Fanfic Piratas del Caribe -El Libro del Destino- *Capítulo 52: El Cofre de Davy Jones*

                              Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!



*PIRATAS DEL CARIBE: EL LIBRO DEL DESTINO*

LIBRO SEGUNDO: EL COFRE DEL HOMBRE MUERTO

ÚLTIMA PARTE: LA TRAVESÍA FINAL DEL PERLA NEGRA

¡Jack y Jacky se separaron! ¡ahora son 2! ¡Un hombre y una mujer! ¡Doble problemas para todos! ¿Lograrán cambiar sus destinos y el de los demás? Continuaciòn de La Maldición del Anillo de la Calavera. James y Jacky pasan su primera noche juntos...¿pero será la última?

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción. 
IMPORTANTE: contiene escenas subidas de tono XD


*Capítulo 52: El Cofre de Davy Jones*


—¡Estás yendo muy rápido! ¡Remas muy deprisa! —se quejó Pintel mientras
remaba junto a su inseparable amigo Ragetty, transportando con ellos a
bordo de la lancha a los hermanos Sparrow, la joven Elizabeth Swann, el
ex comodoro Norrington y el pequeño Billy con su inseparable cabrita blanca.

—Y tú remas muy lento. No querrás que el Kraken nos alcance —rebatió
Ragetty tan preocupado como su compañero.

—Yo guardo mis energías para cuando aparezca. Y ni siquiera se dice
"Kraken", he oído que siempre se dice "Kreiken" —lo corrigió el otro.

—¿Con "i"?

—Ajá.

—¡No, no, no, no! Se dice "Kroken" en la pronunciación irlandés del
escandinavo original. "Kraken" es el que más se le parece —insistió el
tuerto.

—¡Pero nosotros no somos escandinavos originales! ¿Oh, sí? —exclamó
Pintel ya fastidiado con el tema—. ¡Ah! "Kraken…".

—Es una criatura mitológica y yo le digo como quiera —replicó el
testarudo de Ragetty.

Los demás, ajenos a toda aquella inútil y estúpida discusión, se miraron
entre ellos, fastidiados.

—En estos momentos te considero un chico afortunado —le confesó el
capitán Sparrow al chico, quien mantenía a su mascota bien abrazada
contra su pecho.

Tanto Jack como Jacky tenían entre sus brazos su respectivo jarrón con
tierra que Tía Dalma les había entregado para mantener a raya a Davy
Jones. Ambos no dejaban de mirar hacia el mar, oteando cada forma
sospechosa que se pareciera a la fantasmagórica embarcación de su mortal
enemigo. Pero había una crucial diferencia entre ellos: mientras uno se
mantenía aferrado fuertemente a su tarro y miraba con fijeza en la
lejanía, la otra parecía estar con la mente en otro lugar, pues apenas
sujetaba su propio tarro.

Elizabeth y Norrington se encontraban sentados uno al lado del otro,
soportando la incesante cháchara de Pintel y Ragetty, estando más
tranquilos que los capitanes Sparrow pero ignorando completamente con lo
que se encontrarían en la isla, pues no creían demasiado en la leyenda
de Davy Jones y el mitológico Kraken.

De tanto en tanto, Jacky le dirigía una triste mirada de soslayo a su
antiguo amante, pero éste solamente se dignaba a ignorarla por completo,
mortificándola terriblemente con su silencio. El desamparo y la amargura
de la pirata eran tan grandes que ni siquiera sentía deseos de celarlo
con Elizabeth.

Aquella corta travesía desde la seguridad del /Perla Negra/ hasta la
incierta seguridad de Isla Cruces, fue terriblemente insoportable para
ambos capitanes, pero por razones diferentes.

En poco tiempo, lograron llegar a la costa sin ningún percance.

—Cuiden el bote. Vean la marea… Y no toquen mi tierra —les ordenó Jack a
Pintel y Ragetty mientras éste dejaba allí la casaca (con las patentes
de corso en ella) y el jarrón con tierra.

Su hermana hizo lo propio también, pero con mucho menos ánimo que él y
sin pronunciar una sola palabra.

—La brújula señala en esa dirección —les indicó la joven Elizabeth con
la mano mientras observaba el compás.

Y así, Jack, Jacky, Norrington y Billy –Éstos últimos llevaban una pala
cada uno- se pusieron en camino siguiendo el rumbo que les indicaba su
compañera, caminando a través de la playa de blancas arenas.

Elizabeth, aprovechando que James se había acercado a ella unos
instantes, intentó hablarle para que cambiara su actitud hacia Jacky.

—Escucha, James —le dijo—; ¿por qué no la perdonas? ¡Me parte el alma
verla sufrir así! ¡Ella te quiere tanto….!

Norrington la miró tan duramente que la pobre muchacha se asustó.

—¿Y a ti no se te partió el alma cuando me rechazaste por ese idiota de
William Turner? —le espetó con rudeza—. No, no me pidas imposibles,
Elizabeth. Ya no soy el mismo tonto de antes y todo este asunto me tiene
sin cuidado.

Lizzy le desvió la mirada y se mordió los labios comprendiendo que James
había cambiado y que lamentablemente no había nada que hacer respecto
sobre su resentida relación con la capitana Sparrow, así que decidió
desistir a sus intentos de reconciliación entre ellos dos.

Luego de haber caminado por un corto trecho a través de la playa, rumbo
a la selva, la aguja de la brújula se movió inesperadamente hacia otra
dirección, llamando la atención de la joven.

—Qué raro… La aguja cambió de dirección radicalmente… —murmuró
desconcertada, temerosa de que sus confundidos sentimientos hacia el
capitán Jack Sparrow estuvieran influenciando el poder de aquel extraño
y mágico compás, por lo que comenzó a caminar de aquí para allá para
encontrar nuevamente el rumbo ante la burlona mirada de Norrington, la
ausente mirada de Jacky y la curiosa mirada de Billy. En tanto, Jack
simplemente se limitó a mirar el horizonte desde una pequeña duna de arena.

Cuando por fin Elizabeth se detuvo, la aguja volvió a cambiar de
dirección, pero esta vez se quedó apuntando fijamente hacia S.O. por lo
que miró hacia ésa dirección, dándose de lleno con el mismísimo capitán
Jack Sparrow, quien la miró intrigado.

Tan consternada como perturbada, la joven se sentó en el suelo,
derrotada ante el imponente echo que, definitivamente, se sentía atraída
hacia el pirata.

—¡Esto no funciona! ¡No sirve o… o… o está rota! ¡Y desde luego no te
enseña lo que más deseas de verdad…! —se quejó de mala gana.

James sonrió como si diría "Lo sabía", en cambio, Jacky alzó la cabeza,
poniendo atención por primera vez desde que había dejado el /Perla
Negra/. Una pequeña lucecita de esperanza brilló en sus tristes y
apagados ojos oscuros.

Jack, sintiendo curiosidad, se acercó a ella y miró la brújula que
Elizabeth había abandonado sobre la arena, notando que la aguja señalaba
a la ceñuda muchacha.

—Sí que lo hace, y estás sentada en el lugar —reveló.

—¿Ah? ¿Perdón? —inquirió Lizzy, mirándolo sin comprender lo que él le
había dicho.

—Que estás sentada en lo que quiero. Vamos. Muévete, fuera… —le pidió
con ademanes exagerados, y en cuanto la chica se alejó de allí, Jack le
silbó a Norrington para que comenzara a cavar en el lugar que le
señalaba con ansiedad.

De muy mala gana, James comenzó con su labor nada apropiada para un
oficial de su altura. Billy, siempre dispuesto a ayudar a su tutor,
también comenzó a cavar a su lado mientras la cabra se marchaba a pastar
unos ricos matorrales que había visto cerca de allí.

Mientras tanto, en la orilla de la playa, Pintel y Ragetty se
encontraban pasando su tiempo de la mejor manera posible: uno quejándose
y el otro jugando.

—¡Vigilen el mar! ¡Vean la marea! —exclamaba enojado Pintel, imitando a
su capitán, caminando de aquí para allá—. ¿También le limpio las botas,
señor? —ironizó.

—¿Y si vamos a actuar en un circo? —le propuso Ragetty, haciendo
malabarismo con uno de los remos, sosteniéndolo con la palma de su mano.

Lejos se encontraban de imaginarse que estaban siendo observados por el
mismísimo Davy Jones, el perverso capitán del /Holandés Errante/, quien
ya había llegado a las costas de Isla Cruces.

—¡Ya están allí —Jones bajó el catalejo muy preocupado—, y aún no se
cumplen los diez años para que yo pueda tocar tierra!

—¿Cree que el cofre no siga en su lugar? —aventuró unos de sus
monstruosos hombres.

—Confíe en nosotros para actuar en su lugar —aseguró otro.

—¡Confío en que entiendan lo que les sucederá si fallan! —los
amenazó—¡Tras ellos! ¡¡Liquídenlos!!

Entonces, acercándose a la balaustrada del castillo de popa, Davy Jones
demostró todo el maligno poder que poseía su monstruoso barco dando una
orden que cualquier marinero normal hubiera considerado como imposible y
demente.

—¡¡Al fondo!!

Aquel mandato fue obedecido con celeridad y pronto el barco maldito se
sumergió de proa al mar, desapareciendo por completo ante la atónita
mirada de Pintel y Ragetty, quienes habían divisado a la embarcación
justo antes de que ésta se hundiera bajo las aguas del mar. Ambos
gritaron llenos de pánico y corrieron como desesperados hacia la
dirección que habían tomado su capitán y los demás.

A todo eso, mientras Jack meditaba sentado sobre una pequeña duna y
Elizabeth esperaba ansiosa a que se descubriera el dichoso cofre para
poder ir en busca de su amado William Turner, Norrington y Billy seguían
cavando la fosa mientras Jacky intentaba hacer las paces con el primero,
a su manera…

—¿Te ayudo? —le preguntó después de haber dado vueltas y más vueltas
alrededor de él y el pozo hasta detenerse a su lado.

—No —fue la cortante respuesta.

Jacky se encogió de hombros y volvió a dar vueltas hasta que, de nuevo,
se detuvo al lado de James.

—¿Te ayudo? —volvió a preguntarle, inclinándose para mirarlo a la cara y
esbozando una gran sonrisa conciliadora.

—No —respondió éste mientras cavaba, girando la cabeza hacia el otro
lado para no tener que mirarla.

Jacky se incorporó y volvió a encogerse de hombros para recomenzar otra
vez su merodeo mientras James ponía los ojos en blanco, fastidiado.

Nuevamente la pirata se detuvo a su lado, con las mismas intenciones de
antes.

—¿Te…?

—¡¡NO!! —él le gritó enfurecido en pleno rostro, obligándola a cerrar
los ojos con fuerza.

—Ok —replicó ésta, abriendo un ojo para mirarlo de soslayo.

Dando un bufido de fastidio, Norrington reemprendió su pesada tarea, y
Jacky, después de observarlo detenidamente por algunos segundos, sonrió
y dijo:

—¿Te ayudo?

James se detuvo, quedándose quieto por algunos segundos antes de
volverse hacia ella y asesinarla con la mirada; pero la pirata seguía
sonriéndole candorosamente.

—¿Qué parte de "no" no entendiste? —le preguntó.

—Mmm… —ella se llevó la mano al mentón como si se lo pensara
seriamente—Creo que el principio no me queda claro, /¿savvy?/

—¡¡Aaagggh!! ¡Vas a volverme loco! —exclamó James con desesperación,
llevándose las manos a la cabeza.

—Vamos, mi querido Norry —siguió diciendo la capitana del /Perla Negra/,
pasando el brazo derecho sobre los hombros del ex oficial—. ¿Por qué no
dejas que te ayude? Si yo te ayudo, tú me ayudas; si tú me ayudas, yo te
ayudo y, así, al ayudarnos, nos estaríamos ayudando recíprocamente,
¿entiendes? ¿O necesitas que te ayude a entenderlo?

James, con los nervios crispados, estuvo a punto de regañarla otra vez,
pero Jack intervino sin abandonar su postura de meditación y sin abrir
los ojos.

—¡Menos charla y más acción que para eso te contraté, grumetillo!

Furioso, el aludido le lanzó una terrible mirada a su capitán,
deshaciéndose de Jacky para recomenzar su tarea junto al pequeño Billy.

Luego de pasados unos segundos, nuestra protagonista, quien había
permanecido al lado de Norrington, silbando y balanceándose de adelante
hacia atrás, se inclinó un poco hacia él y le sonrió diciendo:

—¿Te ayudo?

Revolviendo los ojos de rabia, James se dispuso a mandarla al diablo
cuando, al clavar fuertemente la pala dentro del pozo, ésta chocó contra
algo duro, llamando la atención de todos. Abandonando su meditación,
Jack se acercó al pozo junto a los demás y procedieron a desenterrar
juntos un objeto de madera que se encontraba allí enterrado, que no era
otra cosa que un viejo cofre de madera.

Luego de romper con la pala la cerradura del baúl, Jack se arrodilló
ante él, dispuesto a abrirlo mientras los demás esperaban a ambos lados
llenos de curiosidad y ansiedad; pero Jacky no iba a permitir que su
hermano fuera el centro de la atención así que lo empujó fuertemente,
tirándolo contra la arena y colocándose ella misma frente al misterioso
cofre.

—Disculpa, hermanito, pero yo seré quien abra esta cosa —le sonrió,
disponiéndose a abrirlo. Pero Jack, furioso, se levantó del suelo y
también la empujó, ocupando su antiguo lugar.

—Disculpa, hermanita, pero yo seré quien abra esta cosa —repitió,
disponiéndose a hacerlo.

Molesta, Jacky resopló y se incorporó, poniéndose de cuclillas al lado
de su hermano, empujándolo repentinamente, tirándolo otra vez al suelo.

—¡No! ¡Yo lo abriré! —lo miró desafiante.

Bufando fastidiado, el pirata se levantó y se arrodilló al lado de ella,
empujándola nuevamente.

—¡No! ¡Yo la abriré!

Furiosa, la capitana Sparrow se incorporó rápidamente, colocándose de
rodillas y propinándole un manotazo en la nuca a su hermano,
sacudiéndole las ideas.

—¡No! ¡Yo lo haré! —aseveró.

Jack la fulminó con la mirada e inmediatamente le devolvió el mismo
golpe, sacudiéndole la cabeza.

—¡No! ¡Yo lo haré! —aseguró.

Y así, después de quedarse mirando como si desearan asesinarse entre
ellos, comenzaron a manotearse rápidamente, cuyas manos eran las únicas
que recibían los golpes, pues ambos se mantenían echados hacia atrás,
con los ojos semi cerrados hasta que se agarraron por los cabellos y
comenzaron a revolcarse en el suelo como un par de niños malcriados,
chillando e insultándose por su derecho a abrir el dichoso cofre.

Mientras James miraba todo aquello con los brazos en jarra, negando con
la cabeza aquella actitud tan infantil e inmadura y Billy los observaba
con una mezcla de interés y miedo, Elizabeth suspiró fastidiada y se
dirigió hacia ellos, agarrándolos a cada uno por la oreja, haciéndolos
chillar de dolor mientras los obligaba a separarse y a levantarse del
suelo, deteniendo así aquella pelea tan denigrante.

—¡¿Acaso no les da vergüenza comportarse de esa manera tan… tan… tan
ridícula?! ¡Dos adultos hechos y derechos no pueden pelear como si
fueran dos niñitos malcriados! —los amonestaba mientras ambos mantenían
la cabeza gacha, avergonzados—. ¿Por qué no actúan como dos hermanos
buenos y abren el cofre de una buena vez entre los dos?

Jack y Jacky, sorprendidos, se miraron, maravillados con aquella idea y,
sin que Elizabeth se lo esperara, el primero la tomó de la cabeza y le
dio un enorme beso en la boca, dejándola pasmada tanto a ella como a
Norrington.

—¡Es por eso que te adoro, mi astuta Lizzy! —declaró alborozado el
pirata, y se agachó para abrir el cofre.

Pero la joven no tuvo tiempo de recuperarse de su asombro, puesto que
Jacky también la tomó por las mejillas y le dio otro buen beso en la
boca, dejándola boquiabierta tanto a ella como a al celosísimo y
confundido James Norrington.

—¡Yo también te adoro por eso, mi querida Lizzy! —declaró felizmente
para luego colocarse el lado de su hermano para disponerse a abrir el
cofre con él.

—¡Oh, Dios! ¡Cuánto los aborrezco! —declaró la muchacha, furiosa.

Viendo que al fin los hermanos Sparrow abrían el cofre, los intrigados y
asombrados James, Elizabeth y Billy, se arrodillaron en torno al cofre
para contemplar su contenido. Entre medio de los viejos papeles que
contenía aquel misterioso y viejo baúl, encontraron otro más pequeño y
elaborado que seguramente contenía el corazón de Davy Jones. Pero antes
de que el capitán Sparrow lo sacara de allí, Norrington gritó y dio un
respingo, sobresaltando a todo el mundo.

—¡Oye! ¡Ya basta con eso! —se quejó, mirando furioso a Jacky mientras se
refregaba el trasero, pues ésta, al estar al lado de él, no quiso perder
aquella maravillosa oportunidad de pellizcarlo.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! No volveré a hacerlo… ¡Pero es que es tan
tentador que no puedo resistirlo! —replicó ésta con cara de perrito
regañado.

Luego de dirigirle una mirada de desaprobación a su hermana, Jack tomó
el misterioso cofrecillo entre sus manos y lo sacó de su escondite,
sosteniéndolo. Entonces, todos acercaron sus oídos a la pequeña caja,
logrando percibir, muy asombrados, un misterioso latido en su interior.
Claro que el pobre italianito no pudo escuchar nada y, por consiguiente,
no tuvo motivos por los que asombrarse.

—¡Es real! ¿Qué hacemos? ¿Lo abrimos? —inquirió Elizabeth.

—No podemos abrirlo sin la llave —rebatió el capitán Jack Sparrow.

—Oigan —comenzó a decir su hermana—, ¿no les parece estúpido que Davy
Jones haya enterrado su corazón en este lugar en donde cualquiera podría
encontrarlo en vez de tenerlo más seguro consigo mismo a bordo del
/Holandés Errante/?

Todos se le quedaron mirando detenidamente por algunos momentos,
pensando en aquella curiosa cuestión.

—Bueno —dijo Jack alzándose de hombros—, pregúntale eso a los guionistas
de la peli, solamente ellos entienden éste lío argumental… De todos
modos nos conviene más que el cofre esté aquí que a bordo del /Holandés
Errante/, ¿no te parece?

—Cierto. Muy cierto —convino su hermana, pero Elizabeth y James los
observaban con cara de no entender nada de lo que ellos se referían.

—Así que decían la verdad… —comentó Norrington, interrumpiendo aquella
ininteligible conversación, sonriendo despectivamente ante semejante
perspectiva que se abría ante sus ojos. ¡Ahora todo se había vuelto muy
claro para él! ¡Su futuro estaba asegurado!

—La decimos muy a menudo, aunque muchos se sorprendan —replicó el pirata
un tanto ofendido.

—¿Lo ves? —intervino Jacky, tomándolo del brazo—. ¡Yo también te dije la
verdad cuando te dije que te amaba de verdad!

Pero antes de que James se la sacara de encima, una persona que nadie se
esperaba que apareciera precisamente en aquella isla, hizo su inesperada
aparición.

—¡No sin razón! —exclamó el reaparecido William Turner, cuyas ropas aún
rezumaban agua del mar puesto que se había acercado a la isla a nado
hasta llegar a sus blancas costas después de haber abandonado el
/Holandés Errante/ y caminar hasta donde ellos se encontraban—. Los
Sparrow siempre dicen lo que les conviene. ¡Apártate de ellos, Elizabeth!

—¡¡Will!! —exclamó la muchacha llena de júbilo, sorprendida por la
inesperada presencia de aquel a quien ya dudada en volver a ver. ¡Por
fin, luego de haberse separado en aquellas terribles circunstancias en
Port Royal volvían a verse! ¡Volverían a estar juntos para siempre y
jamás se separarían otra vez! Sus desesperados ruegos habían sido
escuchados…

Elizabeth, alborozada, corrió hacia él para abrazarlo mientras los demás
lo miraban atónitos. Jacky y Jack supieron entonces que si el muchacho
estaba allí, también estarían, con seguridad, Davy Jones y sus hombres,
por lo que el tiempo había comenzado a correr en su contra más rápido de
lo que habían pensado.

—¿Estás bien? ¡Gracias a Dios! ¡He venido a buscarte…! —le decía la
enamorada joven mientras lo abrazaba y le daba un beso de bienvenida en
la boca, cuya escena hirió en cierta manera los sentimientos de James e
hizo que la capitana Sparrow hirviera de celos en cuanto lo notó.

—Comodoro Norrington, Billy… ¿Todos ustedes se han confabulado con el
bribón de Jack Sparrow? —acusó el joven herrero luego de separar sus
labios de los de su novia.

—Tengo entendido que el capitán Sparrow trataba de salvarte la vida
—replicó el aludido con una sonrisa forzada.

—¿Ah, sí? Pues lo creía más inteligente, señor Norrington —rebatió Will,
sintiendo que el antagonismo entre ambos parecía crecer por momentos.

—Sólo se está burlando, Will… ¿Y a mí no me vas a saludar? —preguntó
Jacky, sonriéndole conciliadoramente mientras se tomaba del brazo del ex
comodoro, pero éste enseguida se separó de ella, dejándola algo desubicada.

—No tengo por costumbre saludar a los traidores —replicó el rencoroso joven.

—¡Oh! ¿Qué? —exclamó Elizabeth, muy confundida ante aquel extraño cruce
de palabras acusadoras, pero Jack Sparrow tenía cosas más urgentes qué
tratar con Will.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? —inquirió preocupado.

—Tortugas marinas, amigo. Un par atadas a mis pies —respondió
irónicamente el aludido.

—No es nada fácil, ¿verdad? —opinó el sonriente capitán del /Perla/.

—Pero te lo agradezco, Jack.

—¿Ah, sí? ¿Qué cosa? —quiso saber, intrigado por las paradójicas
palabras del muchacho.

—Por engañarme y dejarme en el /Holandés Errante/ para saldar tu deuda
con Jones… —fue la reveladora acusación.

—¿Qué? —exclamó sorprendida Elizabeth, mirando a Jack Sparrow.

—¿Qué? —repitió éste, imitándole el tono de voz.

—… ahí me reencontré con mi padre —Will terminó de explicar, mirándolo
con ojos acusadores.

—¡Oh! ¡Qué bien! Bueno, no me agradezcas; no hay de qué… —sonrió el
desvergonzado pirata, pero Elizabeth estaba furiosa y se dirigió hacia
él pada pedirle explicaciones.

—¡Estabas usándome! —lo acusó, sintiéndose traicionada— ¡Todo lo que me
contaste fue una mentira! ¡Palabra por palabra!

—Prácticamente. Más o menos. Tenía prisa de venir; el tiempo vuela
—rebatió el acusado con enorme frescura.

—¡Y tú también tienes mucho que ver en esto! ¿No es así, capitana Jacky
Sparrow? —giró hacia la acusada, quien se había escondido sigilosamente
detrás de James y Billy.

—Oh, bueno… —comenzó a decir la pirata, saliendo lentamente de su
escondite, sonriéndole nerviosamente—…. En parte tal vez, pero no
totalmente; te lo aseguro, Lizzy… Pero he de confesarte que mi prioridad
en la lista era encontrar a este caballero —lo miró detenidamente
mientras él trataba de ignorar su suplicante mirada.

Como nuestra Elizabeth era una jovencita romántica y el hecho de haberse
reencontrado con su prometido, no pudo obligarse a enfadarse con Jacky,
pues sentía una fuerte afinidad con ella, puesto que a ambas las unía el
mismo sentimiento: el amor.

Ignorando aquellos diálogos sin importancia, Will se acercó apremiante
al cofre y se arrodilló frente a él, sacando la llave y la daga que su
padre le había obsequiado antes de que se separaran a bordo del
/Holandés Errante/.

—¡Oye! ¿Qué estás haciendo? —preguntó Jack Sparrow muy alarmado al darse
cuenta de lo que el muchacho intentaba hacer.

—Voy a matar a Jones —respondió, disponiéndose a abrir el cofre.

—No es sensato, William —le advirtió, desenfundando la espada para
detenerlo—, no puedo permitírtelo porque si Jones muere, ¿quién hará que
su horrible bestia cese la caza y me deje tranquilo?

Will lo miró y un tenso silencio prevaleció entre todos los presentes;
la voluntad de dos hombres luchaba por su liderazgo. Ahora, la rivalidad
de intereses entre Jack Sparrow y William Turner era inmensa, rompiendo
el frágil lazo de aparente amistad que mantenían entre ellos dos.

Pero fue el joven herrero quien pareció darse por vencido, pues éste
comenzó a levantarse lentamente mientras Jack Sparrow le pedía que le
diera la llave. Haciendo el gesto de meter la mano en el bolcillo de la
casaca, Will sorprendió al pirata desenvainando con una velocidad
asombrosa el sable que Elizabeth llevaba, apuntándolo con él.

—¡Yo siempre cumplo con mis promesas, Jack! —declaró con vehemencia,
colocándose delante de su sorprendida novia, protegiéndola de cualquier
ataque imprevisto—. Ahora espero ver muerto a Davy Jones y liberar a mi
padre de esa condena… Y espero que estés para verlo.

—¡No puedo permitirte hacer eso! —exclamó James, sacando él también su
espada y amenazando con ella al muchacho—. Lo siento —le sonrió.

—Sabía que al final me caerías bien —declaró Jack, sonriendo gustosamente.

—¡Y yo sabía que al final te pondrías de mi parte, Norricito mío! ¡Que
felicidad! —dijo Jacky, abrazando alborozada al ex oficial, quien la
aparató de él dándole un fuerte empujón, provocando que ésta cayera
sentada en el suelo.

Mirándola despectivamente, James le dijo:

—¡No estoy haciendo esto por ti, idiota, si no por mí!

Y dejando a Jacky haciendo pucheritos mientras Billy trataba de
consolarla mientras la ayudaba a ponerse de pie, Norrington apuntó con
su sable al sorprendido capitán Sparrow mientras Will hacía lo mismo con
el primero, por lo que el pirata, para igualar las cosas, apuntó con la
suya al muchacho.

—Tengo entendido que Lord Beckett desea muchísimo el contenido de ese
cofre. Si se lo doy, recuperaré mi vida. ¡Así que pienso llevárselo!
—declaró James muy decidido.

—¡Ah! El lado oscuro de la ambición —replicó Jack, sonriéndole.

—¡Oh! Yo prefiero considerarlo como una promesa de redención —rebatió su
enemigo, devolviéndole la misma sonrisa cínica.

—¡Ah, no! ¡Esto no se queda así! —exclamó la capitana del /Perla Negra/,
llamando la atención de todos—. ¡Todo esto es por culpa tuya, hermanito!
—le reclamó mientras sacaba ella también su espada, interponiéndose
entre él y el sable de James para amenazar a su hermano.

—No —aseveró Norrington, apuntándola con su filosa arma—. La culpa es
tuya por haberte burlado de mí tanto tiempo.

—Bien —comenzó a decir Jack, mirando nerviosamente la afilada espada de
su otro yo—, creo que esto deberemos arreglarlo como la gente civilizada…

Se hizo otro tenso silencio. Jack miró a Will, a quien tenía amenazado
con su sable; Will miró a James, a quien también tenía amenazado con su
espada; James miró a Jacky, a quien también tenía amenazada; y Jacky
hizo lo propio con Jack, dirigiéndole una furiosa mirada.

¿Cómo terminaría todo aquello? ¿Quién se quedaría con el cofre de Davy
Jones? Todas esas preguntas de hacían los temerosos Elizabeth y Billy,
quienes no podían hacer otra cosa que permanecer como espectadores ante
aquella disputa de poder sobre el tan buscado corazón de Jones.

En la lejanía, la cabra, ignorante de problemas tan complejos como ése,
seguía arrancando la hierba que crecía por allí, masticándola sin prisa
y sin preocupaciones que aquejaran su tranquila vida.


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