Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 6. SENDERO DESCONOCIDO -Capítulo 22-

                                                  



Obi-Wan Kenobi ha dejado de ser un Jedi y ha elegido formar parte de la revolución en el planeta Melida/Daan. Su Maestro, Qui-Gon Jinn, ha regresado a Coruscant para atender asuntos urgentes en el Templo Jedi.

Obi-Wan se siente cómodo con sus nuevos amigos, los líderes de la revolución. Juntos han conseguido mucho poder, tal vez demasiado.

Mientras la revolución continúa, los amigos se convierten en enemigos, y el sendero por el que camina Obi-Wan se va volviendo más desconocido.

Qui-Gon ya no está a su lado para ayudarle. Ahora, Obi-Wan está solo.


Capítulo 20

Gracias a la hábil negociación de Qui-Gon y al poder de Nield y Wehutti se alcanzó un sólido acuerdo de paz en Melida/Daan. Nield accedió a compartir el poder con los Mayores Melida y Daan. La ciudad no volvería a estar dividida ni por tribus ni por edades.

Mawat regresó al campo con algunos de sus seguidores. Había visto cómo se le escapaba a Nield el control de la ciudad y había pensado que él sería capaz de convertirse en el salvador de Melida/Daan. Se había equivocado y así lo admitió ante Nield y los Jóvenes. Las palabras de Cerasi habían llegado también a su corazón.

—Quizás encuentre la manera de perdonarse a sí mismo en el campo —le dijo Nield a Obi-Wan.

Era el día de la partida de Obi-Wan y ambos estaban de pie frente a la fuente. Obi-Wan había decidido volver al Templo. Tenía que preguntar al Consejo si podía volver a ser un Jedi. Qui-Gon había accedido a acompañarle.

Nield abrazó a Obi-Wan por los hombros.

—Te hice pasar un mal rato, amigo mío. Fue estupendo encontrar el perdón en tu corazón.

—El dolor puede sacar lo peor de cada uno de nosotros —dijo Obi-Wan. Nield miró pensativo hacia la fuente.

—Ahora soy consciente de lo cerca que estuve de volver a conducir mi mundo a la misma batalla sangrienta que tanto he odiado. La verdad, Obi-Wan, es que tuve miedo.

Obi-Wan se echó hacia atrás para mirarle mejor. — ¿Tú? ¿Miedo?

—Me sentía solo —confesó Nield—. Tenía un trabajo que me venía grande. Necesitaba que me guiaran y no tenía a nadie que lo hiciese. Tenía la sensación de que ni los Mayores ni los de la Generación de Mediana Edad podían aconsejarme bien. Pero he descubierto que no es verdad. Sólo escuchaba las voces que gritaban más. Ahora he descubierto que hay otros que sí comparten nuestra idea de paz para Melida/Daan.

—Has creado un mundo nuevo —le dijo Obi-Wan.

—Nosotros lo creamos —corrigió Nield—. Sólo hay algo que me entristece. Obi-Wan terminó la frase:

—Que Cerasi no esté aquí para verlo.

Más tarde, Obi-Wan, apesadumbrado, se dirigía junto a Qui-Gon hacia el transporte. Le hubiese gustado romper el silencio. ¿Por qué le resultaba ahora tan incómodo? Ese silencio estaba lleno de sentimientos, supuso. Sentimientos que no podía compartir.

Tenía que hablar. Tenía que hacer la pregunta que le iba a llegar al corazón.

 

Aunque tenía miedo de escuchar la respuesta, era mejor que la incertidumbre.

—Qui-Gon, ¿me llevarás otra vez contigo?

Las palabras flotaron en el aire helado. Qui-Gon no respondió, pero siguió andando.

—Ahora sé que nací para ser un Jedi —añadió Obi-Wan—. No volveré a dudarlo nunca.

—Yo también sé que has nacido para ser un Jedi —respondió Qui-Gon con cuidado—. Lo que no tengo tan claro es que hayas nacido para ser mi padawan.

Obi-Wan recibió el golpe en el corazón. Sabía que no lograría nada discutiendo con Qui-Gon o tratando de convencerle. La desolación le invadió. Para él no bastaba con ser un Jedi, tenía que ser el padawan de Qui-Gon. No porque le hubiese fallado una vez y su orgullo le pidiese una segunda oportunidad, sino porque en lo más hondo de su corazón sentía que era lo mejor.

Y, sin embargo, Qui-Gon no compartía esa opinión. Bueno, de momento le bastaba con ser de nuevo un Jedi.

De repente, el comunicador de Qui-Gon emitió una señal. El Maestro Jedi miró el mensaje, palideció y sus pasos vacilaron.

— ¿Qué ocurre? —preguntó Obi-Wan.

—Un mensaje urgente del Templo —dijo Qui-Gon consternado—. Estamos en grave peligro. El Templo está en máxima alerta. ¡Han intentado matar a Yoda!





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