Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 20-

                                                                



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 20

Ya casi habían llegado a la pared cuando Qui-Gon sintió la emanación de la Fuerza. Pero todo lo que vio fue un campo de trigo verde.

—Están aquí —dijo a Adi. Ella asintió.

—Yo también lo he sentido. Pero, ¿dónde?

Qui-Gon se agachó, puso las manos en el barro y cerró los ojos.

—Aquí.

Sintió vibraciones. Eran pasos corriendo.

—Nos han visto —dijo Adi.

Ambos Maestros activaron los sables de luz cuando los Guías de Seguridad se abalanzaron sobre ellos. Los Guías estaban armados con pistolas láser.

Los Guías no estaban acostumbrados a tener oponentes expertos. Qui-Gon y Adi emplearon los sables únicamente para rechazar los disparos. Moviéndose en armonía perfecta, flanquearon a los guardias, y giraron y se alejaron mientras les hacían retroceder.

Había un cobertizo en el extremo del campo. Qui-Gon y Adi hicieron retroceder a los Guías hacia él, paso a paso. Los Guías tropezaban, intentaban avanzar y caían hacia atrás.

Cuando ya casi habían llegado, Qui-Gon dio un rodeo y abrió la puerta. Entonces saltó por encima de los Guías para ponerse frente a ellos de nuevo. Junto con Adi, les obligó a meterse en el cobertizo. Después cerraron la puerta y la bloquearon.

¿Y ahora qué? —preguntó Adi Gallia—. Seguro que están pidiendo refuerzos por los intercomunicadores.

Conseguiremos entrar —dijo Qui-Gon.

Obi-Wan y Siri abrieron rápidamente un agujero en la puerta.

El lugar era una enfermería. Había niños y jóvenes tumbados en jergones. Algunos estaban conectados a monitores, otros estaban entubados. Algunos abrieron los ojos cuando pasaron los Jedi, y se los quedaron mirando sin reaccionar. Obi-Wan se preguntó si les habrían dado algo para dormir.

O-Lana estaba en una cuna alta. Lloraba en voz baja y se puso de pie cuando vio a Obi-Wan y a Siri.

—No llores, O-Lana —le dijo Obi-Wan para consolarla.

Ella dejó de llorar. Entonces levantó los bracitos y miró directamente a Davi. Después de mirar a Obi-Wan y a Siri para asegurarse de que no pasaba nada,

Davi cogió a la niña y la acunó en su pecho.

 

—La protegeré mientras escapamos —prometió.

Salieron de la enfermería y fueron hacia la rampa de salida. La siguiente patrulla de vigilancia estaba muy cerca.

Pero la suerte no estaba con ellos. Doblaron la esquina y se encontraron de frente con un grupo de Guías de Seguridad que estaba cambiando el turno.

Sorprendidos, los Guías fueron a por sus armas. Obi-Wan y Siri activaron los sables láser, que brillaron en la penumbra del pasillo. Los Guías se detuvieron un instante, aún más sorprendidos; nunca habían visto un sable láser.

—Quédate detrás de nosotros, Davi —ordenó Obi-Wan.

Siri y él se adelantaron. Esta vez él sabía que ella no pelearía sola. Lucharía con él, por los cuatro.

Los disparos láser resonaban a su alrededor, y sus sables los interceptaban tan rápido que apenas se les veía. Se cubrieron el uno al otro y saltaron muy alto, cayendo sobre una rodilla, cambiando de dirección, cambiando el arma de mano, y todo sin detenerse. La protección de O-Lana y Davi

Sonó una alarma. Uno de los Guías la habría activado. El estruendo metálico retumbaba en los pasillos. Obi-Wan escuchó unos pesados pasos tras ellos. Iban a rodearlos.

—Por aquí —exclamó él. Guió a Davi y a O-Lana por un pasillo adyacente.

Los Guías les siguieron. Era una masa de cuerpos enfundados en armaduras de cromotela disparando con las pistolas láser. Los pequeños proyectiles explotaban junto a las tuberías de las paredes. El aire se llenó de humo.

Obi-Wan y Siri apretaron el paso Ya veían la salida. Pero Obi-Wan no sabía si podrían proteger a Davi y O-Lana, seguir luchando con los Guías y activar la rampa. Le llevaría un tiempo averiguar cómo se manejaba la rampa. Seguro que había algún código o una clave. Estarían contra la pared. Siri le miró y él supo que ella estaba pensando en los mismos problemas.

De repente, aparecieron más Guías corriendo por un pasillo lateral. Obi-Wan sintió un hilillo de sudor recorriéndole la espalda mientras rechazaba un repentino disparo láser. ¿Acabaría ahí el enfrentamiento? ¿Tendrían que rendirse para salvar a O-Lana y Davi?

Entonces escuchó un zumbido y un chasquido. La puerta se abrió. Una rampa subió a la superficie y el aire fresco llenó el pasillo. Medio segundo después, Qui- Gon y Adi bajaban corriendo por la rampa con los sables láser activados. Con un solo vistazo comprendieron la situación y entraron en combate.

El número de los Guías de Seguridad había aumentado y éstos se habían confiado. Pero cuatro Jedi era demasiado para ellos. Los disparos de sus pistolas láser eran rechazados sin pausa. Tenían que agacharse constantemente o esconderse tras los carros.

Finalmente, tiraron las armas y salieron corriendo.

 

Los Jedi se miraron unos a otros. La pelea había terminado. Obi-Wan cogió a O-Lana de los brazos de Davi y se la entregó a Qui-Gon.

Creo que estabas buscando esto —dijo.

Qui-Gon le miró por encima de la cabeza de O-Lana.

—También te buscaba a ti, padawan. Menos mal que te he encontrado.






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