Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 3. EL PASADO OCULTO -Capítulo 16-

                               



Después de que Obi-Wan Kenobi y Qui-Gon Jinn son secuestrados hacia el planeta Phindar, se encuentran atrapados en un mundo enloquecido. El Sindicato controla a su gente renovando sus memorias. La única esperanza del planeta se encuentra en una banda de ladrones rebeldes.


Capítulo 16

Qui-Gon, Guerra y Paxxi encontraron un escondite tras una pila de equipos reparadores situada en el hangar del Sindicato. Duenna les había informado de la hora prevista de llegada del príncipe. En la plataforma de aterrizaje esperaba Baftu, acompañado por una tropa de guardias y androides asesinos.
Los hermanos Derida y el Jedi vestían las túnicas blindadas del Sindicato que habían robado dos días antes. Y si bien las túnicas les otorgaban cierta protección, siempre era mejor no ser vistos.
Kaadi había aceptado el plan con entusiasmo. También creía que la visita del príncipe sería el momento ideal para realizar el ataque. Había contactado con todos sus colegas rebeldes y éstos sólo esperaban una señal suya que les indicara la apertura de los almacenes. Había designado a los encargados de buscar armas y distribuirlas, así como a quienes se ocuparían de hacer lo mismo con la comida y los suministros. Y además procuraría que todos los phindianos vieran que se estaba cargando el bacta en la nave del príncipe.
Qui-Gon no podía imaginar cómo sería la furia de un pueblo que se había visto privado durante tanto tiempo de todo lo que necesitaba para subsistir. Seguro que la capital explotaría en mil pedazos. Eso proporcionaría distracción suficiente como para robar el tesoro de Baftu. Esto causaría la caída del Sindicato y haría que la paz volviera por fin a Phindar.
¿Por qué se sentía entonces tan incómodo?, se preguntó. Quizá fuera porque el plan parecía demasiado simple, y estaba lleno de incógnitas. ¿Y si el príncipe iba primero al Cuartel General? ¿Y si Baftu planeaba traicionarlo y quedarse con el bacta? ¿Y si no funcionaba el aparato anti-registrador de Paxxi? Ya lo habían probado con un cierre de seguridad de Kaadi, pero ¿y si el cierre del almacén era de otro tipo? Habría sido peligroso probarlo primero ahí, pero igual debieron intentarlo.
Igual dejaba que la preocupación por Obi-Wan interfiriera en su juicio. Estaba impaciente por hundir al Sindicato y ponerse a buscar a su padawan cuanto antes, pero ¿estaba siendo imprudente?
—Te preocupas mucho, Jedi-Gon —susurró Guerra—. No deberías. Todo saldrá bien. Paxxi y yo siempre hemos tenido suerte.
Qui-Gon no había visto nada que pudiera sustentar esa afirmación, pero el phindiano sólo intentaba ser una ayuda, así que asintió en gesto de gracias.
—Sí, así es, lo garantizamos —añadió Paxxi con un susurro—. El Sindicato se debilitará, y puede que se hunda, y el príncipe Beju se irá sin bacta y sin alianza.
¡Y ya está!
—¡Ya llega la nave! —siseó Guerra.
La nave del príncipe apareció en las alturas, blanca y esbelta. Descendió hasta realizar un aterrizaje perfecto. La rampa se bajó lentamente. Qui-Gon se puso en tensión. Iba a empezar todo.
 
El príncipe bajó lentamente por la rampa, solo. Al principio, el Caballero Jedi se sorprendió; había supuesto que el príncipe llegaría con una guardia real.
Entonces sintió algo familiar en él. Pero, ¿a qué se debía? Tardó largos segundos en darse cuenta de que era Obi-Wan disfrazado.
La alegría inundó su corazón. ¡Su padawan estaba vivo!
Pero a la alegría le siguió rápidamente la confusión. ¿Habría perdido su discípulo la memoria para verse mezclado de algún modo en los asuntos de Gala? Sería una coincidencia increíble. ¿Cómo habría conocido al príncipe Beju?
—-Miradlo. Se nota que ese bruto es un ser maligno —dijo Paxxi con desagrado.
—Mira mejor. Ese muchacho es Obi-Wan —murmuró el Jedi. Paxxi boqueó.
—Sí, es verdad, ya me pareció muy apuesto y valiente. ¡Y qué porte más real tiene!
—¡Obawan! ¡Estoy entusiasmado! —exclamó Guerra exultante, entre susurros, antes de caer en la cuenta—. Pero, ¿qué podemos hacer ahora, sabio Caballero Jedi-Gon? No podemos seguir con nuestro plan. Si alertamos al pueblo de que el príncipe se lleva el bacta, pondremos a Obi-Wan en grave peligro.
—¿Crees que le habrán borrado la memoria y que ahora lo está utilizando el Sindicato? —murmuró Paxxi.
—No sé qué pensar —dijo Qui-Gon en voz baja, con los ojos clavados en Obi- Wan mientras éste saludaba a Baftu.
Sólo podía hacer una cosa, y se concentró para buscar en la Fuerza. Se empapó en ella y la dirigió hacia su discípulo como si fuera una ola.
Y esperó, con los músculos tensos, con todas las células alertas, con el corazón suplicante, a que su padawan le escuchara.
Sintió que éste recogía su oleada de Fuerza y se la devolvía, rompiendo en él como una gloriosa cascada.
Qui-Gon cerró los ojos con profundo alivio.
—Está bien. Ha resistido el borrado de memoria.
Los hermanos Derida intercambiaron miradas incrédulas.
—Nadie antes ha conseguido eso —dijo Paxxi.
—Sabía que él podría hacerlo —afirmó Guerra—. Qué va, es mentira. Tenía miedo por mi gran amigo Obawan, pero ahora siento alivio y alegría.
—Yo también, mi buen hermano.
Los dos hermanos se enroscaron con sus largos brazos y se abrazaron, acercándose las caras sonrientes.
 
Pero el Caballero Jedi estaba preocupado. El phindiano tenía razón. Pondrían a Obi-Wan en peligro si seguían con su plan. Pero, ¿no tendría su discípulo también su propio plan? ¿No se había metido el muchacho en un aprieto mucho mayor?
Lanzó un suspiro. Tendría que esperar, y no actuar mientras no supiera lo que planeaba su aprendiz.
Una de las lecciones Jedi que había intentado enseñarle una y otra vez al muchacho era que la actividad de la espera siempre era necesaria. Actuar es algo que puede ponerte en peligro, le decía. El esperar y observar es siempre una tarea mucho más difícil, pero ésa es la que se debe dominar.
Si tan sólo se hubiera enseñado a sí mismo esa z.
***
Obi-Wan sintió que la Fuerza le golpeaba como una ola. Supo que su Maestro estaba cerca y eso le dio fuerzas.
Le preocupaba que Terra pudiera cambiar de opinión y que estuviera en la plataforma para recibir a Beju. Estaba seguro de que lo reconocería al instante. Y, pese a haberlo encerrado en su camarote, le preocupaba que el príncipe pudiera hacer ruido suficiente como para que le oyeran. Tenía que alejar a Baftu de allí lo antes posible.
—Bienvenido, príncipe Beju —dijo Baftu al acercarse a él—. Me sorprende verle solo. ¿Lo ha pilotado usted mismo?
—Pensé que lo mejor sería venir solo —repuso en voz alta, esperando que Qui- Gon pudiera oírle—. Debo confesar que tengo mis dudas sobre esta alianza.
Baftu perdió la sonrisa.
—Pero si estábamos de acuerdo en todos los términos.
—Sí, pero yo arriesgo mucho más que usted —dijo Obi-Wan—. Usted siempre me dice que debo confiar en que cumplirá lo pactado. Siempre hablamos de mercancías que no he visto. Me habla de una gran provisión de bacta, de un gran tesoro que compartirá conmigo para que yo pueda recuperar Gala. Pero aún no he visto nada de eso.
La sonrisa de Baftu era tensa.
—Pues ahora lo verá. Vayamos primero al cuartel general. Allí tomaremos un refrigerio y...
—No. Primero el bacta —le interrumpió cortante Obi-Wan.
—Pero si he preparado un banquete. Allí podremos repasar los detalles. ¿No fue usted quien dijo que necesitaría comer algo tras el viaje?
—¡No me aburra con preguntas! Limítese a obedecerme. Primero el bacta.
Después el tesoro. O me vuelvo a mi nave y regreso a casa.
La irritación de Baftu era visible.
 
—¿No acordamos que lo mejor era cargar el bacta al abrigo de la oscuridad? Si mi pueblo ve la cantidad de bacta que tenemos aquí, podría resultar peligroso para todos.
Obi-Wan se echó la capa por encima del hombro.
—¿Es que no puede controlar a su pueblo, Baftu? ¿Acaso les tiene miedo? Eso hace que me sienta inseguro.
El aprendiz de Jedi pensó por un momento que Baftu le mataría allí mismo. Pero la alianza era demasiado importante para él. Los ojillos astutos de Baftu se estrecharon y puso una sonrisa forzada.
—Como desee el príncipe, claro. Cargaremos primero el bacta.
—Excelente —le dijo Qui-Gon en voz baja a los hermanos Derida— Obi-Wan está ganando tiempo. Tenemos que cambiar nuestros planes. Primero el tesoro y después los almacenes. Alertad a Kaari de que el príncipe está cargando el bacta, y volved después conmigo.




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