Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 7. CAUTIVOS DEL TEMPLO -Capítulo 6-

                                                    



La paz por encima de la ira
El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

El Templo Jedi esta bajo ataque. Se hizo un intento de matar Yoda. Un peligroso intruso se ha infiltrado en los Jedi.
Todos estan debajo sospecha, y nadie esta a salvo de daños. Obi-Wan Kenobi y Qui-Gon Jinn deben llegar al corazón de la conspiración ... o ver la destrucción del templo, desde adentro.


Capítulo 6

Qui-Gon estaba en el Centro Técnico junto a Miro Daroon. Alrededor de ellos se curvaba una pantalla azul que recorría toda la pared de la sala circular. La pantalla mostraba diagramas de todos los túneles, pasillos de servicio, pasarelas y conductos del Templo Jedi.

Al principio, los diseños esquemáticos le parecieron laberínticos a Qui-Gon, pero, con la ayuda de Miro, aprendió a entender la lógica de los diagramas.

Pero la lógica no le había ayudado a comprender al intruso. Había docenas de túneles lo suficientemente altos como para que alguien de la talla de Bruck caminara de pie por su interior. Los conductos estaban convenientemente situados en todos los pisos, y comunicaban pequeñas estancias en cada área del Templo, excepto en aquellas con seguridad restringida, como la Cámara del Tesoro.

El problema consistía en descubrir cómo se movía el intruso y en anular esa capacidad. Qui-Gon ya había llamado a la Jedi Tahl, su compañera en la investigación, para que enviara equipos de búsqueda que peinaran la infraestructura. Pero eso llevaría tiempo, un tiempo con el que no contaban. Aún tenía esperanzas de obtener alguna pista.

La puerta siseó al abrirse tras ellos. Qui-Gon atisbó a Obi-Wan en el reflejo de la pantalla y comprobó que el chico, al verle, se detenía inmediatamente.

¿Tenemos algún otro problema adicional? —preguntó rápidamente Qui-Gon a Miro.

Quería que Obi-Wan se quedara, pero no podía pedírselo. Eso sería ir contra los designios del Consejo. Pero pensó que si Miro y él comenzaban a hablar de los problemas del Templo, y Qui-Gon no le pedía que se marchase, Obi-Wan se quedaría.

Así que esto es lo que quiso decir Yoda, pensó Qui-Gon.

Miro suspiró. Era un alienígena grande del planeta Pitón. Su constitución era muy delgada. Tenía la frente ancha y los ojos claros, casi blancos. En su planeta, los pitonianos vivían bajo tierra y apenas tenían pigmentación en la piel, que era casi transparente. No tenían pelo, y Miro llevaba sombrero y gafas tintadas para protegerse los ojos de la luz.

Cuando intenté reparar la energía de los turboascensores de servicio del área del lago, la circulación del aire falló en el ala norte. Tenemos que llevarnos a todos los estudiantes a los barracones temporales del edificio principal.

En el reflejo de la pantalla, Qui-Gon vio a Obi-Wan estudiando los diagramas.

Así que ahora ya son dos las alas del Templo que se han cerrado — murmuró Qui-Gon pensativo —. Debes de estar muy frustrado, Miro.

La apenada expresión de Miro pasó a reflejar todavía más disgusto.

Frustrado no lo expresa totalmente, Qui-Gon. Conozco este sistema como la palma de mi mano, pero cuando arreglo un problema, aparecen otros tres. Es

 

difícil llevar este ritmo. Nunca había visto un sabotaje tan elaborado, ni siquiera en los modelos simulados. El último recurso que me queda es apagar todo el sistema y ejecutar mi propio programa, pero no quiero tener que hacerlo.

A Qui-Gon le disgustó saber eso. Miro era un técnico experto, brillante e intuitivo. Había que ser un genio para confundirle, y Bruck no lo era en absoluto. Buscaban a alguien escurridizo que odiaba a los Jedi, y con gran habilidad para el subterfugio. Y ahora, además, resultaba que también era ingeniero técnico.

Qui-Gon se quedó de piedra. Lo había tenido en mente desde hacía algún tiempo. Era un pensamiento frío e insidioso, como el agua metiéndose por las grietas de una roca. Ahora, la certeza le congeló y la roca se rompió en mil pedazos.

Xánatos —murmuró.

Obi-Wan se asustó. Miro contempló a Qui-Gon perplejo.

¿Crees que Xánatos está implicado en esto?

Es posible... —murmuró Qui-Gon.

Las pistas llevaban un tiempo revelándolo. Había percibido un motivo de venganza personal en aquella operación. Xánatos sentía un odio implacable por los Jedi. Un odio que sólo era superado por el que sentía hacia Qui-Gon.

Y luego estaba la sensación que tuvo en la Estancia de las Mil Fuentes...

¿Estaría Xánatos por allí?

Interrupción + desmoralización + distracción = devastación. Durante aquella misión, Xánatos era su padawan. Por aquel entonces tenía dieciséis años. Seguro que recordaba la fórmula.

Me acuerdo de él —dijo Miro en voz baja—. Era un año menor que yo, pero era el único alumno Jedi capaz de construir mejores modelos de infraestructura técnica que yo.

Qui-Gon asintió. La mente del joven Xánatos fue lo primero que atrajo a Qui- Gon. Lo primero que le hizo preguntarse si sería un buen padawan.

En ese momento, Qui-Gon tomó una decisión. No se le permitía involucrar a Obi-Wan en la investigación, pero las cosas habían cambiado.

Se dio la vuelta para mirar a Obi-Wan por primera vez.

—Necesito tu ayuda —dijo.

 






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