Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 3-

                                                             



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 3

Qui-Gon no se fió de V-Haad ni de O-Rena desde el primer momento. A pesar de sus amplias sonrisas, emitían una sensación de malestar que él no podía atribuir al hecho de no estar acostumbrados a los extraños. Y ¿por qué había Guías de la Hospitalidad en un planeta que no permitía visitantes?

A pesar de todo, el Maestro asintió, respondiendo a su actitud amable con la suya propia.

Por supuesto que podéis quedaros, si V-Nen y O-Melie así lo desean —dijo.

Hay una excepción para cada regla —dijo Adi afable, porque también sabía que era mejor no agravar la situación insistiendo.

Iré a por O-Lana —dijo O-Melie rápidamente —. La está cuidando una vecina

—salió apresuradamente de la habitación.

Volvió al cabo de un momento con un fardito en los brazos. La niña tenía casi un año. Contempló a Qui-Gon con una mirada brillante e inquisitiva. Él le dio un dedo. Ella lo agarró, se lo llevó a la boca y lo mordisqueó suavemente.

Ah —dijo Qui-Gon—. Ya veo —estudió a la niña unos minutos, evaluando sus reacciones y expresiones, y finalmente asintió.

¿Ya habéis llegado a vuestra conclusión? —preguntó O-Rena con una sonrisa un poco tensa.

Sí, así es —respondió Qui-Gon —. Definitivamente, tiene hambre. O-Melie y V-Nen sonrieron aliviados.

—O-Yani le dará de comer —sugirió O-Rena—. Así podremos hablar.

—O-Yani es la cuidadora de esta parte del asentamiento —explicó V-Haad a los Jedi —. Hay una en cada Círculo de Viviendas para que los padres puedan trabajar o tener tiempo para sí mismos. Nuestros cuidadores son escogidos entre los más sabios y mejores.

O-Melie cogió a la niña de los brazos de Qui-Gon y se fue a otra habitación.

Con tan sólo una rápida mirada a Adi, Qui-Gon supo que su colega Maestra había confirmado lo mismo que él: que O-Lana era sensible a la Fuerza. Pero el nivel de sensibilidad era algo que necesitaban más tiempo para concretarse.

Sentémonos —sugirió Adi —. Mientras la niña come, podemos explicaros por qué hemos venido de tan lejos para verla.

O-Melie y V-Nen se sentaron frente a los Jedi en un banco con cojines. V-Haad se sentó a un lado de la pareja y O-Rena al otro. Como si estuvieran vigilándoles, pensó Obi-Wan.

Si O-Lana es sensible a la Fuerza, sus poderes serán más visibles a medida que crezca —comenzó Qui-Gon —. Estos poderes han de ser alimentados y orientados. En caso contrario, la niña podría acabar confundida y asustada.

 

V-Nen y O-Melie se acercaron a los Jedi en su asiento, mirándoles fijamente.

Nadie tiene miedo en Kegan —dijo O-Rena con firmeza.

—El Bien General es fuerte —añadió V-Haad—. O-Lana tendrá el apoyo de todos nosotros.

Adi tomó la palabra.

—El Templo de Coruscant es un sitio en el que los niños sensibles a la Fuerza pueden aprender no sólo a controlar su don, sino a dejar que les guíe y les conecte a todas las cosas.

V-Haad asintió sonriendo.

¡Eso es excelente! La Orden Jedi parece algo maravilloso. Nosotros tenemos guías aquí que nos enseñan a conectar.

Adi se movió en la silla, impaciente. Qui-Gon intervino con rapidez.

Si O-Lana es una niña especial...

Ah, me veo obligada a interrumpir —dijo O-Rena con la sonrisa emanando afabilidad hacia Qui-Gon —. O-Lana es especial, claro; pero igual que lo son los demás keganitas. V-Tan y O-Vieve nos han enseñado a todos que el Guía Interior es poderoso en todos nosotros. Nadie es mejor que nadie.

Nosotros no decimos que O-Lana sea mejor —dijo Adi. Qui-Gon podía percibir la impaciencia que ella luchaba por contener—. Estamos diciendo que la Fuerza la distinguirá. La senda Jedi le enseñará a conectar con la galaxia y con otros seres.

V-Haad sonrió.

¡Ahora lo entiendo! Una senda sabia y justa, estoy seguro, pero O-Lana no necesitará esto. Aquí, en Kegan, cada Guía Interior se une y forma el Bien General. Sería un error retirar a O-Lana del Círculo del Bien General, ya que el Círculo se vería reducido y O-Lana crecería pensando que es especial. Esto contradice el consejo de los Guías.

V-Haad y O-Rena sonrieron y asintieron. Lentamente, V-Nen y O-Melie asintieron también.

Qui-Gon comprendió la frustración de Adi. V-Nen y O-Melie parecían muy interesados, pero no se les daba la oportunidad de reaccionar. En lugar de eso, eran los Guías de la Hospitalidad los que reaccionaban y hablaban. Ésa era exactamente la razón por la que los Jedi preferían estar con los padres a solas.

Él sabía que, a pesar de sus interjecciones, V-Haad y O-Rena no habían escuchado ni una palabra de lo que les habían dicho los Jedi. No habían hecho preguntas sobre la senda Jedi, ni sobre las capacidades de O-Lana. Si de ellos dependiera, la niña no saldría jamás de Kegan.

Qui-Gon se concentró en V-Nen y O-Melie.

Si O-Lana es sensible a la Fuerza, tenéis que entender perfectamente lo que

 

eso significa. Podrá mover objetos o prever acontecimientos antes de que ocurran. Esas cosas pueden asustar a un niño pequeño.

No en Kegan —dijo O-Rena alegremente—. Nuestros Guías Benevolentes, por ejemplo, O-Vieve y O-Tan, tienen visiones. Hemos aprendido a confiar en ellas. Sus visiones del futuro han guiado el presente, creando el Bien General.

Qui-Gon intercambió una mirada breve con Adi. Tenían que alejar a los padres de los Guías. Eso estaba claro. Pero también tenían que tener en mente la orden de Yoda. No podían trastornar el planeta. Tenían que respetar la forma de hacer las cosas que tenían en Kegan.

Los Guías de la Hospitalidad se levantaron de repente.

—Ha sido una reunión excelente —dijo V-Haad —. Ha sido un placer oír hablar de la maravillosa senda Jedi.

Y estamos seguros de que estáis cansados por el viaje —añadió O-Rena—. Os llevaremos a las habitaciones que hemos dispuesto para vosotros. Ya habrá tiempo para seguir hablando.

A no ser que tengáis que iros —dijo V-Haad —. Sabemos lo importantes que son los Jedi.

Podemos quedarnos todo el tiempo que quieran V-Nen y O-Melie —dijo Adi firmemente.

—Tengo una petición —dijo Qui-Gon—. Nos gustaría ir andando. Es cierto que hemos hecho un largo viaje y nos gustaría estirar las piernas y ver más de vuestro bello planeta.

Los dos Guías de la Hospitalidad intercambiaron miradas ante lo inesperado de la petición.

Claro —dijo O-Rena, un tanto reacia, pero en su tono amable de siempre —.

Si eso es lo que deseáis...

Así es —dijo Qui-Gon firmemente—. Y, por supuesto, disfrutaremos de la compañía de V-Nen y O-Melie. Nos dará la ocasión de conocernos mejor.

Los Guías no podían negarse. V-Nen y O-Melie fueron a pedirle a la vecina que siguiera cuidando a O-Lana.

La niña está dormida —dijo O-Melie en voz baja cuando volvió—. Nos gustaría pasear con vosotros.

Los Guías, O-Melie y V-Nen salieron. Con la excusa de ajustarse la túnica, Qui- Gon se volvió hacia Obi-Wan y Siri.

Cuando salgamos, separaos y perdeos por ahí —dijo en voz baja—. No os dejéis ver. Los Guías os buscarán. Evitadles. Emplead el tiempo para reunir información sobre Kegan. No causéis trastornos ni alteraciones. Recordad, observad sin intervenir. No reveléis que sois Jedi.

Obi-Wan y Siri asintieron, con el gesto alerta.

 

Qui-Gon vio la preocupación en el rostro de Adi y pensó que lo entendía. Iban a causar trastornos. Mínimos, y, en opinión de Qui-Gon, que merecían la pena; pero Adi podía no estar de acuerdo. No estaba acostumbrado a pedirle a otro Jedi la aprobación de sus decisiones. Esperó, mirándola, para ver si tenía algo que objetar.

Mientras esperaba, Qui-Gon volvió a preguntarse por qué Yoda había enviado dos equipos al planeta. ¿Habrían enviado a Adi para controlar su tendencia a seguir sus instintos y quebrantar las normas? ¿Estaba ella ahí para vigilar cómo trabajaban juntos Qui-Gon y Obi-Wan?

Y si ella no aprobaba su sugerencia, ¿qué haría él? Pero Adi asintió.

—Espero que salga bien —murmuró mientras salía a la radiante luz del sol.





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