Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Epílogo*

                                  Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

ÚLTIMA PARTE: LA TRAVESÍA FINAL DEL PERLA NEGRA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Epílogo*


*/Nota importante: el tema musical de los créditos finales es -Hasta El
Fin Del Mundo-, cantada en castellano por Jennyfer Peña : )/*


La chalupa navegaba lentamente entre las oscuras aguas del Río Pantano,
velada por una intensa niebla gris bajo la oscuridad de la noche pero
tenuemente iluminado por el débil resplandor de las diminutas y
múltiples llamas de las velas que la rodeaban, velas sostenidas por los
dolientes habitantes de aquel misterioso pantano: hombres, mujeres,
jóvenes y niños se encontraban esparcidos por doquier, algunos metidos
en el agua del río que les llegaba hasta la cintura y otros trepados a
las nudosas raíces de los árboles. Todos lamentando en lúgubre silencio
la muerte de Jack Sparrow, la muerte de sus dos personalidades.

Will, Elizabeth, Gibbs, Ana María, Cotton (y su loro), Marty, Pintel y
Ragetty eran los que viajaban amargamente a bordo del bote, dirigiéndose
hacia la morada de Tía Dalma, siempre bajo la triste mirada de los
sufrientes.

La ausencia de la alegre personalidad los hermanos Sparrow se hacía
sentir profundamente en sus corazones.

Ya en los lúgubres y misteriosos aposentos de la pitonisa, las visitas
se esparcieron por todo el lugar, vagando como almas en pena, portando
un gran pesar en sus almas y sus corazones. Pero, la que más sufría con
aquella pérdida, era la propia Elizabeth, a quien se le agregaba un gran
sentimiento de culpa y remordimiento que carcomían su ya atribulada alma.

Y mientras Tía Dalma llevaba una bandeja con varias jarras llenas de una
bebida especial, Will se dedicaba a clavar y desclavar una y otra vez
sobre la mesa el cuchillo que su padre le había obsequiado,
completamente perdido en sus lúgubres pensamientos.

—Toma. Te quitará el frío… y la tristeza —le dijo la adivina a
Elizabeth, ofreciéndole uno de los vasos.

La joven se le quedó mirando en completo silencio, preguntándose si Tía
Dalma sabía lo que ella había hecho. Finalmente, tomó uno de los vasos y
bajó la mirada, permaneciendo sentada al lado de una de las ventanas.

Luego, la pitonisa se dirigió hacia Will Turner y, poniéndose de
cuclillas a su lado, le dijo con tono suave:

—Es una lástima. Sé que piensas que con el /Perla/ podrías haber
capturado aquel diablo y liberado el alma de tu padre…

—Eso ya no importa —replicó el desdichado muchacho, tomando uno de los
vasos mientras Tía Dalma se dirigía hacia otro de sus visitantes—. El
/Perla/ se ha hundido, junto con su capitán…

—Así es —afirmó el maestre Gibbs, quien había estado en la puerta de la
cabaña y que ahora volvía a ingresar a la casa—. El mundo ha perdido
parte de su brillo; pareciera como si sonriera un poco menos... —Había
dolor en su voz, pero finalmente se mezcló con orgullosa admiración—.
Jack siempre nos engañó a todos hasta el final, pero supongo que en el
último momento su lado honesto ganó…

Elizabeth agachó la cabeza al escuchar aquella declaración, pues ella
sabía muy bien lo que realmente había pasado. No había existido tal
honor, sino la traición…

—¡Por Jack Sparrow! —Gibbs alzó la jarra para hacer un brindis en honor
de su querido capitán.

—Jamás habrá otro como el capitán Jack —afirmó con tristeza Ragetty,
alzando su jarra a la vez. Nunca había estado en buenos términos con su
capitán, pero su ausencia había calado hondo en él.

—Era un caballero afortunado, sí Señor, un noble mercenario —declaró
Pintel con los mismos sentimientos que su amigo, alzando también su vaso.

—Un buen hombre —dijo Elizabeth con voz trémula, conteniendo a penas sus
lágrimas y su dolor—… y también su hermana… Hemos sido muy crueles con
ella… —comentó con un hilo de voz.

Todos se le quedaron mirando muy sorprendidos, pues se habían olvidado
completamente de la capitana Jacky Sparrow. Bajaron la vista muy
apenados, sabiendo que la muchacha tenía razón. Los últimos días de
Jacky habían sido un calvario, y ellos no se los habían hecho nada fácil
tampoco.

—Brindemos por ella también —pudo decir Gibbs, alzando su vaso en honor
de la capitana.

—¡¡Por la capitana Jacky Sparrow, una dama muy especial!! —exclamaron
todos al unísono, sonriendo al recordarla, pero esas sonrisas
desaparecieron de inmediato para dar lugar a una tristeza infinita.

Nadie dijo más, estaban demasiado adoloridos como para seguir hablando
de quienes no se habían valorado lo justo y se habían perdido para
siempre. A Will se le rompía el corazón al ver a su prometida sufrir de
esa manera, su rostro demostraba un dolor tan intenso que el muchacho
llegó a pensar que ella sentía algo muy especial por Jack Sparrow. De
todas maneras, fuera lo que fuere, él no quería verla en ese estado y
estaba dispuesto a ayudarla para que se sintiera mejor, aún si él ya no
era el hombre que ella amaba…

—Si hubiera algo que pudiera hacer para que volvieran a la vida…
—propuso, mirando a su prometida y poniéndose de pie—. Elizabeth…

—¿Lo harías? ¿Eh? —lo interrumpió Tía Dalma, escrutándolo con una mirada
intensa.

—¿Y tú, qué harías? ¿Eh? —le preguntó a la joven.

Elizabeth nada dijo, pero se le quedó mirando detenidamente, así que la
pitonisa siguió hablando, dirigiéndose a todos esta vez, sonriendo
misteriosamente.

—¿Qué estarían dispuestos a hacer cualquiera de ustedes por ellos? ¿Eh?
¿Navegarían hasta el fin del Mundo y más allá para recuperar a los
ocurrentes y queridos hermanos Sparrow y a su precioso /Perla?/

Gibbs, asombrado por lo que ella decía, sintió que se encendía una
pequeña lucecita de esperanza en su corazón. Sabiendo que se debía a su
capitán, se adelantó mirando a cada uno de sus compañeros y declaró con
gran determinación:

—¡Sí! ¡Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ellos!

—Sí. Yo también —lo apoyó Pintel, poniéndose de pie.

—Yo también —siguió Ragetty.

—¡Wah! ¡Sí! —afirmó el loro de Cotton que, por lo que sabemos, el ave
hablaba por su dueño.

—Yo misma iría directamente al barco de Davy Jones, si eso fuera lo que
se necesitara —declaró la siempre enérgica Ana María.

Entonces, Will y Tía Dalma dirigieron sus inquisidoras y ansiosas
miradas hacia Elizabeth, por lo que ella apenas pudo asentir en un susurro.

—Sí…

La pitonisa volvió entonces su vista hacia el muchacho, por lo que él
asintió con la cabeza, determinado a hacer lo que fuera necesario para
traer de regreso a los Sparrow.

—Sí, yo también estoy dispuesto.

Tía Dalma sonrió muy satisfecha al verlos tan decididos.

—De acuerdo, muy bien que así sea —dijo—. Veo que están preparados para
el viaje más increíble de sus vidas. Pero si van a viajar hacia el fin
de la Tierra, y enfrentar sus extrañas y hechizadas costas misteriosas,
entonces necesitan un capitán que conozca esas aguas…

Luego de que ella pronunciara aquellas palabras, todos comenzaron a
escuchar unos pasos que comenzaron a bajar por las viejas escaleras de
la casa iluminada por decenas de velas. Intrigados, los sobrevivientes
del /Perla Negra/ se agruparon frente a la escaleras, sorprendiéndose al
ver al mismísimo capitán Hector Barbossa bajar por ellas, acompañado por
su inseparable mono mascota.

—Y díganme… ¿qué le pasó a mi nave y a mi novia? ¡Ja, ja, ja! —preguntó
burlonamente, mordiendo una manzana verde, su fruta favorita.

—¡Capitán Barbossa! —exclamó Elizabeth tan sorprendida como los demás—.
¿Cómo llegó hasta aquí?

—Nadando, primor, ¡ja, ja, ja! —respondió sarcásticamente.

—Esto no es gracioso, Barbossa —replicó Will—, Jack y Jacky fueron
asesinados por el Kraken. Debemos ir por ellos.

—Te equivocas —lo corrigió la sonriente pitonisa—. Nadie puede volver de
la muerte a menos que realmente no esté totalmente muerto.

—Pero el Kraken sí se los comió… ¿o no? —inquirió Elizabeth confundida.

—Sí, pero solamente se comió a nuestro querido Jack. Jacky logró escapar
pero fue capturada por el demoníaco Davy Jones —fue la terrible revelación.

—¡Por todos los Dioses de los siete mares! —exclamó Gibbs, volviéndose
hacia Ana María—. ¡No estabas equivocada después de todo!

—¿Y cómo lo sabe? —inquirió Will, levantando una ceja.

—Bueno, mi querido jovencito —le guiñó el ojo, sonriéndole pícaramente—,
no me dicen "pitonisa" en vano.

—¡Muy bien! Damas y caballeros… ¡vamos entonces a rescatar a esos buenos
para nada! ¡Ja, ja, ja! —declaró Barbossa a viva voz para luego murmurar
con cierta malicia: —: … y luego, en el momento menos esperado, les
quitaré mi /Perla/, je, je, je…

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Una semana después, las campanas de la iglesia de Port Royal tocaron las
doce de la medianoche con plañideros tintineos en una noche oscura y sin
estrellas, iluminada por una luna pálida y redonda como un plato. Todos
los habitantes de aquella ciudad portuaria ya se encontraban durmiendo
en sus casas o en algún lugar de alquiler o establos abandonados, pues
el toque de queda había sonado hacía ya varias horas y únicamente los
soldados de casaca roja circulaban por las calles para vigilarlas y
detener a cualquiera que anduviera por allí en aquellas horas
prohibidas. Nadie, absolutamente nadie tenía idea de lo que estaba
ocurriendo en el interior de la iglesia, en donde estaba a punto de
celebrarse una boda secreta.

Y mientras James y los testigos la esperaban en el altar, Isabel se
contemplaba muy satisfecha frente a un espejo en uno de los pequeños
cuartos de la iglesia. Sabía que ella era hermosa, pero el blanco
vestido de novia adornado con perlas y brocados de oro, la hacía ver
como a una princesa, como un bellísimo ángel inalcanzable para cualquier
mortal.

Su boca carmesí se amplió aún más, sonriendo triunfalmente al ver que su
sueño de casarse con su amigo por fin se hacía realidad. Ella había
logrado triunfar sobre Jacky Sparrow y no le importaba el precio que
debió pagar por ello. No le importaba si él la amaba o no, pues ahora
sería suyo y de nadie más. No le importaba si había perdido la
virginidad en manos de un pirata pues ahora ella jamás sería intimidada
por James. No le importaba si había perdido a su tío, pues sabía que él
siempre había sido el verdadero estorbo para sus planes. No, a ella no
le importaba nada siempre y cuando se saliera con la suya… Y esa noche
James sería suyo, y si él se resistía, siempre le quedaba la posibilidad
de enseñarle "sutilmente" quién mandaba de los dos. Sí, a ella le
fascinaba tener el poder y demostrarlo, sobre todo con él.

Mientras tanto, de pie al lado del altar, James Norrington, ataviado ya
con las elegantes y dignas ropas de un almirante, esperaba nervioso a su
novia, mirando de tanto en tanto la cicatriz en su muñeca que Isabel le
había dejado cuando lo atacó por primera vez. Sabía en el problema en
que se metía y sabía muy bien cómo iba a terminar todo aquello: o él
renunciaba a seguir amando a Jacky para seguir viviendo en un matrimonio
sin amor o no renunciaba y se exponía al desprecio de Isabel y a su
posible venganza sobre él.

Madame Annete Foubert no le quitaba la vista de encima al igual que
Billy (que afortunadamente había sido encontrado por James antes de que
éste abandonara Isla Cruces) y Elena, a quienes habían obligado a ser
testigos de la ceremonia, ella sabía que aquel casamiento no era lo que
su ex pupilo deseaba y que aquella desquiciada mujer que sería su esposa
lo haría terriblemente desdichado hasta el punto de acabar con su vida.
James no le había contado lo que había ocurrido entre él y la pirata,
pero Anette sospechaba que las cosas no habían funcionado entre ellos
dos, ¿si no por qué él hubiera accedido a casarse con una mujer a quien
no amaba en verdad? Casarse por despecho o interés era lo peor que se
podía hacer…

El gobernador Weathervy Swann también se encontraba allí como un testigo
más de la boda, aunque ignoraba por completo la verdadera identidad de
la novia. Pero eso no le importaba, asistir a la ceremonia de casamiento
de su oficial favorito era, por lo menos, un aliciente para el duro
transe que se encontraba atravesando. Aún se preguntaba qué había pasado
entre él y Jacky Sparrow, pero James le había contado que Elizabeth se
encontraba sana y salva junto a Will y los hermanos Sparrow. Aquello no
era algo digno de alabanza, pero lo tranquilizaba el hecho de que su
hija se encontrara a salvo, y eso era lo único que le importaba.

De pronto, las puertas se abrieron y la flamante novia hizo acto de
presencia, asombrando a todos con su etérea belleza, desviándolos de sus
pensamientos. Isabel, sabiéndose admirada, recorrió el corto trecho con
lentitud y suavidad, disfrutando de cada mirada, sintiéndose la más
feliz de todas las mujeres hasta que se percató de la ausente y fría
mirada de su futuro esposo, enfureciéndola terriblemente.

—¿Qué te sucede ahora? —le increpó en voz baja en cuanto estuvo a su
lado, tomándolo fuertemente del brazo y clavándole las uñas en la piel,
obligándolo a volverse hacia el altar—. Ésta es nuestra boda, muéstrate
más complacido o te juro que nuestra luna de miel será un infierno para ti.

Pero la expresión de James no cambió, simplemente se volvió hacia el
altar con la cabeza gacha, con una mezcla de sentimientos muy fuertes en
su corazón, sintiéndose muy enojado y desdichado a la vez, cerrando sus
puños con contenida fuerza.

Ambos se arrodillaron ante la barandilla en donde los fieles
prosternaban para comulgar. Isabel mantenía su mano derecha firmemente
cerrada sobre la muñeca izquierda de James, como si ésta temiera que él
intentara huir en cualquier momento.

Al sacerdote anglicano le llamó la atención aquella escena, pero decidió
no intervenir, puesto que si lo habían hecho llamar para celebrar una
boda clandestina entre un almirante y aquella extraña mujer posesiva que
le inspiraba terror, sabía que su propia vida correría peligro si abría
la boca.

—Hermanos, estamos aquí reunidos para unir a este hombre y a esta mujer
en sagrado matrimonio… —comenzó a recitar mecánicamente con la Biblia
entre sus temblorosas manos.

La pobre Annete se sentía terriblemente mal, impotente ante tanta
injusticia; Elena, en cambio, no pensaba en otra cosa que buscar una
manera de escapar de las manos de Isabel y el pequeño Billy, en cambio,
no podía dejar de bostezar a causa del sueño que tenía, acicateado por
madame Foubert cada vez que éste no usaba la mano para taparse la boca
como lo indicaban los buenos modales.

Isabel había pedido una ceremonia corta, por lo que el clérigo, más
obediente con ella que con su Dios, pronto llegó a un punto crucial de
su sermón:

—… si cualquiera de ustedes tiene o cree tener impedimentos de cualquier
clase que impidan a ésta pareja unirse en matrimonio legal… —se detuvo,
una cruel mirada de advertencia de la novia lo hizo detenerse. ¿Quién se
atrevería a oponerse a sus deseos? Aquella pregunta estaba de más…

—Ese matrimonio no puede efectuarse. Afirmo que existe un impedimento
—se oyó decir a una voz inglesa, desprovista de sentimientos pero bien
provista de arrogancia.

El sacerdote, sobrecogido, miró al que hablaba y permaneció mudo. Los
demás, exceptuando a los novios, miraron insistentemente hacia la
entrada del humilde templo en donde se encontraba el denunciante,
cobijado entre las sombras de la noche.

—Continúe —Isabel le ordenó al sacerdote con voz imperiosa.

—N-no puedo continuar antes de saber el motivo por el que éste
matrimonio no debe celebrarse —apenas pudo replicar el turbado clérigo.

—¡Continúe! —gritó furiosa la novia, cerrando aún más su garra sobre la
muñeca del novio, hundiendo sus uñas en la carne hasta hacerla sangrar,
por lo que él se mordió los labios mientras clavaba insistentemente su
ojos verdes sobre la pequeña cruz de oro tallado que se encontraba sobre
el altar.

—No debe celebrarse la ceremonia —repitió la voz de antes—. Puedo probar
que existe un insuperable impedimento.

—¿De qué clase es ése impedimento? —preguntó el sacerdote con voz
temblorosa—. Tal vez se pueda eliminar…

—Difícilmente —volvió a aseverar la misteriosa voz—. He dicho que era
insuperable y he hablado sabiendo muy bien lo que decía.

Entonces, el desconocido se acercó lentamente a ellos y siguió, con
energía y claridad, pero sin alzar la voz:

—El impedimento consiste en que la señorita Isabel Jacobson está
arrestada por suplantación de identidad y por engañar a la /Royal Navy/
y a su majestad durante más de veinte años como el supuesto almirante
George Isabel Jacobson —fue la increíble declaración del mismísimo Lord
Cutler Beckett, quien era el dueño de aquella voz y el que había
interrumpido la boda, lanzando al suelo el traje militar que había
encontrado en la habitación de Isabel ante los sorprendidos ojos de los
presentes.

Todos permanecieron en completo silencio, impactados con aquella
noticia. Aquellas palabras pronunciadas en voz calmada pero arrogante
hicieron vibrar los nervios de Isabel cual si hubieran sonado fuertes
como el trueno. Sintió como si su sangre hubiera comenzado a hervir con
una fuerza impresionante, quemando cada parte de su cuerpo. Miró a James
y él la miró. Sus ojos permanecían fijos y duros, en actitud de desafiar
al mundo entero. Y entonces, ella lo comprendió todo. Había sido
traicionada.

—¡¡Maldito traidor!! ¡¡Prometiste no decírselo a nadie!! —y descargó
sobre él un golpe tan fuerte que lo hizo chocar contra la barandilla.
Intentó luego desenvainar el sable de ceremonia que él portaba pero los
soldados de Beckett, que emergieron repentinamente de las sombras del
edificio, se lo impidieron reduciéndola entre varios.

Furiosa e impotente, Isabel se debatía entre sus manos mientras el mismo
Beckett le ponía las esposas y James se ponía en pie, limpiándose con el
pañuelo la sangre de la boca.

—¡Maldito! ¡Dime por qué lo hiciste! —exigió ella, luchando aún en
contra de sus captores.

—Porque no me dejaste otra alternativa… —le respondió sin asomo de
arrepentimiento.

—Llévensela ya —ordenó Beckett luego de dirigirle una libidinosa sonrisa
a la prisionera y tomarla de la barbilla—. Colóquenla en la celda
especial. Y tengan cuidado, ella es muy peligrosa.

Isabel retiró bruscamente el mentón de los dedos de aquel inescrupuloso
hombre.

—Juro que acabaré con la vida de ambos en cuanto logre escapar. Lo
prometo —declaró fríamente, clavando sus amenazadores ojos sobre Norrington.

—Como quiera, almirante —se burló Beckett, haciendo una seña con la mano
a sus hombres, quienes se llevaron a la irascible mujer de allí.

Hasta en ese momento tan humillante, ella caminó con una grandeza tal
que empequeñeció a sus captores. Y mientras James se detenía al lado de
Beckett, éste declaró con verdadera admiración:

—Su belleza y valor son incomparables. Ella es digna de toda alabanza
—lo miró inquisitivamente—. ¿Por qué lo hizo? ¿Acaso no la amaba?

—No —contestó con firmeza—. Ella era mi mejor amiga; casi como una
hermana… hasta que decidió que yo era de su posesión… ¿Cómo podría
amarla entonces?

Los ojos de Beckett brillaron maliciosos.

—Sobre todo cuando se ama a otra mujer, ¿verdad?

Norrington lo miró, sorprendido.

—Y supongo que ahora usted se verá libre de ir por ella y pedirla en
matrimonio, ¿no es así? Ya no existe peligro alguno para ninguno de los
dos ahora que Jacobson ha sido descubierta y encarcelada, ¿verdad? ¿O
tal vez ya no piensa ir por ella pero quiso asegurarse de que pudiera
navegar en paz a lo largo de todo el Caribe…?

Annete y el gobernador Swann detuvieron sus pasos hacia Norrington en
cuanto escucharon aquellas intrigantes palabras. James nada dijo, per
supo que aquel inescrupuloso hombre ya había adivinado sus planes
respecto a Jacky.

Lord Cuttler Beckett sonrió cruelmente ante aquella respuesta silenciosa
por parte del nuevo Almirante.

—Lamento informarle, Almirante Norrington, que su querida pirata Jacky
Sparrow murió junto a Jack Sparrow, William Turner y… —miró a Weathervy
Swann— Elizabeth Swann cuando el barco pirata /Perla Negra/ fue
destruido y hundido por el mismísimo Kraken —Volvió su atención hacia el
aturdido oficial—. ¡Oh! ¿No lo sabía? ¡Ese monstruo existe de verdad!
Supongo que usted no lo sabía… puesto que no se habría atrevido a
traicionarlos para conseguir su nuevo cargo de oficial, ¿o sí?

Y luego de dedicarle una sarcástica sonrisa, Lord Cutler Beckett se
marchó de allí, dejando a James Norrington terriblemente impactado con
aquella inesperada y terrible noticia.

—¡U-usted es un… un… un monstruo! —exclamó furioso Weathervy, apenado
por la noticia de la muerte de su amada hija, tomó a Norrington por las
solapas de la elegante casaca—. ¡Confié en usted durante todos estos
años, muchacho! ¡Lo he tratado como si fuera mi propio hijo! ¿Y así es
como me lo ha pagado? ¿Con traición? ¡Espero que encuentre algo de
piedad en ese negro corazón que posee para dedicarle tan sólo una
lágrima de compasión por mi hija muerta!

Y lo soltó con gran desprecio, alejándose de allí con paso rápido y
decidido, dejando a Norrington completamente desbastado. Más de lo que
ya estaba.

En un principio, Annete no supo qué hacer, pero, decepcionada y dolida
con lo que había hecho su ex pupilo, optó también por marcharse de allí,
llevándose con ella a la confundida Elena y a Billy, quien no paró de
resistirse, pues quería quedarse al lado de su tutor pasara lo que pasara.

El ministro también se había marchado de allí, por lo tanto James se
quedó completamente solo en aquella oscura sala, de pie, envuelto en un
silencio intolerable, rodeado por ecos incesantes que lo acusaban una y
otra vez por la muerte de Jacky y Elizabeth, enloqueciéndolo
infernalmente. Miró tembloroso hacia la hermosa cruz dorada que se
encontraba apoyada en su base sobre el altar y pensó que jamás habría
perdón para lo que había hecho. Ya no habría paz para su alma, y su
corazón lloraría para siempre la terrible pérdida de Jacky… por su
culpa. Él la había condenado a la muerte por su desmedida ambición. ¿De
qué le valían ahora el cargo de Almirante y una envidiable comisión si
la mujer que amaba estaba muerta? ¿Qué valía todo eso si Jacky estaba
muerta? ¿De qué valía haber traicionado a Isabel para que ambos pudieran
vivir en paz? Nunca más escucharía sus mordaces comentarios, nunca más
la vería sonreír con picardía, nunca más la tocaría ni la vería moverse
de aquí para allá con aquel extraño andar que tenía… Nunca más la
volvería a ver. Nunca.

Sus ojos verdes comenzaron a velarse con abundantes lágrimas que
comenzaron a recorrer su rostro mientras él se dejaba caer poco a poco
de rodillas, apoyando sus manos sobre el piso para finalmente proferir
un desgarrador grito de dolor.

—¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! —gimió, hundiéndose sobre sí mismo—. ¡Jacky!
¡Elizabeth! ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?

Y lloró amargamente como nunca antes lo había hecho en toda su vida,
apagándose en él la última luz de esperanza de amar y ser amado,
comprendiendo de la peor manera toda su culpabilidad y su egoísmo,
arrepintiéndose dolorosamente de cada uno de sus malos actos. Pero ya
era demasiado tarde, todo estaba hecho y ya nunca más volvería a ser el
mismo… Tanto su alma como su corazón se habían roto para siempre…

El fin no había justificado los medios.


*PIRATAS del CARIBE*

*EL LIBRO DEL DESTINO*

*HISTORIA POR*

*GABRIELLA YU*

*ESCRITA POR*

*GABRIELLA YU*

*AMBIENTACIÓN*

*TU IMAGINACIÓN*

*MÚSICA*

*LA QUE ESTÉS ESCUCHANDO*

*EFECTOS ESPECIALES*

*TU IMAGINACIÓN*

*BASADA EN LAS PELÍCULAS DE*

"*PIRATAS DEL CARIBE"*

*PROTAGONISTAS*

*JACK/JACKY**SPARROW/KATRINA WATSON */*JOHNNY DEPP*/

*WILLIAM TURNER */*ORLANDO BLOOM*/

*ELIZABETH SWANN */*KEIRA KNIGHTLEY*/

*CO PROTAGONISTAS*

*JAMES NORRINGTON */*JACK DAVENPORT*/

*HECTOR BARBOSSA */*GEOFFREY RUSH*/

*TÍA DALMA */*NAOMIE HARRIS*/

*CUTLER BECKETT */*TOM HOLLANDER*/

*DAVY J**ONES */*BILL NIGHY*/

*BOOTSTRAP BILL TURNER */*STELLAN SKARSGARD*/

*JOSHAMEE GIBBS */*KEVIN MCNALLY*/

*ANA MARÍA */*ZOE SALDANA*/

*WEATHERBY SWANN */*JONATHAN PRYCE */

*COTTON */*DAVID BAILIE*/

*PINTEL */*LEE ARENBERG*/

*RAGETTI */*MACKENZIE CROOK*/

*MARTY */*MARTIN KLEBBA*/

*MURTOGG */*GILES NEW*/

*MULLROY */*ANGUS BARNETT*/

*GILLETTE */*DAMIAN O'HARE*/

*MERCER */*DAVID SCHOFIELD*/

*GISELLE */*VANESSA BRANCH*/

*SCARLETT */*LAUREN MAHER*/

*BROWN*/*RALPH P. MARTIN*/

*PERSONAJES INVENTADOS POR LA AUTORA*

*GEORGE (ISABEL) JACOBSON*

*CHRISTIAN JACOBSON*

*BILLY*

*AL**WINE*

*ANNE**TE FOUBERT*

*SEAGULL HOOD*

*BART "SANGRE NEGRA" MORGAN*

*ELENA*

*SMITH*

*CHARLES*

*JANE HOPKINGS*

*KINDERHOUSE*

*LOUISA*

*TIMOTHY*

*MCGIBEN*

*PEQUEÑO TOM*

*ADLER*

*MABEL*

*MARY ANNE LIVSEY*

*STEVEN JACOBSON*

*GEORGE JACOBSON*

*PERRO LOCO/NEGRO*

*PERRO CIEGO*

*MUCHAS GRACIAS A*

*Aokimari, Miss Black Mariah, kikimaru, Aioria-chan, **JackySparrow**,
**destr**, Aio-chan, **Outis00**, **GHiKi**, Dora_msm, Jocelyn, **Baby
Hades**, **D4rK Sid3**, **, Ariadna, **xsweetxxbloodx**, aridarck,
Romina Grondona, Renata, **captain sweeney lina**, KanaidBlack, akatsuki
juan*

*(Por haber "reviewado" este fic)*

*MUCHÍSIMAS GRACIAS A*

*Santillán, Isa Luna, sara-de-los-siete-mares, **Oscurita XuXu**, **La
Cosa**, Reli, **Hikary Kimura**, **Jenny Flint**, Pisom, beatriz gpe
beltran mayoral, Ana Sparrow-Sparrmaria, **aLdI**, León Dorado, Harisha,
**AndreaZthator**, **CeledrianMoon -Kampanita-**, **Cissy Sparrow,
**Andreaeb182**, Yrazemita*

*(Por haber "reviewado" en los dos fics)*

*MUCHAS GRACIAS A*

*Santillan, Dark Side, **Siriaca-Ying-Fa**,
**sarah-de-los-siete-mares**, kayako666, Tiagopirata, **nagini-verde**,
**Oscurita XuXu*

*(De La Maldición del Anillo de la Calavera que "reviewaron" en el Epílogo)*

*MUCHAS GRACIAS A*

*Todos los demás anónimos que leyeron este fic y a los que
accidentalmente no incluí más arriba*

*Este fanfic se terminó de escribir en 2009. Todos los derechos son
marca registrada de Disney*

*(Esta historia sigue en "Bajo la Espada de Odín", próximamente en
Fanfiction el 17 de Agosto del 2009).*

*Por: Gabriella Yu, Una Autora Descuidada*


—La nueva prisionera ya está encerrada en la celda especial como usted
lo ordenó —le informó Mercer a Lord Beckett mientras caminaban por un
largo y oscuro pasillo de paredes de piedra.

—Excelente —Beckett saboreó el momento—. Por fin el poderoso Almirante
Jacobson está en mis manos… ¿Y qué hay de mi otra prisionera? ¿Ya la
trajeron como lo ordené?

—Sí —sonrió maliciosamente—. Ella también se encuentra encerrada en una
celda especial. Se resistió bastante en un comienzo, por lo que me vi
obligado a ser un poco brusco con ella… Sobre todo porque no paraba de
decir tonterías.

Lord Beckett se detuvo de golpe y miró fijamente a Mercer, apenas podía
notarse en su insensible rostro la ansiedad que lo había gobernado.

—¿En dónde está? ¡Lléveme con ella inmediatamente!

—Sígame —le respondió su guardaespaldas con aquella macabra calma que
poseía, comenzando a caminar con paso rápido a través de una serie de
pasajes que los condujeron hacia un pasillo con varias puertas de hierro
a ambos lados.

—Decidí que lo mejor sería encarcelarla lo más lejos posible del
Almirante Norrington, Señor —le explicó mientras le indicaba una de las
puertas—; sería prudente que él jamás sepa sobre nuestro pequeño… secreto.

—Decisión más que prudente, Mercer, lo felicito —le dijo Beckett
mientras descorría suavemente la pequeña ventanilla de la puerta para
poder mirar en su interior—. Nunca se sabe de lo que es capaz de hacer
un hombre enamorado…

Sonrió maliciosamente al ver a una mujer vestida de pirata encadenada a
la pared, sentada sobre el suelo de piedra.

—… Sobre todo cuando se está enamorado de la mismísima capitana Jacky
Sparrow…

—¡¡Beckett!! ¡Parásito inglés! ¡Déjame ir si no quieres que te rebane
otra cosa! —le gritó Jacky al darse cuenta de su presencia, levantándose
rápidamente para ir hacia él y, aunque sea, intentar atacarlo a través
de aquel pequeño rectángulo. Pero las cadenas se lo impidieron y sus
estiradas y tensas manos quedaron a unos cuántos centímetros de
distancia de la ventanilla—. ¡Miserable cobarde!

Beckett esbozó una leve sonrisa de satisfacción.

—No sea ingenua, capitana. ¿Acaso cree que puede hacerle daño al hombre
más poderoso de la East India Company? Tengo en mi poder el corazón de
Davy Jones, ¿cómo cree que él accedió a entregármela sin resistirse? El
poderoso Kraken se encargará de afianzar mi poder junto al temible
/Holandés Errante/, y todo esto se lo debo al Comodoro… No. Al Almirante
James Norrington —se calló por unos segundos, saboreando la
desilusionada expresión de tristeza de Jacky, quien bajó los brazos,
terriblemente dolida al confirmar sus sospechas sobre Norry. Él,
definitivamente, la había traicionado sin importarle todo el amor que
ella le había profesado.

—¡Oh! Veo que es un golpe muy doloroso para usted, capitana Sparrow… —se
burló con un tono falso de lástima—. A veces las personas no son lo que
parecen… Prometen cosas que no piensan cumplir...

—Vete al infierno —replicó la cautiva, asesinándolo con la mirada y
jurándose a sí misma que cumpliría con su promesa de vengarse del
traidor de Norry.

Beckett sonrió nuevamente. Era una sonrisa siniestra.

—Debe comportarse, capitana, cuide su lenguaje conmigo o le prometo que
se arrepentirá… —comenzó a cerrar lentamente la puertilla de la ventana,
sin dejar de mirar a Jacky—. Puedo asegurarle que recordará este día
como el día en que la capitana Jacky Sparrow cayó en las despiadadas
manos de Lord Cutler Beckett… ¡Ja, ja, ja!

Y la ventanilla se cerró, escuchándose el cerrojo de seguridad y luego
los pasos de los dos hombres alejándose, dejando a Jacky sumida en una
horrible y pesada oscuridad, con el corazón roto.

—Norry… ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué? —murmuró con tristeza para luego
taparse la cara con las manos y comenzar a llorar desconsoladamente.


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