Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 7. CAUTIVOS DEL TEMPLO -Capítulo 15-

                                                       



La paz por encima de la ira
El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

El Templo Jedi esta bajo ataque. Se hizo un intento de matar Yoda. Un peligroso intruso se ha infiltrado en los Jedi.
Todos estan debajo sospecha, y nadie esta a salvo de daños. Obi-Wan Kenobi y Qui-Gon Jinn deben llegar al corazón de la conspiración ... o ver la destrucción del templo, desde adentro.


Capítulo 15

La Cámara de Seguridad había sido construida como una caja fuerte. No podía accederse a ella mediante el turboascensor. La única entrada era una escalera que bajaba directamente desde la Sala del Consejo Jedi. El acceso estaba limitado a los miembros del Consejo, que tenían que pasar por un escáner de retina para poder entrar. El permiso de entrada tenía que ser recibido y registrado en el sistema central.

El cebo de Ali-Alann y Garen les había dado tiempo para montar la emboscada. Yoda arregló todo para que Qui-Gon y Obi-Wan entraran antes de que se desactivara el sistema de seguridad. La antesala previa a la cámara era estrecha y estaba oscura, con las luces a media potencia.

Faltan tres minutos para que Miro apague el sistema — dijo Qui-Gon a Obi- Wan—. Xánatos y Bruck entrarán a través de uno de los conductos de aire. No esperes para atraparlos. La sorpresa es la clave, pero no actives el sable láser demasiado pronto o el brillo delatará nuestra presencia.

Obi-Wan asintió y agarró el sable láser con los ojos fijos en el techo. Los minutos pasaban lentamente. La falta de ventilación le hacía sudar. Sus dedos resbalaban en la empuñadura del sable. Obi-Wan se secó con rapidez la palma de la mano en la túnica.

El muchacho intentó invocar la calma que mostraba Qui-Gon, pero no podía asimilarla. No sabía por qué tenía tantos problemas con la entereza. Tenía los nervios a flor de piel. No podía pensar en nada que no fuera Bant. ¿Estaría viva o muerta?

Pensar en Bant hizo que el pánico se apoderara de él de nuevo. Obi-Wan luchó contra ello. Salvarían a Bant. Vencerían a Xánatos. Su enemigo no era invencible. Confiaba en la fuerza y en la sabiduría de Qui-Gon.

De repente, las luces se apagaron. Aunque Obi-Wan sabía que eso iba a ocurrir cuando Miro apagara el sistema central, no pudo evitar cierta sorpresa. Hizo un esfuerzo para tranquilizarse.

Un sonido sobre sus cabezas les avisó de que había alguien moviéndose por los conductos de ventilación. Qui-Gon clavó sus entrenados ojos en el conducto más cercano a la puerta del tesoro.

Un momento después, la rejilla se abrió. Xánatos y Bruck bajaron de un salto. Ambos iban de negro y sus siluetas se mezclaban con la oscuridad. Sólo se apreciaba la coleta blanca de Bruck y la pálida tez de Xánatos.

Obi-Wan y Qui-Gon se movieron al unísono y avanzaron rápidamente con los sables láser activados.

La sorpresa en el rostro de Xánatos fue gratificante. Soltó un grito de rabia, retrocedió y llevó su mano al sable láser.

Bruck no era tan rápido. Tropezó y tanteó en busca de su arma. Ya tenía la empuñadura de su sable láser en la mano cuando Qui-Gon, con un delicado

 

movimiento, se lo quitó sin rozarle la piel. No quería herir al chico, sólo capturarle.

Obi-Wan se aproximó a Xánatos mientras Qui-Gon se le acercaba por el otro lado.

Pero, esta vez, fue Xánatos quien les sorprendió. En lugar de intentar escapar saltó hacia delante, agarró a Bruck y puso la luminosa hora roja de su sable en el cuello del chico.

No os acerquéis más —dijo, desafiándoles con los ojos —. Sabes que lo haré, Qui-Gon.

¿Xánatos? —los ojos de Bruck temblaban de miedo.

Cállate —le dijo Xánatos —. Ahora tengo dos rehenes, Qui-Gon —continuó

—. ¿Quieres sacrificar dos jóvenes vidas?

Qui-Gon hizo un sutil movimiento hacia Obi-Wan, que notó el fluir de la Fuerza.

Qui-Gon le llamaba, intentando decirle algo. ¿Pero qué?

Si el plan es bueno, no hay razón para abandonarlo.

Obi-Wan recordó que Qui-Gon quería que se mostrara impaciente y a punto de perder el control. De esa forma, Xánatos no le vería como una amenaza.

¿No vas a dejar que se salga con la suya, no? —gritó Obi-Wan con voz desesperada —. ¡Me da igual Bruck! ¡Vamos a por él!

El chico no tiene piedad, Qui-Gon —dijo Xánatos con voz ronca—. ¿Lo ha aprendido de ti?

Rugiendo, Obi-Wan se lanzó sobre Xánatos. Al mismo tiempo, Qui-Gon se abalanzó a por él. Xánatos arrojó a Bruck hacia delante de un empujón, intentando utilizar al chico para bloquear el ataque de Obi-Wan. Simultáneamente, se adelantó para responder al primer ataque de Qui-Gon.

Bruck cayó al suelo y tanteó para recuperar su sable láser. Obi-Wan saltó para impedírselo, pero Bruck agarró el arma, se echó a un lado y se puso de pie.

¡Mátala! —gritó Xánatos a Bruck—. ¡Ahora! Bruck salió corriendo de la antesala.

¡Ve tras a él! —rugió Qui-Gon a Obi-Wan. Obi-Wan corrió detrás de Bruck, pero Xánatos se echó a un lado y le asestó un golpe. Obi-Wan lo esquivó, pero se vio impulsado hacia atrás violentamente. El joven Jedi atacó a Xánatos, pero éste bloqueó todos sus movimientos mientras giraba para evitar a Qui-Gon.

Qui-Gon aumentó el ritmo de sus ataques con decisión, avanzando hacia Xánatos inexorablemente, tan implacablemente que Obi-Wan se vio libre para maniobrar.

No quería dejar a Qui-Gon solo con Xánatos, pero tenía que detener a Bruck.

Elegir era imposible, pero no había alternativa.

Abandonó a Qui-Gon y se dirigió a salvar a Bant.

 




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