Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 6-

                                                             



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 6

¿Que O-Lana no está? —la cara de O-Melie se puso de un pálido mortal. Se tambaleó, y V-Nen la cogió. Ella se apretó una mano contra la boca—. ¿Cómo has podido dejar que se la llevaran?

—Tuve que hacerlo —respondió O-Yani con los ojos moviéndose rápidamente de O-Melie a V-Nen —. Dijeron que tenían que hacerle un chequeo médico rutinario. No hay por qué preocuparse. Volverá. No va a desaparecer.

V-Nen miró a O-Melie. Una mirada de advertencia, pensó Qui-Gon. Vio a O- Melie tragando saliva. Su mirada se transformó. La tensión en sus músculos faciales desapareció. Sus labios se curvaron en una sonrisa forzada.

Claro —dijo ella—. Lo entiendo.

Oyeron pasos apresurados y los Guías de la Hospitalidad entraron corriendo.

¡Ah, por fin os encontramos! —dijo O-Rena. La sonrisa de V-Haad no fallaba.

Pensábamos que nos ibais a esperar en el mercado.

Debimos entenderlo mal —dijo Qui-Gon—. Les preguntamos si podíamos volver. Sentimos haberos causado preocupación.

Se han llevado a O-Lana —dijo O-Melie, esforzándose para que la expresión de su cara siguiera siendo amable —. O-Yani dice que los Guías del Círculo Médico vinieron a buscarla, pero acaba de pasar su chequeo rutinario. Puede que haya algún error.

Lo comprobaremos —le garantizó O-Rena—. No te preocupes. ¡Un niño nunca está demasiado sano!

V-Nen parecía tan desanimado como su mujer, pero su rostro estaba congelado en la misma expresión afable.

Siempre hay una notificación a los padres antes de un chequeo médico. Qué raro que a O-Lana se la hayan llevado sin realizarla.

Incluso en Kegan se cometen errores —dijo V-Haad en tono cordial —. Pero eso no es excusa —añadió rápidamente.

Hasta un segundo de preocupación por un hijo puede convertirse en una eternidad —dijo O-Rena comprensiva—. V-Haad y yo estaremos encantados de interceder por vosotros. Llegaremos hasta V-Tan y O-Vieve si es necesario.

Os lo agradecemos —dijo V-Nen entre dientes. O-Rena se volvió hacia los Jedi.

Por supuesto, todo esto llevará su tiempo. Sabemos que los Jedi son demasiado importantes para la galaxia como para perder el tiempo. Entenderemos de todo corazón que tengáis que volver a dedicaros a tareas más importantes.

Por desgracia no hemos encontrado a vuestros jóvenes ayudantes —dijo V- Haad con amabilidad —. Quizá tengan ustedes dispositivos de comunicación para llamarlos.

 

Os agradecemos vuestra preocupación —respondió Qui-Gon suavemente

—, pero me temo que sobrevaloráis nuestra posición en la galaxia. Podemos quedarnos aquí hasta que la niña aparezca. Y en lo que respecta a nuestros ayudantes, me temo que no tenemos ni idea.

Adi le siguió la corriente.

—Hemos intentado contactar con ellos mediante nuestros intercomunicadores

—dijo ella—. No responden. Quizá los han perdido, o nuestra tecnología no funcione en vuestro planeta. Tendremos que ir a buscarles.

Lo sentimos si esto os causa algún problema —añadió Qui-Gon —. Nos gustaría que nos permitierais movernos entre vuestra gente. Ya sabéis cómo son los jóvenes. Es probable que estén por ahí explorando y hayan perdido la noción del tiempo.

Los Guías de la Hospitalidad estaban atrapados. No podían negarse a una propuesta tan sensata. Pero no parecían seguros.

Kegan es un planeta pacífico —titubeó V-Haad —, pero nuestro pueblo no está acostumbrado a los extraños. Podrían sentir miedo, lo que podría provocar que actuaran de forma inusual. No queremos que os pongáis en peligro de ningún tipo...

—Los Jedi están acostumbrados a caminar entre extraños —dijo Adi, inclinando la cabeza—. No estamos preocupados.

Estaremos en contacto —dijo Qui-Gon, inclinándose ante los Guías.

Los Guías volvieron la cabeza. O-Melie se quedó quieta como una piedra, pero sus ardientes ojos imploraban a los Jedi. ¡Encontradla!

Entonces los Guías de la Hospitalidad volvieron a girarse con su perpetua e imperturbable sonrisa.

***

La madre tiene miedo —dijo Adi.

El padre también —dijo Qui-Gon—, aunque lo oculta ligeramente mejor. Adi suspiró. Se habían detenido ante el Círculo del Jardín antes de seguir.

—Tengo la impresión de que cada paso que damos contradice los deseos del Consejo. Estamos interfiriendo. Podríamos ganarnos enemigos aquí.

Se ha perdido un bebé —dijo Qui-Gon —. Ten en cuenta que es sensible a la Fuerza. Es obvio que sus padres están aterrorizados. La situación ha cambiado. Y es por nuestra presencia. Si no hubiéramos venido, la niña estaría a salvo.

Adi asintió un tanto en desacuerdo.

La niña podría estar donde dicen los Guías. Quieren mantenernos alejados de ella. Eso no quiere decir que vayan a hacerle daño. No podemos entrar en acción sin saber si la niña está en peligro.

Qui-Gon sabía que la niña no estaba a salvo. ¿Por qué, si no, iban a

 

preocuparse tanto los padres? Pero no lo dijo. Adi Gallia y él tenían que funcionar como un equipo.

Adi siguió pensando.

—Nuestra misión también consiste en demostrar a Kegan las ventajas de una alianza galáctica. Somos promotores de la paz. Lo único que digo es que tenemos que ir con pies de plomo.

Nos estamos diciendo cosas que ya sabemos —dijo Qui-Gon impaciente—.

Vamos a llamar a Obi-Wan y a Siri por los intercomunicadores.

Activó su intercomunicador, pero Obi-Wan no respondió. Adi hizo lo mismo con el suyo, pero tampoco obtuvo respuesta de Siri.

Quizás están en una situación en la que es mejor no contestar —sugirió Adi

—. Les dijimos que se mezclaran con la población nativa y no dijeran que eran Jedi.

—Cierto —admitió Qui-Gon —. Lo intentaremos más tarde. Mientras tanto, la excusa de encontrarles nos permitirá buscar a O-Lana. Vamos al Círculo Médico.

Fueron de una clínica a otra y mirando en las guarderías. Nadie les detuvo. Con sus bastas túnicas y los sables láser escondidos, podían pasar por keganitas nativos.

Si pudiéramos acceder a los archivos... —dijo a Adi en voz baja.

Eso implicaría la violación del sistema de seguridad — dijo ella negando con la cabeza—. Una falta grave de conducta.

—Pero es la única manera —discutió Qui-Gon —. Es evidente que han escondido a la niña.

Deberíamos seguir buscando —dijo Adi con firmeza.

A Qui-Gon le costó eliminar su frustración. La cooperación entre Jedi era un elemento añadido. Era como les enseñaban a interactuar, pero ¿qué pasaba cuando había desacuerdo?

Un poco más —dijo él.

Ella levantó una ceja. Alta y autoritaria, con la piel dorada oscura y marcas azules en la cara, Adi Gallia era conocida por poder controlar a un grupo de estudiantes jóvenes alborotadores con sólo una mirada. Qui-Gon no se iba a dejar intimidar tan fácilmente.

¡Ahí estáis! —escucharon la voz chirriante de O-Rena a sus espaldas —.

¿Habéis encontrado a vuestros jóvenes asistentes? Qué raro que estéis buscando en el Círculo Médico.

Los jóvenes Jedi se interesan por todas las facetas de la sociedad — respondió Adi sin alterarse.

¿Y cómo va la búsqueda de O-Lana? —dijo Qui-Gon—. Qué raro que tres personas hayan desaparecido en una mañana.

 

Hemos puesto  a otro equipo a trabajar en el problema  — dijo V-Haad rápidamente—. O-Vieve y V-Tan pensaron que era lo mejor.

Quizá deberíamos hablar con vuestros Guías Benevolentes — dijo Qui-Gon

—. Queremos su permiso para buscar en los archivos de Kegan.

V-Haad ya estaba negando con la cabeza.

—Haríamos cualquier cosa por los Jedi, pero las audiencias con V-Tan y O- Vieve tienen que solicitarse con semanas de antelación. Están muy ocupados.

Pero vosotros habéis dicho que les acabáis de ver — señaló Adi.

Es cierto —dijo O-Rena con las coloradas mejillas oscureciéndose—. Somos Guías de alto nivel, ¿sabéis?

Yo creo que vosotros podréis conseguir que nos reciban — dijo Qui-Gon con firmeza—. ¿Vamos juntos o nos indicáis el camino?

Su tono dejaba claro que no aceptaría un no por respuesta. O-Rena y V-Haad asintieron sin mucho convencimiento.

Por supuesto, estamos al servicio de los Jedi... Qui-Gon imitó la falsa sonrisa de los Guías.

Entonces llevadnos.






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