Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 2-

                                                            



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 2

¿Por qué dos equipos?, se preguntaba Obi-Wan mientras Adi pilotaba la nave hacia la superficie de Kegan. La misión de identificar a un niño sensible a la Fuerza era meramente rutinaria.

¿Significaría aquello que el Consejo le seguía teniendo a prueba?

Tras haber abandonado a los Jedi durante un tiempo, Obi-Wan había sido puesto a prueba. Él había empleado ese tiempo para profundizar su estudio de la senda Jedi. El periodo de prueba había terminado y él era ya de nuevo un alumno padawan oficial, pero ¿seguía el Consejo sin confiar en él?

En los últimos meses, el proceso de restauración de la relación con su Maestro había sido satisfactorio para ambos. Habían pasado mucho tiempo en el Templo, y también habían viajado juntos por la galaxia, observando otros mundos y sus costumbres y ayudando en lo que podían. Su relación se había hecho más fuerte.

¿No lo veía así el Consejo? ¿Por qué se les había unido a Adi y Siri?

—Tomaremos tierra en tres minutos —anunció Adi, interrumpiendo sus pensamientos.

Obi-Wan miró de reojo a Siri. La joven contemplaba el paisaje por la ventanilla con gesto distraído. Parecía totalmente tranquila, pero quizá sabía ocultar su nerviosismo. Obi-Wan recordó lo nervioso que estaba antes de su primera misión. Abandonar el Templo y ser arrojado a la galaxia, que a veces podía estar llena de dificultades y resultar violenta, era una nueva experiencia. Obi-Wan se acercó a ella.

Llegar a un planeta por primera vez puede causar un poco de confusión —le dijo—. Suele haber tanto que ver que es difícil concentrarse. Pero en los primeros minutos, se puede aprender mucho.

Ella no le miró, sino que mantuvo la mirada fija en la plataforma de aterrizaje.

Yo nunca pierdo la concentración, Obi-Wan. Ni la lealtad.

Aquellas palabras fueron como una bofetada. Obi-Wan, con la cara roja de vergüenza, volvió a apoyarse en el respaldo. Siri se había puesto furiosa con él cuando había abandonado la senda Jedi y le había acusado de minar el compromiso moral del resto de los padawan con su decisión. Le hizo ver que su compromiso con los Jedi era más fuerte que el suyo.

No era justo. Había cometido un error. Su Maestro y el Consejo le habían perdonado. ¿Por qué no le perdonaba ella?

La nave se posó lentamente en la plataforma de aterrizaje. Obi-Wan vio a un grupo de gente esperándoles. Tanto los hombres como las mujeres llevaban túnicas similares a las de los Jedi.

Adi activó la rampa de descenso y desembarcaron. Un hombre y una mujer se adelantaron inmediatamente para recibirles.

—Bienvenidos, visitantes Jedi —dijo la mujer con amabilidad. Era de mediana

 

edad, con el rostro ancho y el pelo gris rizado que enmarcaba sus coloradas mejillas como si fuera una esponjosa nube—. Somos los Guías de la Hospitalidad, y estamos aquí para mostraros nuestro mundo y asegurarnos de que estéis cómodos. Yo soy O-Rena y él es V-Haad.

Su compañero sonrió y se inclinó ante ellos. Era alto y algo calvo, y sus ojos eran de un marrón cálido.

Los Jedi se inclinaron a su vez, y Qui-Gon les presentó.

Fuimos llamados por dos de vuestros ciudadanos. La pareja más joven dio un paso adelante.

Yo soy V-Nen, y ella es mi mujer O-Melie —dijo el hombre—. Somos los padres de O-Lana.

La mujer les contempló y bajó la mirada. Parecía nerviosa, al igual que su marido. Sin duda estaban preocupados por la prueba que iba a pasar su hija.

La niña está en su vivienda —dijo V-Haad—. Os llevaremos hasta allí.

Seguidnos, por favor.

Los Jedi siguieron a los Guías y a los padres hasta un deslizador un tanto desvencijado. Obi-Wan nunca había visto un modelo tan antiguo que siguiera en uso. Se preguntó si podría arrancar.

El motor propulsor se encendió con un chirrido preocupante, pero el vehículo funcionaba a la perfección. Mientras avanzaban por el desigual terreno, Obi-Wan contempló el paisaje con curiosidad. Viajaban por una carretera central sin asfaltar que discurría a lo largo de un muro bajo. Al otro lado del muro se distinguían edificios abovedados. Los deslizadores aparcados junto a ellos parecían tan viejos y desvencijados como el que les llevaba a ellos.

Sólo hay una ciudad en Kegan, y nosotros somos sus guardianes —exclamó O-Rena por encima del ruido del motor—. El resto del planeta se utiliza para el cultivo y la cría de animales. Hay grandes zonas de espacio abierto. Ahora estamos pasando por el Círculo Técnico. Kegan se divide en círculos por cada área de trabajo. El Círculo Técnico lleva al Círculo de Información, que a su vez conduce al Círculo de Estudio, que lleva al Círculo del Jardín, y así. Todos rodean al Círculo de Reuniones, en el que celebramos nuestros encuentros. Ahora nos dirigimos al Círculo de Viviendas.

Una sombra pasó sobre ellos y Obi-Wan miró hacia arriba. Un skyhopper zumbó sobre sus cabezas. Era un modelo antiguo que él no conocía.

—Quizá te asombre que nuestros transportes sigan funcionando — le dijo V- Haad con una risita—. Aquí, en Kegan, no destruimos, reutilizamos. Nuestro Círculo Técnico es experto en mantener la vieja tecnología en funcionamiento. No necesitamos los últimos modelos.

¿Tenéis sistema monetario? —preguntó Adi Gallia con interés. V-Haad negó con la cabeza.

Somos una economía de trueque. Todo pertenece al Bien General. Tal vez

 

hemos renunciado a las grandes fortunas, pero no tenemos criminalidad. Prefiero vivir en paz y seguridad que con preocupación sobre mis hombros.

—Parece una buena filosofía —admitió Qui-Gon —. ¿Tenéis sistema de gobierno?

—Tenemos a los Guías Benevolentes, V-Tan y O-Vieve —dijo O-Rena—. Fueron los primeros en crear una nueva forma de vivir aquí en Kegan. Tienen un Círculo de Consejeros, pero, más que gobernar, guían. Todos somos tenidos en cuenta. Todo se ajusta al Bien General.

Obi-Wan tuvo que admitir que, al menos en apariencia, el sistema parecía funcionar. Quizás el hecho de que Kegan fuera un planeta pequeño y con una población mínima era lo que evitaba que tuvieran conflictos con otros mundos. Al paso de la nave, la gente levantaba las cabezas para sonreír y saludarles con la mano. Todos parecían ocupados y felices.

Pero, aun así, Obi-Wan notó algo raro.

—No hay niños —dijo a los Guías.

—Los niños son un bien precioso aquí —le dijo O-Rena—. La educación es muy importante. Se les envía al colegio cuando son muy pequeños para aprender y explorar. Ah, ahí está el Círculo de Viviendas.

V-Haad condujo la nave a través de una grieta en la pared y la llevó hasta un recinto en el que había unos cuantos deslizadores viejos aparcados. Luego se dirigieron hacia uno de los numerosos edificios abovedados que rodeaban el centro formando una espiral. Cada uno estaba conectado al siguiente.

V-Nen abrió la puerta y se hizo a un lado para que pudieran entrar. La pequeña sala estaba amueblada de forma sencilla pero agradable, con asientos bajos repletos de cojines.

Qui-Gon se volvió hacia V-Haad y O-Rena.

Gracias por traernos hasta aquí. Nos gustaría examinar a solas a la niña con sus padres.

Ah, claro, entendemos vuestros procedimientos —dijo V-Haad.

Pero, aunque lo sentimos mucho, no podemos seguirlos — añadió O-Rena

—. O-Melie y V-Nen nos han pedido que nos quedemos. Les ponen nerviosos los extraños.

Qui-Gon miró a los padres con amabilidad.

No hay nada por lo que ponerse nervioso. Lo único que haremos será deciros si vuestra hija es sensible a la Fuerza. Si así fuera, os explicaríamos lo que significa y lo que, si lo deseáis, puede hacerse al respecto.

V-Nen y O-Melie se miraron. O-Melie tragó saliva.

Queremos que los Guías de la Hospitalidad se queden. V-Haad y O-Rena sonrieron.

 

¿Lo veis? No debéis pensar en nosotros como ajenos a esta casa —se apresuró a asegurarles O-Rena—. Todos en Kegan formamos parte de la misma familia. ¿No es cierto, O-Melie?

Sí —dijo O-Melie.

De pronto, las sonrisas de O-Rena y V-Haad parecieron congelarse en sus rostros. Era como si lo que tuvieran dentro no coincidiera con su amabilidad. Una ligera sensación de alerta recorrió a Obi-Wan. Había aprendido a confiar en ella.

Algo no iba bien. Las cosas no eran lo que aparentaban ser. V-Haad y O-Rena parecían haberles dado la bienvenida, pero a Obi-Wan le daba la sensación de que no les gustaba que los Jedi estuvieran allí. En absoluto.

 






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