Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 6. SENDERO DESCONOCIDO -Capítulo 16-

                                                 



Obi-Wan Kenobi ha dejado de ser un Jedi y ha elegido formar parte de la revolución en el planeta Melida/Daan. Su Maestro, Qui-Gon Jinn, ha regresado a Coruscant para atender asuntos urgentes en el Templo Jedi.

Obi-Wan se siente cómodo con sus nuevos amigos, los líderes de la revolución. Juntos han conseguido mucho poder, tal vez demasiado.

Mientras la revolución continúa, los amigos se convierten en enemigos, y el sendero por el que camina Obi-Wan se va volviendo más desconocido.

Qui-Gon ya no está a su lado para ayudarle. Ahora, Obi-Wan está solo.


Capítulo 16

Cuando Yoda se comunicó con Obi-Wan en forma de holograma y le dijo que Qui-Gon estaba en camino, el muchacho se sintió exultante. Recuperó la confianza y sintió el primer momento de felicidad desde la muerte de Cerasi.

Pero, inmediatamente, la felicidad se transformó en preocupación. Qui-Gon venía obligado. ¿Trabajar con un Qui-Gon silencioso y desaprobador iba a ser peor que trabajar solo?

Melida/Daan es lo que importa, se dijo a sí mismo con firmeza, tengo que hacer todo lo que esté en mis manos para salvar el planeta que Cerasi tanto quería.

Qui-Gon tardaría varios días en llegar. Mientras tanto, Obi-Wan tenía mucho tiempo de sobra y nada que hacer. Gracias a la amargura de Nield, había sido expulsado de los Jóvenes. Tal vez quedaba alguien que no estaba de acuerdo con las tácticas de Nield, pero eso no significaba que fuera a unirse a Obi-Wan. Nadie se atrevía a contradecir a Nield.

Obi-Wan se sentía como si fuese un fantasma. No se le permitía dormir en los túneles, así que lo hacía donde podía o donde se le hacía de noche. Edificios abandonados, plazas públicas, un parque alumbrado con los focos de varios deslizadores abandonados. La vida giraba a su alrededor, pero él no participaba en ella. Lo único que le retenía en el planeta su apego a la causa de Cerasi.

Su única amiga era Roenni. La chica le buscaba a menudo y le entregaba comida. Le había llevado un equipo de supervivencia con una cuerda brillante, un botiquín y una cálida y ligera manta para las noches frías. Obi-Wan se sentía agradecido por su lealtad, pero también estaba preocupado por si alguien les veía juntos y se lo contaba a Nield.

—Se enfadará mucho —le dijo a Roenni.

Estaban sentados en un pequeño parque que había sido un campo de batalla durante la última guerra, y donde la hierba luchaba por crecer en medio de las zonas de terreno que habían quedado abrasadas. Sólo quedaba un árbol de pie; los demás eran sólo muñones con las ramas y los troncos reducidos a astillas.

Los cálidos ojos marrones de Roenni se volvieron fieros de repente.

—No me importa. Lo que está haciendo está mal. Nield es una buena persona y algún día se dará cuenta. Hasta entonces te protegeré. Igual que tú me protegiste a mí.

—No sé si Nield cambiará de opinión algún día —contestó Obi-Wan, recordando el odio que había visto en su mirada.

—No sabe lo que hace porque está dolido —dijo Roenni tranquilamente—. Sólo tú puedes lograr la paz, Obi-Wan.

—No puedo hacer nada —dijo Obi-Wan derrotado—. No tengo influencia sobre Nield. Ni siquiera me habla.

— ¿Por eso has llamado a tu Jedi? —preguntó Roenni—. ¿Puede él ayudar a

 

Melida/Daan?

Obi-Wan asintió y tocó su piedra de río.

—Si hay alguien que puede ayudaros es Qui-Gon Jinn.

Obi-Wan seguía confiando plenamente en su Maestro, aunque Qui-Gon hubiese perdido la confianza en él.

***

Por fin amaneció el día de la llegada de Qui-Gon. Obi-Wan había recibido instrucciones para encontrarse con él fuera de las puertas de la ciudad.

Cuando Obi-Wan vio la figura alta y fuerte del Maestro Jedi dirigiéndose hacia él, sintió un escalofrío de alegría. Una sonrisa de alivio se dibujó en su cara.

Pero, a medida que iba reconociendo el rostro inexpresivo de Qui-Gon, la sonrisa se fue desvaneciendo lentamente. Por supuesto, su Maestro, o más bien su antiguo Maestro, no sonreía. Obviamente, ver a un antiguo padawan tenía que llenar de angustia a un Caballero Jedi.

La expresión del rostro de Qui-Gon se relajó y se volvió más neutral. El Jedi asintió a Obi-Wan.

No hubo un saludo. Ni preguntas acerca de su estado de ánimo. Bien. Obi-Wan podía sobrellevarlo. Había pedido ayuda, no amabilidad. Los dos empezaron a andar juntos hacia la ciudad.

Obi-Wan esperaba que Qui-Gon hablase. ¿Por qué no lo hacía? Si pudieran hablar de lo que había sucedido... Si Qui-Gon le diera una oportunidad de explicarse...

En el instante en el que había visto a Qui-Gon se había dado cuenta de algo. Ahora estaba seguro. Quería volver a ser un Jedi. Y no solamente un Jedi, sino el padawan de Qui-Gon Jinn. Quería todo aquello a lo que había renunciado y volver a su vida anterior.

No pertenecía a Melida/Daan. Se había sentido fascinado por una causa. Una causa justa y buena, eso era verdad; pero había otras causas justas en la galaxia por las que también quería luchar. Se dio cuenta de que Cerasi tenía razón. Obi- Wan quería tener otra vida, diferente a la que podía vivir en el planeta Melida/Daan.

Había vuelto a encontrar el camino correcto y eso estaba bien. Y, sin embargo, todavía sentía desesperación. Sólo tenía que mirar a Qui-Gon para entender que el Jedi no le llevaría otra vez con él.

 




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