El servicio de comidas se ofrecía en una gran sala repleta de estudiantes. Obi- Wan no podía verles la cara. Al igual que él, llevaban máscaras. Había un silencio estricto. Los Guías de Seguridad patrullaban los pasillos entre las largas mesas, asegurándose de que nadie comenzara una conversación.
El Círculo de Aprendizaje era disciplinado. No permitían hacer amistades. Si un estudiante intimaba con otro, era trasladado a otra zona; pero la conversación se permitía en el comedor, y los estudiantes podían interactuar.
Aquí, todo estaba pensado para desanimar a los alumnos. El aislamiento era la herramienta clave.
Obi-Wan intentó mirar por debajo de las máscaras para comprobar si Siri le estaba buscando. Buscó a alguien delgado para ver si encontraba a Davi. No podía adivinar si alguno de sus dos amigos estaban allí.
Un timbre estridente resonó. Las sillas crujieron cuando todos se levantaron, hubieran terminado o no. Obi-Wan se puso en fila con los otros. ¿Cómo podría ponerse en contacto con Siri? Tenía que encontrar la forma de hacerlo. Podía fingir que estaba enfermo. Había muchos guardias médicos en aquel edificio...
Sus ojos captaron un rápido movimiento más adelante.
Una cola saliendo del bolsillo de una túnica. El estudiante metió la mano dentro del bolsillo rápidamente.
¡Davi!
Recorrieron el largo pasillo gris en una fila. Uno a uno, los alumnos se fueron introduciendo en las celdas. Obi-Wan bajó la cabeza, pero no quitó la vista de Davi. Se fijó en la celda en la que se metía. No estaban numeradas, así que contó las puertas hasta que llegó a la suya.
Esa noche se pondría en contacto con él. No había tiempo que perder. Davi era sensible. Le daba miedo estar solo. ¿Qué le estaría provocando aquel lugar?
¿Y cómo iba a encontrar a Siri? Obi-Wan consideró el problema. Tendría que confiar en la Fuerza para guiarle. No podía esperar ni un segundo más. Emplearía el sable láser para abrir la puerta cuando se apagaran las luces.
Esa noche, cronometró el paseo regular de los Guías de Seguridad. Calculó la distancia del pasillo. Tendría el tiempo justo para ir a por Davi, meterse en su celda hasta la siguiente patrulla, y después salir a buscar a Siri. Sería arriesgado. Tenía que confiar en que el Guía no se diera cuenta de las puertas rotas. Pero la luz era tan tenue que era probable que no lo viera.
Un zumbido anunció la hora de dormir, y tres segundos después la luz se apagó. Obi-Wan se sentó con las piernas cruzadas en el suelo de la celda. Esperaría hasta que estuviera seguro de que los alumnos estaban dormidos.
Apenas llevaba unos minutos esperando cuando oyó un susurró que le resultaba familiar.
— ¡Obi-Wan! ¿Qué haces? ¿Te estás echando una siestecita?
— ¿Siri?
— ¿Quién iba a ser, V-Tarz? Aléjate de la puerta.
El resplandor del metal derretido iluminó la habitación. Siri estaba cortando un agujero en la puerta con su sable láser. Obi-Wan acudió en su ayuda. Al cabo de un rato, habían abierto un agujero lo suficientemente grande como para que él saliera.
Los ojos de Siri brillaron al verle.
— ¿A qué estabas esperando? ¿Te está empezando a gustar esto? Obi-Wan ya estaba acostumbrándose a su sentido del humor.
—Vamos —dijo él—. Sé dónde está Davi. Bajaron corriendo por el pasillo.
—Creo que Qui-Gon está en alguna parte del Círculo de Aprendizaje —dijo él
—. Puedo sentirlo.
—Yo no siento nada —dijo Siri—, pero todavía no tengo esa conexión con Adi.
Quizás algún día funcionemos juntas tan bien como tú y Qui-Gon.
Era un cumplido un tanto ambiguo, pero era la primera vez que ella reconocía que Obi-Wan tenía más experiencia.
Llegaron a la puerta de Davi. Cortaron un agujero rápidamente y entraron. Davi se apoyó en los codos, atónito al ver a Obi-Wan y a Siri colándose en su celda.
— ¿Qué hacéis aquí? —susurró—. Nos vais a meter a todos en problemas.
— ¿Más problema que esto? —preguntó Siri, pasando el sable láser por la celda vacía.
Davi no sonrió. Se volvió a tumbar y se hizo un ovillo.
— Seguro que sí —dijo —. Marchaos de aquí. —Davi, tienes que venir con nosotros —dijo Obi-Wan rápidamente.
—Tienes que confiar en nosotros —añadió Siri.
— Yo sólo confío en los Guías —dijo Davi —. Ellos me muestran el camino hacia el Bien General. Ellos lo controlan. Ellos lo conocen. Yo confío en ellos.
—Es esa voz la que habla —dijo Obi-Wan.
—No confío en mis amigos ni en mis vecinos — susurró Davi—. Confío en los Guías —les miró con gesto suplicante—. Eso es todo lo que sé. Por favor, marchaos.
Siri dio un paso adelante y se sentó en el suelo junto a Davi.
—Hay muchas cosas buenas en la galaxia, Davi. Si Kegan dejara entrar las cosas buenas, sería un lugar mejor. Quizás exista ya una cura para alguna de las enfermedades que seguís teniendo aquí. Como el virus Toli-X.
Davi se apoyó de nuevo en los codos.
—Pe... pero eso es incurable. Mis padres murieron de eso.
—Se descubrió la vacuna poco después de que el virus comenzara a propagarse por la galaxia —dijo Siri con suavidad—. Si Kegan hubiera estado en contacto con el resto de la galaxia, se habrían salvado muchas personas. Siento tener que contarte esto.
—No te creo —Davi movió la cabeza de un lado a otro—. Los Guías no mienten. Los Guías no mienten.
—Davi, ¿por qué hay tantos médicos aquí en el Círculo de Reaprendizaje? —le preguntó Obi-Wan.
—Porque no se puede curar a los niños —dijo Davi —. Si están a la vista de los otros, es malo para el Bien General.
—Si un animal estuviera herido, ¿lo encerrarías o intentarías curarlo? —le preguntó Obi-Wan—, Este sitio está mal, Davi. Y tú lo sabes.
Davi les miró, consternado.
— Somos tus amigos —dijo Siri rápidamente—. Nosotros no te mentiríamos. Sabes que venimos de otro planeta. Hemos visto esas cosas —se levantó—.
¿Vienes con nosotros?
Davi dudó. Oyeron los pasos de un guardia en el pasillo. ¿Les delataría Davi? Oyeron las pisadas pasar de largo y desaparecer.
Davi se levantó.
—Voy con vosotros.
Obi-Wan y Siri le pusieron una mano en el antebrazo a Davi y sonrieron.
—Esperad —Davi les miró inseguro—. ¿Me puedo llevar a Wali?
Siri y Obi-Wan se miraron. Rescatar a alguien les llevaría tiempo y podría ponerles en peligro. Pero no podían decirle a Davi que no.
Asintieron.
Davi se apoyó en la pared. Extrajo cuidadosamente una piedra del muro, sacó a una pequeña criatura peluda y se la metió en el bolsillo.
—Vale. Ya estoy listo.
Bajaron por el pasillo en silencio. De repente, un gritito ahogado rompió el silencio.
—Davi, tienes que hacer que Wali esté en silencio —le aconsejó Obi-Wan.
— No ha sido Wali —susurró Davi.
Volvieron a escuchar el gritito. Un ruido sordo, y Obi-Wan se dio cuenta de que procedía de una de las habitaciones del pasillo. Entonces lo percibió.
—Es un bebé —susurró Siri.
—Es O-Lana —dijo Obi-Wan.
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