendo que el brebaje que le había robado a Tía Dalma había comenzado a
hacer efecto sobre su víctima, la capitana Sparrow decidió seguir
adelante con su plan.

—No te muevas, Norry, voy a curarte… ¡Hic! —le dijo con una mezcla de
sensualidad y delicadeza, rozando suavemente con sus manos su pecho
mientras se ponía en pie y se dirigía hacia una vieja cómoda con varios
cajones, balanceando eróticamente sus caderas como siempre lo hacía
cuando estaba con Norrington.

James, sin saber el por qué, se quedó mirando hacia el techo, incapaz de
moverse de allí…. Sentía que su cuerpo estaba muy pesado pero que su
mente, en cambio, se sentía muy ligera. ¿Qué era eso que ella le había
obligado a tomar?

Cuando Jacky volvió con un pequeño pote de ungüento maloliente, comenzó
a untárselo suavemente en las heridas luego de haberlas limpiado con un
paño y un poco de ron para desinfectarlas. Aquellas atentas y suaves
atenciones comenzaron a dulcificar el quebrantado corazón del ex
comodoro, quien a pesar de que se resistía a caer nuevamente en sus
encantos, cerró los ojos para poder disfrutar más de aquel momento.

Jacky notó sonriente que el rostro de él había comenzado a suavizarse,
desapareciendo sus facciones duras e insensibles. Pero aún había algo
que la preocupaba, y era que había una imperceptible expresión de
tristeza en su rostro.

—Si supiera lo que estarías pensando entonces no adivinaría lo que
estarías pensando, pero como sé que no sé lo que estás pensando, intento
adivinar lo que estás pensando, /¿savvy?/ ¡Hic! —le comentó sonriendo de
oreja a oreja, intentando que él le hablara.

La táctica funcionó.

—… Si supieras lo que estoy pensando, nunca más volverías a mentirme…
—fue la seca y agria respuesta.

—¿A qué te refieres con eso? —le preguntó muy sorprendida, por lo que él
la miró acusadoramente y ella se vio en la desagradable necesidad de
sincerarse—: ¡Está bien! ¡hic! sé que te he mentido alguna vez… veces…
casi siempre… siempre; pero cuando volvimos a encontrarnos en Tortuga,
cuando te dije que te amaba, era verdad, mi querido Norry.

—Sabes que no puedo creerme eso —rebatió con frialdad.

Jacky bufó fastidiada, ¿por que cuando ella por fin le decía la verdad,
él no le creía?

—¿A dónde quieres llegar; Norry? ¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Hic!
Dímelo con sinceridad.

—¿Con sinceridad? Bien, entonces dime para qué quieres ese libro —la
miró fijamente a la cara, como si fuera que depositaba todas sus
esperanzas en la respuesta que vendría.

Ella, a quien aquella pregunta había sorprendido enormemente, se lo
pensó algunos segundos antes de responder. Pero, cuando abrió la boca
para hablar, James la interrumpió:

—¡Sin mentiras! —exclamó con firmeza, pero enseguida su voz se volvió
suplicante—... Por favor, no me mientas, ya no…

La capitana del /Perla Negra/ se quedó muda por unos instantes, pero, si
ella quería que él volviera a amarla, tenía que decidirse de una vez por
todas y confesarle la verdad:

—En ese libro hay escrita una manera de volver a unirme en cuerpo y alma
con mi hermanito —reveló con un semblante muy serio—. Quiero encontrarlo
y destruirlo antes de que él se entere de su existencia y me obligue a
unirme a él por la fuerza.

James la miró detenidamente muy confundido.

—¿Es que no quieres volver a ser un hombre?

—¿Y arriesgarme a perderte, mi querido semental? ¡hic! ¡Eso nunca! ¡Que
se muera Barbossa antes que eso! —declaró con firmeza.

Norrington estaba muy confundido, no sabía cómo reaccionar, ella le
había dicho la verdad… pero no sabía si era una verdad a medias. Con
Jacky nunca se sabía con certeza si lo que decía era cierto o no.

Leyendo en su rostro tanto la angustia y la duda que visiblemente lo
atormentaban, Jacky decidió seguir con su plan con la esperanza de
volver a reconquistarlo, volviendo a concentrarse en la herida que él
tenía en el abdomen, limpiándola cuidadosamente. Entonces, las marcas de
otras cicatrices más viejas le llamaron la atención.

—¿Heridas de guerra? —le preguntó mientras pasaba suavemente la yema de
su dedo sobre una de aquellas cicatrices que se encontraba en el abdomen.

—Sí.

—¿Te duelen?

—… Algunas veces…

—Yo también tengo algunas… ¡Hic! —lo miró maliciosamente—. ¿Quieres ver?

—¡No! —exclamó incorporándose con dificultad, muy afligido, pero se
quedó petrificando al notar que ella ya había comenzado a desabrocharse
la camisa para finalmente dejar expuestos sus hermosos pechos, que
hubieran sido perfectos si no fuera por los tatuajes y algunas marcas.

—¿Quieres tocar? —le propuso, con una mirada que rozaba la lujuria.

—No… —negó apenas con un hilo de voz, con el corazón golpeándole
furiosamente en el pecho; como hombre, aquella vista tan sensual y
tremendamente atractiva, era algo muy difícil de ignorar.

—Vamos, tócalos —insistió ella, tomándolo de la temblorosa mano derecha
para luego depositarla sobre uno de sus pechos. Lo miró directo a los
ojos—. Son muy suaves, ¿verdad? ¡Hic!

El sólo tacto de la piel de su amado sobre su pecho, la llenaba de
irrefrenable lujuria. Ella quería tomarlo, poseerlo, amarlo,
disfrutarlo...: hacerlo suyo.

James también la miró a los ojos, bastante desconcertado, sintiendo que
su mente racional comenzaba a batallar contra sus impulsos masculinos.
Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, retiró su mando
inmediatamente del pecho de Jacky; a pesar de que creía odiarla con todo
su corazón, deseaba seguir comportándose como un caballero con ella,
porque aún la respetaba.

—Vamos, Norry… ¡Hic! —Jacky acercó su rostro al de él, con su aliento
que sabía a ron sobre su boca—. ¿A qué le temes? ¿Por qué te reprimes?
¿Es que no te parezco atractiva?

A él le costó mucho responderle, varias veces abrió y cerró la boca como
si fuera un pez, casi hipnotizado por la poderosa atracción de aquella
sensual mujer pirata, entorpecido por la bebida que ella le había
obligado a tomar.

—… Yo… yo… Yo no puedo… yo soy un caballero… y tú… y tú eres una dama…
No es correcto.

Al escuchar aquella vieja excusa, Jacky lo tomó de las mejillas y le dijo:

—¡Mi tonto Norry! ¿Es que nunca te diste cuenta de que yo nunca fui ni
soy ni seré una dama? —Rozó los labios con los de él y lo miró con
sensualidad—… Y tú, mi querido semental, siempre fuiste pero ya no eres
ni volverás a ser un caballero… —lo besó en la boca para luego sonreírle
mientras acariciaba su rostro—: Ahora podemos hacer lo que nos antoja,
/¿savvy?/ Somos tan libres como los pájaros.

Y volvió a besarlo, esta vez con mucha más pasión que antes,
introduciendo la lengua en su boca para comenzar a recorrerla con
irrefrenable lujuria, sus manos iniciaron entonces una arrolladora
exploración por todo el busto de aquel hombre que intentaba resistirse a
sus encantos pero que finalmente poco a poco comenzaba a ceder...

Mientras Jacky comenzaba a recorrer con su boca su cuello y sus hombros,
James cerró los ojos para poder sentir con plenitud el enorme placer que
ella le proporcionaba, sintiendo sus hábiles manos recorrer su pecho, su
espalda, su cintura, su cola y sus muslos, intentando acercarse allí en
dónde su éxtasis llegaría a su punto más alto. Quiso abrazarla, pero se
detuvo; quiso tocarla, pero se detuvo, sintió mucho miedo, miedo de
volver a creer en ella, miedo de volver a sentirse engañado. Pero, como
en su corazón luchaban tanto el amor como el odio que sentía por ella,
como también luchaban sus viejas y nuevas convicciones, no tenía idea de
lo que debía hacer. ¿Amarla? ¿Odiarla? ¿Aprovecharla? Pero aquello
último no era de caballeros, no, pero… él ya no era un caballero, era un
pirata, y los piratas no tenían honor, como Jacky.

—¡No! —exclamó, quitándosela de encima con muy poca cortesía—. ¡No caeré
en tus jueguitos! ¡Prometí no volver a amarte y eso es lo que haré!

Y haciendo un enorme esfuerzo, alzó su ropa y se puso de pie, y trató de
caminar hacia la puerta mientras se colocaba la camisa en un vano
intento de escapar de aquella poderosa tentación, pero las piernas le
flaquearon y su mente comenzó a dar vueltas. Por un momento pareció que
perdía el sentido, pero Jacky, con una botella de ron en la mano, lo
sostuvo y lo ayudó a sentarse en la cama otra vez.

—… ¿Qué me hiciste…? —quiso saber en cuanto ella se colocó de cuclillas
frente a él—… ¿Qué quieres de mí…?

—Esas son preguntas muy fáciles de responder, mi querido Norry, ¡hic!
—tomó un sorbo de ron y volvió a observarlo. A pesar de que amaba
profundamente a ese hombre tan terco, odiaba que él fuera tan inhumano
con sus propios sentimientos. Estaba segura de que él la amaba, ¿pero
por qué se negaba a hacerlo?—. Te suministré un suave afrodisíaco que te
aletargará un poco para que yo pueda hacer de ti lo que se me antoje…
¡Hic! —lo tomó de las manos—. Sé que me amas, James Norrington, y sé que
quieres hacer el amor tanto como yo, solamente necesitas un leve
empujoncito para que te decidas a hacerlo de una vez… ¡Hic!

—… Estás ebria… —James comenzó a decir, sintiéndose muy atemorizado al
pensar en lo que ella podría llegar a hacerle, ya que Jacky era una
poderosa mezcla de impulsos y sentimientos tanto femeninos como
masculinos—… No puedes forzarme si yo no quiero hacerlo… Es mejor que me
vaya antes de que cometas una tontería de la que te arrepentirías más
adelante…

Quiso levantarse de la cama, pero Jacky, furiosa, lo tomó por los
hombros y lo obligó a sentarse por la fuerza.

—¡No te dejaré ir! —exclamó mientras le apretaba los hombros con
fuerza—. ¡Ya estoy cansado de esperarte y juro por todos los burdeles
del mundo que de esta noche no pasas sin que yo te haya hecho el amor!

Lo tomó bruscamente del cuello de la camisa, obligándolo a acercar su
rostro al de ella.

—Hace meses, cuando estuvimos juntos buscando la manera de romper la
maldición del anillo, deseabas desesperadamente que yo te amara; y
ahora, cuando yo me desespero por tu amor, tú te niegas a amarme a pesar
de que sé muy bien de que sigues locamente enamorado de mí… ¡¿y crees
que ahora voy a detenerme porque tienes miedo de amarme?! ¡¡Dime!!
¡¿Realmente me odias?! ¡¡Confiesa!! ¡¡Dime la verdad!! ¡¿Realmente me
odias?!

James la miraba estupefacto, jamás la había visto tan enojada como lo
estaba ahora, y, lo más sorprendente, era que finalmente le había
demostrado lo mucho que lo amaba y eso lo había impactado profundamente.

—Yo…, yo no quiero hacerlo de esta manera… —le dijo al fin.

Jacky sonrió maliciosamente, él seguía amándola a pesar de todo.
Haciendo caso omiso a sus palabras, ella acercó su boca a la de él y
susurró:

—Demasiado tarde, mi querido semental, ¡hic!, demasiado tarde… Hace
meses que estoy esperando este momento y no dejaré que se me escape por
un infantil capricho tuyo…

Y lo besó, unió sus labios a los de él de una manera pecadora, sucia,
lasciva, besándolo tan profundamente como nunca nadie lo había hecho
antes, en un preludio de lo que muy pronto podría darse entre ellos dos…


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