Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 12-

                                                              



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 12

El gong de la mañana quebró el silencio antes del amanecer. Los estudiantes retiraron las mantas instantáneamente, se levantaron e hicieron cola para utilizar los lavabos que había en la pared.

Obi-Wan sintió el choque del agua fría en su piel. Su mente ya estaba despejada. Sonó el siguiente gong, la señal para vestirse e ir al comedor en tres minutos. Davi le había explicado todo eso la noche anterior, antes de separarse.

Obi-Wan pensó en lo distinta que había sido la vida en el Templo. Allí, una suave luz comenzaba a encenderse, imitando la salida del sol. Los estudiantes tenían todos su habitación propia, porque se respetaba la intimidad. La primera hora de la mañana era un momento de meditación y ejercicio moderado antes de comenzar el día. No había ruidos molestos ni prisas.

Pero aquí a los alumnos no parecía molestarles el abrupto comienzo del día, o el estricto horario que tenían que seguir. No parecían distinguir el contraste entre las sonrisas de los Guías y sus órdenes severas. Y a nadie parecía importarle la comida.

Al otro lado de la sala, Siri estaba sentada con las otras niñas. Levantó una cucharada de papilla y le miró asqueada. Obi-Wan se rió en voz baja.

Dos marcas de castigo, V-Obi —dijo uno de los Guías, introduciéndolo en un registrador portátil —. La concentración en la nutrición es lo que hacemos durante el servicio de comidas. La interacción con los otros se reserva para el tiempo libre.

Obi-Wan masticó la sosa comida. Siri tenía razón. Tenían que salir de allí.

***

Hoy jugaremos al Tiempo de Reacción —anunció O-Bin —. Ya sabéis cómo funciona. Un tema saldrá en vuestras pantallas. El primero que pulse el botón de respuesta será el que diga a la clase los puntos relevantes sobre el tema. Buena suerte.

Obi-Wan miró su pantalla. Ponía "Coruscant". No pulsó el botón de respuesta. Lo mejor que podía hacer era intentar no atraer la atención de los Guías de Aprendizaje.

El tiempo de reacción de un Jedi es increíblemente breve. El piloto de la pantalla de Siri se iluminó el primero. Obi-Wan la miró para advertirle, pero ella fingió no verle.

Era evidente que a O-Bin no le gustaba preguntar a Siri.

¿O-Siri? —preguntó con los labios tensos.

—Coruscant es un planeta cubierto por una ciudad. Es la sede del Senado Galáctico. Miles de millones de seres habitan allí. Es conocido por su Gobierno, su cultura y sus excelentes sistemas de tránsito y seguridad...

—Tengo que interrumpirte, O-Siri —dijo O-Bin con una sonrisa—. Está todo mal. ¿Quién puede corregir a O-Siri?

 

Las luces de las pantallas se encendieron por la clase. O-Bin consultó la suya para ver quién había sido primero.

¿V-Mina?

—Coruscant es un mundo corrupto —dijo V-Mina—. La esclavitud es legal allí.

—Exactamente —dijo O-Bin.

El rostro de Siri ardía. Obi-Wan la miró fijamente. Ambos tenían que mantenerse en silencio. No podían atraer más atención.

El siguiente término fue "Orden Jedi".

Esta vez, O-Bin ignoró a propósito la luz encendida de Siri.

¿V-Taun?

La Orden Jedi está rodeada de oscuridad. Ellos... Siri se puso en pie.

¡La senda Jedi está al servicio de la galaxia!

¡Siéntate, O-Siri! ¡Cinco marcas de castigo! Y ya sabes lo que eso significa... Obi-Wan gruñó ruidosamente.

Limpieza del servicio de comidas tras la cena —siseó O-Bin entre dientes —. Y, V-Obi, por tu gruñido deduzco que estarás encantado de unirte a O-Siri. Tanto mejor para el Bien General.

***

Yo soy muy capaz de tener la boca cerrada —dijo Siri a Obi-Wan más tarde

—, pero no quiero. ¿Qué más da que estemos lavando platos? Al menos no estamos en un aula escuchando a O-Bin diciéndonos que todos los planetas del Núcleo están corruptos.

Obi-Wan contempló la pila de platos sucios de la cena. Era la segunda vez que les mandaban a fregar en un día.

—Yo casi preferiría estar en clase.

—Tengo una sugerencia —Siri tiró el estropajo al fregadero—. Pasamos de los platos y nos escapamos. Esta noche. Si no podemos engañar a ese inepto de V- Tarz, no merecemos ser Jedi.

—Vale —asintió él.

Obi-Wan, alguna vez tendrás que escucharme. Tú no eres el único que puede... — Siri reaccionó un poco tarde—. ¿Has dicho que vale?

Obi-Wan asintió.

—Tienes razón. Ya hemos visto cómo funciona el sistema de seguridad.

Vámonos. Qui-Gon y Adi tienen que estar realmente preocupados.

—Habrá dos guardias —dijo Siri —. Y puede que V-Tarz no pueda ir a por su merienda. ¿Qué se te ocurre?

—El otro Guardia de Seguridad piensa que anoche el sistema funcionó mal,

 

pero no saben cuál es el problema, ¿no?

Siri asintió.

—Pues vamos a crearlo —dijo Obi-Wan —. Tendrán que apagar el sistema para revisarlo y arreglarlo. Mientras tanto, saldremos por el cuarto de aseo.

¿Cómo podemos sabotear el sistema? —preguntó Siri —. Ahora no podemos colarnos en el centro de administración. Está lleno de Guías.

—Tendremos que sabotearlo desde aquí —dijo Obi-Wan contemplando la cocina—. ¿Alguna idea?

Examinaron los dispositivos de seguridad de las esquinas del techo.

¿No dijo V-Tarz algo sobre el sensor de infrarrojos?

preguntó Siri.

—Dijo que podría estar estropeado —dijo Obi-Wan.

¿No podemos manipular algo para estropearlo?

preguntó Siri. Pasó la mano por la enorme unidad de energía—. ¿Y si encendemos la cocina un poco? Se calentará la habitación y los infrarrojos acabarán por activarse. Tendrán que apagar el sistema para darse cuenta.

Sencillo, pero genial —dijo Obi-Wan —. Hagámoslo. Pero mejor lavamos antes los cacharros. Si entra un Guía para revisar nuestra tarea, podría darse cuenta de que la cocina está encendida.

Sabía que había un inconveniente —gruñó Siri. Entre los dos acabaron la tarea a toda prisa. Las luces les advirtieron de que llegaba la hora de irse a la cama, y corrieron a sus dormitorios. Se detuvieron junto al centro de administración.

No tenemos tiempo de despedirnos de Davi —dijo Siri, algo triste.

Ya sabrá lo que ha pasado cuando descubran que no estamos —dijo Obi- Wan —. Volveremos a por él con Qui-Gon y Adi. Quedamos aquí en cuanto se apague la luz de seguridad. Después iremos a la salida del Barracón 7.

Siri asintió. Obi-Wan se fue a su dormitorio. Consiguió meterse en la cama justo antes de que las luces se apagaran. Esperó, escuchando las pausadas respiraciones a su alrededor. Los estudiantes trabajaban tanto y tan duro durante el día que se dormían a los pocos minutos de meterse en la cama.

Al cabo de un rato se apagó la luz de seguridad. Obi-Wan se calzó sus botas y salió de puntillas. Se detuvo un momento ante el jergón de Davi. Era mejor no despertarle. Algo podía salir mal, y no quería meterle en problemas.

Cuando llegó a la sala del centro de administración, Siri estaba esperando.

Acabo de ver a V-Tarz y al otro Guía de Seguridad ir a revisar el sensor — dijo ella—. Todo está despejado.

Bajaron a toda prisa por el largo pasillo, pasando por los dormitorios. La sala de

 

aseo estaba al otro extremo del gran edificio circular. Casi habían llegado, cuando oyeron el chirrido de una puerta abriéndose ligeramente.

Sin dudarlo un segundo, Obi-Wan y Siri saltaron al unísono, doblando la curva del pasillo, desde donde no eran vistos. Comenzaron a correr. Si alguien les había visto, u oído, podía llamar a los Guías de Seguridad. Todos los estudiantes tenían órdenes de informar sobre el resto.

Pero ¿lo harían?

Una alarma quebró el silencio. Ya podían ver la puerta de la sala de aseo. Corrieron hacia ella, pero, antes de que pudieran llegar, los Guías de Seguridad aparecieron en el pasillo y les rodearon.

Podrían haber peleado con ellos, pero eso habría implicado mostrarles los sables láser. Obi-Wan seguía reacio a hacerlo, ya que Yoda le había prevenido al respecto. Tenía que haber una opción mejor. Vio a Siri a punto de agarrar la empuñadura de su sable láser, y negó con la cabeza. Pero ¿le haría caso Siri?

Los estudiantes aparecieron en el pasillo para ver lo que había provocado el jaleo. O-Bin y otros Guías de Aprendizaje salieron apresuradamente, vestidos con la ropa de dormir.

Conozco a estos dos muy bien —dijo O-Bin —. ¿Qué estáis haciendo en los pasillos después del toque de queda?

Una voz temblorosa sonó a sus espaldas.

Fui yo.

Se giraron. Davi estaba ahí, nervioso, con los ojos clavados en el suelo y con miedo a mirar a O-Bin.

Iba a la zona de preparación de comidas —dijo Davi —. Me... olvidé de algo.

¡Ya lo creo! —se adelantó V-Tarz —. ¡Se dejó encendida la cocina! ¡Hizo saltar los sensores!

O-Bin colocó su sonrisa de reprobación en su cara.

Es un gran descuido por tu parte, V-Davi. Tendremos que consultar cuántas marcas de castigo te mereces por eso.

—Lo sé —murmuró Davi —. Soy consciente de que he puesto en peligro el Bien General. Me arrepiento.

—Bien. Lo discutiremos mañana —O-Bin dio unas palmadas —. Todo el mundo a sus dormitorios.

Entre la corriente de estudiantes, Obi-Wan y Siri se abrieron paso hasta Davi.

¿Por qué has hecho eso? —susurró Siri.

No tengo tantas marcas de castigo como vosotros — le susurró él a su vez.

Davi, ¿por qué llevas las botas y la túnica? —preguntó Obi-Wan con suspicacia.

 

—Te vi marchándote —dijo Davi —. Sabía que os ibais a escapar. ¡Quería ir con vosotros!

¡V-Davi! —la voz de O-Bin era estridente—. ¡Si deseas arrepentirte de tu desobediencia, no deberías estar hablando con dos alborotadores!

Davi siguió andando, mirándoles por última vez; pero, de repente, algo saltó de su bolsillo. Obi-Wan supo inmediatamente lo que era: el ferbil de Davi, Scurry. Davi no se iría del Círculo de Aprendizaje sin él.

¿Qué es eso? —exclamó O-Bin —. ¡Cogedlo!

Davi se echó al suelo, chasqueó los dientes y ahuecó las manos. El ferbil fue corriendo hasta él.

Eso —dijo O-Bin —, es una mascota. Davi no dijo nada. Tenía la cara roja.

Es sólo un pequeño ferbil —dijo Siri.

Dos marcas de castigo, O-Siri. No estaba hablando contigo. ¡V-Tarz! V-Tarz se acercó.

Por favor, registra el dormitorio de V-Davi —ordenó O-Bin.

Obi-Wan y Siri les siguieron. Rodeado de estudiantes que contemplaban la escena, V-Tarz no tardó en encontrar dos lagartos iridiscentes, otra cría de ferbil y una bolsita con semillas.

O-Bin apretó los labios.

¿Qué decimos, estudiantes? Todos los alumnos miraron a Davi.

Vergüenza, vergüenza, vergüenza —repitieron una y otra vez.

Llévate... esas... cosas —dijo O-Bin a V-Tarz, con los dientes crujiéndole en una sonrisa—. Y deshazte de ellas.

V-Tarz se guardó los lagartos y se metió a los dos ferbils en el bolsillo.

¡No! —gritó Davi —. Por favor...

Vergüenza, vergüenza, vergüenza.

En el bolsillo de V-Tarz, los ferbils gritaban histéricos. Los ojos de Davi se llenaron de lágrimas, que se deslizaron lentamente por sus mejillas.

Por favor —susurró.

***

En cuanto las luces volvieron a encenderse a la mañana siguiente, Obi-Wan corrió hacia el jergón de Davi para consolarle, y para decirle que encontrarían la forma de escapar y que lo llevarían con ellos.

Pero Davi no estaba.






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