Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 13-

                                                               



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 13

Qui-Gon y Adi se escondieron tras un muro elevado, con los ojos fijos en el edificio de máxima seguridad que albergaba el PIC. Nen les había pasado por varios controles, pero no estaba autorizado a entrar en el edificio. Dependía de ellos pasar el último control.

No podemos atacar a un keganita —murmuró Adi—. Tenemos que emplear la Fuerza para que los de seguridad nos dejen pasar.

Sólo hay un guardia —dijo Qui-Gon —. Debería de ser fácil. Kegan no está acostumbrado a la actividad ilegal.

Salieron de su escondrijo y fueron hasta el guardia.

Saludos —dijo Qui-Gon—. V-Tan y O-Vieve nos han mandado aquí a observar. Para ti será un placer dejarnos entrar.

—Para mí es un placer dejaros entrar —dijo el guardia, sucumbiendo al truco mental y señalándoles la entrada.

Una vez dentro, Qui-Gon y Adi encontraron rápidamente el Procesador de Instrucción Central. Los dedos de Adi volaban por el teclado mientras introducía una serie de órdenes contradictorias.

—Esto provocará que todos los dispositivos vuelvan a áreas de aterrizaje —dijo ella—. No quiero que se estrellen en zonas habitadas. Este programa confundirá al personal técnico y nos dará tiempo.

¿Cuánto? —preguntó Qui-Gon.

Los ojos de Adi permanecían fijos en la pantalla.

No lo sé exactamente. Por lo menos dos horas. Puede que tres. No están muy avanzados tecnológicamente, así que les llevará un tiempo.

No quiero que pase una noche más sin encontrar a nuestros padawan —dijo Qui-Gon con firmeza.

Adi asintió lentamente.

Los encontraremos. Y a Lana también.

Cuando Adi terminó, ambos volvieron al pasillo de salida, pero Qui-Gon se detuvo ante una puerta con un letrero que decía "Archivos de instrucción central".

Vamos a echar un vistazo —dijo—. Quizás encontremos una pista.

La sala estaba llena de unidades de archivos holográficos. Estaban fechadas y alineadas alfabéticamente. Qui-Gon cogió un cajón de archivos y Adi otro.

Hay uno por cada ciudadano de Kegan —dijo Adi sin poder creerlo —.

Conversaciones grabadas...

Con quién quedan, con quién cenan... —dijo Qui-Gon accediendo a otro informe.

—Lo que utilizan, lo que comen...

 

Lo que escriben a sus hijos al colegio...

Qui-Gon examinó el expediente de una niña de trece años llamada O-Nena.

¿No nos habló Nen del Círculo de Aprendizaje?

Adi Gallia asintió con un murmullo mientras abría otro informe.

¿Sabes ya dónde está?

—No —dijo Qui-Gon—. Pero aquí hay una referencia al Círculo de Reaprendizaje. ¿Qué será eso?

Suena a algo que deberíamos comprobar. —Busquemos a Lana —sugirió Qui-Gon, pasando los archivos para buscar su nombre—. Aquí no hay nada.

—Buscaré a Melie y Nen —Adi revisó los archivos, un nombre tras otro—. Aquí, yo cojo a Nen y tú a Melie —leyó los archivos rápidamente.

Qui-Gon contempló el informe.

Hay muchísimas conversaciones grabadas. Grabaciones de reuniones con otros disidentes. Y las grabaciones de todas nuestras conversaciones en la casa. Pero nada de Lana. Ni siquiera su partida de nacimiento.

Han borrado toda la información —Adi miró a Qui-Gon—. Esto no me gusta.

Es como si hubieran eliminado cualquier prueba de su existencia.

Excepto en la memoria de sus padres.

Los dos Jedi cerraron los expedientes al unísono.

No tenemos tiempo que perder —dijo Adi. Salieron del edificio y corrieron hacia la vivienda de Nen y Melie. Adi les explicó rápidamente que los autohoppers estarían inhabilitados durante unas tres horas.

Reuniremos a todos los disidentes que podamos — dijo Nen —.

Intentaremos averiguar si alguien ha visto a vuestros padawan.

—Tenemos que saber dónde está el Círculo de Aprendizaje — les dijo Qui-Gon

—. Tengo el presentimiento de que ahí está la clave. ¿Habéis oído hablar del Círculo de Reaprendizaje?

—Lo he oído mencionar —dijo Nen—. Nadie sabe lo que es realmente. Es una especie de centro de formación.

Las madres hablan —dijo Melie—. Dicen que si a tu hijo le reasignan ahí, ya no puedes ponerte en contacto con él. ¿Creéis que es allí donde tienen a Lana?

O-Yani, la anciana cuidadora, apareció en la puerta.

No —susurró.

Melie se giró con una dureza repentina en la mirada.

O-Yani, a tu nieto V-Onin lo mandaron al Círculo de Reaprendizaje hace seis años.

—No era culpa mía que estuviera enfermo —dijo O-Yani rápidamente.

 

—Ya lo sé —dijo Melie con suavidad—. Yo vi cómo cuidabas de él. ¿Por qué se lo llevaron?

—Por el Bien General —dijo O-Yani con rapidez.

O-Yani, hemos desactivado los autohoppers —le dijo Qui-Gon —. Ya no los oyes, ¿a que no? Puedes hablar con libertad.

O-Yani hizo una pausa. Miró por la ventana, esperando escuchar o ver a un autohopper pasar.

—Ellos me dieron este trabajo. Me gusta cuidar niños — dijo en voz baja.

—No vas a perder tu trabajo —le dijo Nen—. Sabemos que lo que le pasó a Lana no fue culpa tuya.

—Pero si sabes dónde está, dínoslo por favor —dijo Melie.

Los médicos no sabían cómo tratar a V-Onin. Dijeron que tenían un sitio al que enviarle... un sitio en el que se investigaba. ¿Qué podíamos hacer? —O-Yani estaba desolada—. Nunca lo volví a ver.

¿Sabes adonde lo llevaron? —insistió Melie.

—Un comerciante vino un día y llamó a mi puerta —dijo O-Yani—. Había visto a un chico en el campo, viajando con unos Guías. Los Guías tenían problemas con su deslizador y lo estaban arreglando. El chico paró al comerciante y le dio algo para que me lo trajera. Un regalo de despedida.

¿Qué era? —preguntó Nen.

—Flores silvestres —dijo O-Yani —. Las puse entre las hojas de un libro.

Esperad.

Se fue y volvió al momento con un libro de tapas de cuero. La anciana manipuló el volumen, que crujió al abrirse, y extrajo con cuidado un delicado capullo prensado.

¿Me dejas verlo? —preguntó Melie con respeto. O-Yani asintió, y Melie lo cogió de su mano y lo observó—.

Conozco esta flor. Es del árbol calla. Sólo crecen en la llanura más elevada de Kegan. Está a unas dos horas en deslizador.

Gracias a la veloz nave de los Jedi, llegarían en menos de la mitad de tiempo, calculó Qui-Gon.

¿Es muy grande la llanura? —preguntó.

—Con la nave y los dispositivos de vigilancia adecuados se puede recorrer entera en cuestión de minutos —respondió Melie —. No es muy grande.

Vámonos —dijo Qui-Gon a Adi.

Entonces la puerta se abrió de golpe. Seis Guías de Refuerzo irrumpieron en la habitación.

—Qui-Gon Jinn y Adi Gallia, estamos aquí para escoltarles al Tribunal

 

Supremo. Se les acusa de control mental. Acompañadnos voluntariamente o dispararemos.

 





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