Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 8-

                                                              



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 8

Qui-Gon y Adi estaban en medio del Círculo de Reuniones. A su alrededor se extendía un coliseo al aire libre con losas de piedra a modo de bancos.

—Todos los keganitas participan en el Gobierno de Kegan —dijo V-Haad orgulloso —. V-Tan y O-Vieve presentan los problemas al pueblo. No dan soluciones, sólo propuestas. Todos los ciudadanos pueden votar.

Un edificio circular bajo se levantaba junto al coliseo. La cúpula, en una de las pocas muestras de ornamentación de Kegan, estaba pintada de dorado.

—Ésa es la Vivienda Central, donde residen nuestros Guías Benevolentes — dijo O-Rena—. Solicitaremos una audiencia por vosotros.

O-Rena y V-Haad les llevaron a una pequeña sala con paredes inmaculadamente blancas y bancos para sentarse.

—Estarán con vosotros dentro de poco —dijo O-Rena—. Os esperaremos en la entrada principal.

Al cabo de un momento, la puerta se abrió y aparecieron dos ancianos keganitas con túnicas blancas. La mujer llevaba el pelo canoso sujeto en una larga trenza. El hombre también era canoso. Sus resplandecientes sonrisas parecían más sinceras que las de los Guías de la Hospitalidad.

—Bienvenidos, Qui-Gon Jinn y Adi Gallia —dijo la mujer—. Yo soy O-Vieve y él es V-Tan. Es un honor saludaros.

Los dos Jedi inclinaron la cabeza.

Esperamos que podáis ayudarnos —dijo Qui-Gon —. Vinimos con nuestros padawan, Siri y Obi-Wan. Les perdimos en algún momento y no podemos encontrarlos.

V-Tan extendió las manos.

Los Guías de la Hospitalidad nos han informado de esto. Estamos preocupados.

Hemos decidido iniciar una búsqueda —dijo O-Vieve—. Informaremos a nuestros ciudadanos de que los chicos se han perdido. Pronto obtendremos resultados.

Nos gustaría unirnos a la búsqueda —dijo Qui-Gon. O-Vieve asintió comprensiva.

Soy consciente de vuestra preocupación, pero no conocéis nuestro mundo. Nosotros podemos buscar de forma más rápida y eficaz. V-Tan y yo os estaríamos muy agradecidos si aceptarais nuestra hospitalidad durante este periodo de tiempo. Tenemos un área de invitados preparada aquí, en la Vivienda Central. Estoy seguro de que necesitáis comer y descansar. Os traeremos a vuestros padawan.

Qui-Gon estuvo a punto de protestar, pero Adi asintió.

 

Gracias —dijo ella.

V-Tan y O-Vieve susurraron que no era molestia en absoluto y que era un placer para ellos conocer a los amables Jedi. Los Guías de la Hospitalidad estarían esperando en la recepción para mostrarles el camino hasta sus aposentos.

Qui-Gon y Adi fueron hacia el pasillo. En cuanto se alejaron lo suficiente para que no les oyeran, Qui-Gon murmuró:

—No podemos fiarnos de ellos para la búsqueda.

—Claro que no —admitió Adi—, pero si hubiéramos seguido protestando no habríamos obtenido nada bueno. No se habrían rendido. No nos temen, como O- Rena y V-Haad.

¿Temernos? —preguntó Qui-Gon asombrado —. Nerviosos quizás, pero

¿por qué iban a temernos?

Eso es algo que no sé —dijo Adi —. Todavía. Qui-Gon se detuvo. El área de recepción estaba enfrente, y no quería que los Guías de la Hospitalidad les vieran.

Tenemos que volver al principio. Debemos hablar con V-Nen y O-Melie. Quizás el hecho de que Obi-Wan y Siri no hayan vuelto tenga que ver con la desaparición de O-Lana.

Adi asintió.

¿Cómo podemos evitar a O-Rena y V-Haad?

Por aquí —dijo Qui-Gon, dando la vuelta y avanzando por donde habían venido. Giró a la izquierda y luego a la derecha.

¿Cómo sabes por dónde ir? —preguntó Adi. Qui-Gon sonrió.

En el Templo recibí lecciones sensoriales con la Maestra Tahl. Cuando se quedó ciega tuvo que aprender a mejorar el resto de sus sentidos. Sigo mi sentido del olfato.

Adi se concentró.

Comida. Están cocinando algo.

Y donde hay comida, hay basura. Y donde hay basura, suele haber una salida —explicó Qui-Gon.

Y yo que siempre busco una ventana —dijo Adi corriendo tras él.

La cocina estaba vacía excepto por un cocinero que, de espaldas a la puerta, estaba picando verdura para hacer una pasta. Qui-Gon y Adi Gallia se movieron de forma rápida y silenciosa tras él y salieron por una puerta a un reducido espacio lleno de cubos de basura. Los sortearon y se fueron por donde habían venido.

No había mucha distancia y pronto estuvieron ante la puerta de V-Nen y O- Melie. Qui-Gon golpeó suavemente la puerta.

 

Abrió V-Nen. La expresión esperanzada en su rostro se apagó cuando vio a los Jedi.

—Creí que eran noticias de O-Lana —dijo.

—Tenéis que confiar en nosotros —le dijo Adi —. Podemos ayudaros a proteger a vuestra hija.

O-Melie se puso al lado de su marido.

No tenemos nada más que decir —dijo V-Nen —. Yo tengo que ir ahora a trabajar al Círculo de Información.

—Llegamos tarde y nos tenemos que ir ya —dijo O-Melie—. Por favor, no nos sigáis.

Las palabras de O-Melie sonaban frías, pero en su mirada había un ruego.

¿Qué les estaba pidiendo?

Antes de que pudieran reaccionar, el matrimonio cerró la puerta en sus narices. Adi miró a Qui-Gon. La mirada que intercambiaron estaba llena de significado.

No hablaron durante un momento, mientras un skyhopper zumbaba sobre ellos.

Creo que deberíamos volver —dijo Adi.

Sí —asintió Qui-Gon —. Aquí no hacemos nada. Dieron medía vuelta y volvieron al Círculo de Viviendas. Pero la esperanza renacía en el corazón de Qui-Gon. Por fin estaba empezando a entender.






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