Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 7. CAUTIVOS DEL TEMPLO -Capítulo 5-

                                                    



La paz por encima de la ira
El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

El Templo Jedi esta bajo ataque. Se hizo un intento de matar Yoda. Un peligroso intruso se ha infiltrado en los Jedi.
Todos estan debajo sospecha, y nadie esta a salvo de daños. Obi-Wan Kenobi y Qui-Gon Jinn deben llegar al corazón de la conspiración ... o ver la destrucción del templo, desde adentro.


Capítulo 5

Obi-Wan decidió que necesitaba un nuevo intercomunicador ¿Y si volvía a suceder algo delante de sus ojos y tenía que pedir ayuda? ¿O qué pasaría en el supuesto de que Qui-Gon y el Consejo cambiaran de idea y le necesitaran?

Quizá me esté haciendo ilusiones, pero no me importa, pensó Obi-Wan. Tengo que pensar como un Jedi, aunque el Consejo no quiera que lo haga.

En lugar de dirigirse a su dormitorio, Obi-Wan se dirigió al Centro Técnico.

Estaba seguro de que Miro Daroon le proporcionaría un nuevo intercomunicador.

En el pasillo vio frente a él a una figura conocida que venía comiendo una pieza de fruta muja. Era Siri, una compañera. Él no la conocía muy bien, pero sabía que había sido amiga de Bruck. Quizá si le preguntaba, ella le daría alguna pista sobre el chico y él podría volver al Consejo con la información.

La llamó por su nombre. Ella se detuvo y se dio la vuelta. El impacto de sus ojos azules era como una ola encrespada. Siri siempre había sido preciosa, pero detestaba que le hicieran comentarios sobre ello. Llevaba el pelo rubio cortísimo y apartado de la frente. Ese estilo masculino era, probablemente, un intento de ocultar su belleza, pero lo único que conseguía era destacar sus inteligentes ojos y su brillante tez.

Cuando vio quién la había llamado, su gesto amable se enfrió. Obi-Wan se preguntó por qué. Nunca habían sido amigos, pero tampoco se habían llevado mal. Siri tenía dos años menos que Obi-Wan, pero sus capacidades la habían llevado a la clase de sable láser de Bruck y Obi-Wan. Había sido una extraordinaria contrincante. Obi-Wan pensaba que tenía un estilo atlético y una gran concentración. Al contrario que otros estudiantes, durante un duelo, Siri no se dejaba llevar nunca por emociones como la rabia o el miedo, y nunca se metía en pequeñas disputas. Obi-Wan pensaba que la chica se concentraba demasiado. En los ratos libres, nunca parecía relajada ni dispuesta a unirse a las bromas y a la diversión del resto de los estudiantes.

—Obi-Wan Kenobi —dijo Siri sin emoción—. Oí que habías vuelto —mordió un pedazo de fruta.

Siri, tú eras amiga de Bruck —dijo Obi-Wan rápidamente—. ¿Percibiste algún indicio de ira o de rebeldía en él durante los últimos meses? ¿O cualquier otra cosa fuera de lo normal?

Siri masticó, mirándole sin responder.

Obi-Wan se sintió incómodo y se dio cuenta de que, en los últimos tiempos, ser amigo de Bruck no era exactamente beneficioso. Había soltado la pregunta sin pensarlo, ansioso por obtener una respuesta y consciente de la falta de tiempo. Supuso que tendría que haber formulado la pregunta de forma más diplomática.

Mientras Obi-Wan pensaba otra forma de decirlo, Siri tragó y giró la pieza de fruta en la mano para buscar el siguiente lugar en el que hincar el diente.

¿Y a ti qué te importa? —preguntó ella.

 

Su rudeza sorprendió a Obi-Wan, que hizo un esfuerzo para no soltarle una réplica del mismo estilo.

Quiero ayudar a Qui-Gon a atrapar a Bruck y al intruso... —comenzó a explicar pacientemente.

Espera un segundo —le interrumpió Siri —. Yo creía que Qui-Gon Jinn te había expulsado. Y que tú habías pasado de los Jedi.

Obi-Wan se enfadó.

Yo no pasé de los Jedi —dijo irritado —. Y en lo que respecta a Qui-Gon, nosotros... —Obi-Wan se detuvo. ¡No tenía por qué dar explicaciones a Siri! Ella estaba ahí, mascando su fruta y mirándole como si fuera un experimento de laboratorio— No deberías hacer caso de los cotilleos — le dijo.

¿Entonces por qué quieres que cotillee sobre Bruck? — le replicó Siri sin perder la calma. Volvió a morder la muja.

Obi-Wan estaba enfadado, pero respiró hondo. La conversación no iba bien, eso estaba claro.

El Templo está siendo asediado —dijo, esforzándose por no perder la calma

—. Pensé que querrías ayudar.

Siri se puso roja.

No tengo que ayudarte, Obi-Wan. Ni siquiera eres un Jedi. Pero, para tu información, yo no era amiga de Bruck. Él sólo se pegaba a mí de vez en cuando para copiarme los movimientos de sable láser. Él sabía que yo luchaba mejor que él. Igual que el resto de la clase. Yo pensaba que era aburrido porque siempre intentaba impresionarme. Eso es todo sobre nuestra supuesta amistad. ¿Vale?

Vale —dijo Obi-Wan —, pero si recuerdas algo...

Y otra cosa —le interrumpió Siri echando chispas por los ojos —. A mí me importa mucho el Templo. Eres tú el que abandonó a los Jedi. Y al hacerlo pusiste en duda el compromiso de todos los padawan, presentes y futuros. Conseguiste que los Caballeros Jedi nos preguntáramos si teníamos el nivel de compromiso que debíamos tener. ¡Eres casi tan malo como Bruck!

Las palabras de Siri impactaron en su cara como bofetadas con la mano abierta. El rostro de Obi-Wan enrojeció. ¿Era eso lo que pensaban los otros estudiantes? ¿Que les había traicionado?

Obi-Wan no había pensado que su decisión pudiera haber puesto en duda el compromiso de los otros padawan. Si estuviera en una situación similar, ¿ayudaría él a alguien que hubiera hecho lo que él hizo?

Con cada encuentro en el Templo, Obi-Wan se hacía una idea más clara de las consecuencias que había provocado su decisión de quedarse en Melida/Daan. Ahora se daba cuenta de que su acción había dejado una estela de consecuencias mayor de lo que pensaba.

Por ti mismo las decisiones tomas, pero que también afectan a aquellos que

 

permanecen en silencio a tus espaldas recordar debes.

¿Cuántas veces había oído a Yoda decir aquello? Ahora, el significado estaba tan claro que parecía burlarse de él con su simplicidad. Comprendió a la perfección lo que Yoda quería decir. Tenía que haberlo entendido antes.

Siri parecía un tanto arrepentida de sus palabras. Sus mejillas estaban casi tan rojas como las de Obi-Wan.

Si te acuerdas de algo que pueda servir de ayuda, por favor, ve a ver a Qui- Gon —dijo Obi-Wan.

Lo haré —murmuró Siri —. Obi-Wan...

Pero él no podría soportar oír una disculpa o una excusa. Sabía que Siri había soltado lo que encerraba en su corazón.

Tengo que irme —le interrumpió Obi-Wan, y se alejó rápidamente.





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