Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 9. LA LUCHA POR LA VERDAD -Capítulo 15-

                                                               



Antes del “Episodio I”
Antes de "La guerra de las galaxias" La historia de Obi-Wan Kenobi
***

La paz por encima de la ira El honor por encima del odio
La Fuerza por encima del miedo

***
La mayor parte de la población de Kegan
no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia.
Pero cuando se descubre que allí hay un bebé
que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta.

No son bienvenidos.
Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños,
y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se les dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente.

En este planeta,
los Jedi tendrán que luchar por la verdad… aunque nadie quiere enfrentarse a ella.



Capítulo 15

Qui-Gon y Adi se encontraban en el centro del coliseo. Frente a ellos había una mesa circular en torno a la cual se habían sentado numerosos keganitas con túnicas rojas. Eran los Guías de la Justicia.

Se os encuentra culpables de control mental en el caso de O-Melie y V-Nen

—dijo un keganita anciano—. La sentencia es la deportación. Vuestra nave tiene combustible y está preparada. Unos cazas de escolta os acompañarán a la atmósfera exterior.

Qui-Gon y Adi no dijeron nada. Sabían que V-Tan u O-Vieve estaban detrás de aquello. Sería un esfuerzo desperdiciado discutir. Pero eso no quería decir que se fueran a someter.

Un pelotón de Guías de Seguridad les llevó a la plataforma de despegue. Uno de ellos habló.

—Nos hemos tomado la libertad de desactivar todas las armas y los sistemas de defensa. Que tengan buen viaje.

Una puerta siseó al abrirse y V-Tan y O-Vieve aparecieron. Caminaron hacia los Jedi, sonriendo amablemente.

—Antes de iros, queremos dejar claro que no os deseamos ningún mal —dijo O-Vieve.

¿Dónde están nuestros padawan? —preguntó Qui-Gon.

—Creemos que se los llevaron en un Control de Asistencia —respondió V-Tan

—. Los localizaremos en el Círculo de Aprendizaje y los enviaremos a Coruscant. Tenéis nuestra garantía personal a este respecto.

—Lo siento, no es suficiente —respondió Qui-Gon educadamente.

—No confiáis en nosotros, pero deberíais hacerlo — O-Vieve se acercó a Qui- Gon y le puso la mano en el hombro en un gesto de confianza. De repente, se quedó pálida. Sus ojos azul claro parecieron apagarse. Se tambaleó.

¿Estás bien? —le preguntó Qui-Gon tocándole la mano. Estaba fría como el hielo.

O-Vieve retiró la mano del hombro de Qui-Gon.

—No es nada. A veces veo cosas. Vienen sin avisar. Por eso hemos hecho lo que hemos hecho. Sólo queremos proteger a nuestro pueblo.

—Accedimos a que vinierais con amistad en nuestros corazones —dijo V-Tan

—. Lo que no podemos tolerar es la interferencia en nuestros asuntos. Altera el Bien General. Habéis excedido los límites de lo que estamos dispuestos a dar. Kegan no está interesado en otros planetas. Queremos que nos dejen en paz.

—Le dijisteis al pueblo que si alguien salía de Kegan, el planeta se destruiría — dijo Adi —. Pero seguro que no lo creéis.

 

—Sí lo creemos —dijo O-Vieve con suavidad—. Yo lo he visto.

Comprendemos vuestra preocupación —dijo Qui-Gon—. Y reconocemos vuestro derecho a expulsarnos, pero tenéis que saber que si nos obligáis a marcharnos sin nuestros padawan, volveremos con un equipo de investigación del Senado Galáctico. Kegan no volverá a ser un mundo aislado.

V-Tan y O-Vieve se miraron nerviosos.

O-Vieve guardó las manos en las anchas mangas de su túnica blanca.

—Disculpadnos, amables Jedi, y escuchad. Veo visiones del futuro desde que era una niña pequeña. V-Tan tiene sueños en los que también ve cosas. Cuando nos conocimos, descubrimos que nuestras visiones coincidían. Eso nos convenció de que eran ciertas. Hemos predicho cosas que han ocurrido. Ahora vemos una invasión malvada en Kegan. Creamos una manera de vivir que podría evitar lo que hemos visto.

Todo lo que hemos hecho es proteger a nuestros ciudadanos de un destino que ni siquiera pueden imaginar —dijo V-Tan—. Quizás algunas de nuestras medidas parezcan duras, pero son sólo contribuciones al Bien General.

—Ambos hemos tenido visiones de un futuro evento destructivo en Kegan —les dijo O-Vieve—. Vemos el mal empañando nuestro planeta como una nube negra.

¿Cómo? —preguntó Qui-Gon—. ¿Cuándo?

—Vemos a los Jedi rodeados de oscuridad —dijo V-Tan—. Eso es todo lo que sabemos. La oscuridad sale de ellos y se expande hasta tragárselos.

—Quizá nuestra destrucción proceda de un explosivo enviado para destruir a un planeta entero en un segundo — dijo O-Vieve.

—No hay ningún dispositivo capaz de hacer explotar a un planeta entero —dijo Qui-Gon.

—Puede que todavía no —le corrigió O-Vieve suavemente, y Qui-Gon sintió un escalofrío.

—Vemos soldados enmascarados —dijo V-Tan—. No sabemos quiénes son ni lo que buscan. Sólo que son malvados. Traerán miedo y sufrimiento.

—Pero vuestras visiones podrían ser erróneas —dijo Adi—. A veces lo son. Los Jedi no son ajenos a ellas. Pero sabemos que vemos cosas que podrían ocurrir.

—Ésa es la razón por la que nosotros actuamos así —O-Vieve clavó intensamente la mirada en Qui-Gon—. Si pudieras elegir tu muerte, Qui-Gon, ¿no preferirías morir en paz y tranquilidad antes que en una violenta batalla, entre el caos y la desesperación?

Qui-Gon la miró con frialdad.

—No podemos elegir nuestra muerte.

—Y vosotros no podéis decidir lo que es mejor para vuestro pueblo —dijo Adi

—. Decís que todos los ciudadanos pueden votar, pero controláis el proceso.

 

Monitorizáis sus pensamientos y sus conversaciones. Todo por una visión que quizá no llegue a cumplirse. ¿Es eso justo? ¿Es justo apartar a los hijos de sus padres basándose en el sueño de una maldad sin nombre?

O-Vieve apartó la mirada. Era evidente que la pregunta le había molestado. Qui-Gon aprovechó para insistir.

—Adi Gallia y yo hemos visto el Círculo Técnico y el Círculo Médico. Hemos visto lo que tenéis en comparación con lo que podríais tener. Ha habido avances en medicina y en tecnología que podrían haber ahorrado mucho sufrimiento a vuestro pueblo. ¿Es justo que se los neguéis?

—No se los negamos —dijo V-Tan, negando con la cabeza—. Se los ahorramos.

—Tiene que haber sacrificio para preservar el Bien General —dijo O-Vieve, dándoles la espalda. Su voz volvía a tener el tono autoritario—. La reunión ha terminado. Enviaremos a vuestros padawan. Tenemos una buena nave, bien suministrada y equipada con hipervelocidad para ellos. Os deseamos un buen viaje —sus ojos azules adoptaron de repente el brillo del acero—. Pero os advertimos que si intentáis quedaros en la atmósfera de Kegan, vuestra nave será derribada.

 





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