Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 7. CAUTIVOS DEL TEMPLO -Capítulo 4-

                                                    



La paz por encima de la ira
El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

El Templo Jedi esta bajo ataque. Se hizo un intento de matar Yoda. Un peligroso intruso se ha infiltrado en los Jedi.
Todos estan debajo sospecha, y nadie esta a salvo de daños. Obi-Wan Kenobi y Qui-Gon Jinn deben llegar al corazón de la conspiración ... o ver la destrucción del templo, desde adentro.


Capítulo 4

Habían sido demasiado duros con él, pensó Qui-Gon cuando dejó a Bant y procedió a reunirse con Yoda. Obi-Wan había actuado de forma impulsiva, de acuerdo, pero Qui-Gon habría hecho exactamente lo mismo.

Lo peor era que no podía interferir en la amonestación del Consejo. Y, además, había aprendido a confiar en su sabiduría en lo referente a esos temas. Sin duda era mejor que Obi-Wan reflexionara sobre su impulsividad, dado que fue eso precisamente lo que le hizo abandonar la senda Jedi. Mace Windu, Yoda y el Consejo siempre tenían una razón para ser severos. Así que, aunque quería estar con Obi-Wan, le dejó solo para que el chico pensara en lo que había dicho Mace Windu.

Obi-Wan se había arriesgado. No había duda. A Qui-Gon le temblaron las piernas por un momento mientras recordaba cómo se había sentido cuando había llegado al lago y había descubierto que Obi-Wan estaba en el túnel del turbotransporte. Sintió un escalofrío de temor. ¿Qué hubiera pasado si el túnel se hubiera partido antes de llegar los Maestros? ¿Y si Obi-Wan hubiera muerto? Ese pensamiento hizo que su corazón casi se detuviera por un momento.

Pero retomó el ritmo acelerado. Había aprendido mucho en las últimas semanas sobre las sorpresas que puede dar el corazón. Estaba empezando a darse cuenta de lo intrincados y profundos que eran los lazos entre él y su anterior padawan.

Pero tenía que centrarse en el problema que le ocupaba. Cualquier otro tema pendiente tendría que esperar.

* * *

Yoda estaba en mitad del blanco espacio diáfano de la Cámara de Seguridad de la torre central, en la que no había posibilidad alguna de ser espiados.

Por Miro Daroon confirmado está —dijo Yoda a Qui-Gon —. Sabotaje fue. Un temporizador en los propulsores, y un virus en el núcleo central que las tuberías del transporte y las unidades de intercomunicación de la zona bloqueaba. Encontrar a esta persona debemos, Qui-Gon. A por los niños ahora va. Que Bruck pueda estar involucrado en este asunto, extraño me parece —concluyó.

El último motor aguantó —señaló Qui-Gon —. No creo que quisiera hacer caer el turbotransporte.

Yoda se volvió hacia él.

¿Tanteándonos el intruso está? ¿Por una broma la vida de los niños en peligro poniendo está?

Quizá haya otro motivo —dijo Qui-Gon —. Todavía no lo tengo claro. Al principio pensé que los pequeños robos estaban destinados únicamente a irritar y molestar. Ahora me pregunto otra cosa. Los objetos robados parecen haber servido para varios propósitos. La caja de herramientas de la servounidad fue empleada, probablemente, para desmantelar los propulsores. El intruso utilizó el

 

hábito de meditación del profesor para poder moverse libremente, sobre todo por la mañana temprano, que es cuando meditan la mayoría de los Caballeros.

¿Y el equipo deportivo del estudiante de cuarto año? —preguntó Yoda.

—Todavía no significa nada —dijo Qui-Gon —. Y luego están los expedientes robados de la escuela. Sólo los de los estudiantes de la A a la H. El apellido de Bruck es Chun. Estoy seguro de que los archivos fueron robados para ocultar algo sobre él.

Yoda asintió.

Reunir la información tiempo llevará. Algo que no sabes, Qui-Gon, es que esta época especial para los Jedi es. Una misión secreta para el Senado hemos emprendido. Junto a nuestro tesoro una gran remesa de vértex hay guardada.

Qui-Gon no pudo evitar su expresión de sorpresa. El vértex era un mineral muy valioso. Tras ser extraído de las minas era cortado en cristales con formas distintas para ser utilizado como moneda. Muchos planetas empleaban el cristalino vértex en lugar de los créditos.

La aceptación de semejante remesa precedentes no tiene —admitió Yoda, viendo la sorpresa de Qui-Gon—, pero el Consejo pensó que era lo mejor. Dos sistemas estelares hay, bloqueados en un conflicto a causa del cargamento. El acuerdo de paz casi terminado está. Si se descubre que el Templo es vulnerable guerra habrá —la voz de Yoda reflejó su preocupación —. Una guerra muy larga sería, Qui-Gon. Numerosas alianzas estos sistemas tienen.

Qui-Gon digirió la información. A menudo le sorprendía el hecho de que, aunque el Templo fuera un refugio, estuviera conectado de tantas y tan complicadas formas con la galaxia.

No hay tiempo que perder —le dijo a Yoda—. Comenzaré a trabajar con Miro Daroon. He de averiguar cómo se las arreglan Bruck y el intruso para ir por el Templo sin ser vistos. Tendré que coordinarlo con Tahl.

Yoda parpadeó.

¿Y Obi-Wan?

El Consejo ha ordenado a Obi-Wan que permanezca al margen —respondió Qui-Gon sorprendido.

—Predigo que el chico encontrará de nuevo la forma de su ayuda ofrecer —dijo Yoda.

¿Y yo tendré que rechazarla? — Yoda hizo un gesto con el brazo.

Directamente implicado el chico no debería estar, pero fuera de todo esto yo no le dejaría.

Qui-Gon sonrió mientras se marchaba rápidamente. Era un consejo contradictorio, propio de Yoda. Y, aun así, los consejos del Maestro acababan teniendo siempre sentido.

Qui-Gon tomó un atajo y cruzó la Estancia de las Mil Fuentes para llegar al

 

túnel de transporte que le llevaría directamente al Centro Técnico. Caminaba decidido por los laberínticos senderos, sin apenas prestar atención al entorno y concentrado en el problema que le preocupaba.

Entonces vio el puente destrozado en el que habían atacado a Yoda.

Qui-Gon se detuvo, con la mirada fija en el puente despedazado, y su pensamiento viajó al pasado. Hacía años se le había encomendado la misión de detener a un tirano que intentaba tomar un planeta en el Borde Exterior. La estrategia del tirano se basaba en una sencilla ecuación: interrupción + desmoralización + distracción = devastación.

Ése era el patrón, pensó Qui-Gon. Los ladrones habían seguido esa fórmula. Los pequeños hurtos habían interrumpido las clases y las actividades; el robo de los Cristales de Fuego Sanadores y el ataque a Yoda habían desmoralizado a muchos estudiantes; y el mal funcionamiento del aire acondicionado, las fisuras en el sistema de seguridad, y la destrucción de uno de los principales turbotransportes habían distraído la concentración de los Jedi para mantener el funcionamiento del Templo. ¿La misma fórmula malvada intentaba desbaratar el Templo? Ese tirano había muerto hacía años, pero ¿habría dado a conocer su maligna ecuación?

De repente, Qui-Gon pudo percibir una profunda perturbación en la Fuerza.

Estaba en el aire que le rodeaba. Las sólidas rocas parecían brillar.

El Lado Oscuro estaba cerca.

La sensación se disipó. Las fuentes siguieron fluyendo, salpicando suavemente con el agua refrescante las mejillas del Jedi. Qui-Gon examinó minuciosamente la zona, cada hoja, cada sombra.

No vio nada fuera de lo normal, pero sabía que algo estaba acechando.

 





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