Fanfic Crossover Las Aventuras de Tintín/Las Aventuras de Jackie Chan: El Imperio Maldito - *Capítulo 19: Jade Vs El Príncipe de la Oscuridad*

           Resumen del cartoon: Jackie Chan es un arqueólogo , que se ve atrapado en un conflicto entre la agencia del gobierno Sección 13 y un sindicato criminal conocido como la Mano del Mal. Dirigido por Valmont, la Mano del Mal está recogiendo talismanes mágicos para reanimar a un antiguo demonio-dragón conocido como Shendú. Jackie también tiene que mantener la mirada en su sobrina Jade, que ha volado desde Hong Kong. Jackie Chan, Jade, y su tío tienen que hacer todo lo posible para detener al mal, desde obteniendo estos poderosos talismanes hasta embarcarse en muchas misiones, para salvar al mundo del mal.





EL IMPERIO MALDITO

El peligro de la eterna oscuridad se cierne sobre la Tierra. ¿Podrán Jackie y sus nuevos amigos evitarlo? Jade es la llave y su destino será pelear a muerte contra su tío.

Género: drama, acción, fantasía, humor, artes marciales, aventuras
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 23 capítulos
Estado: completo
Año de creación: 2006
Escritora: Yu-Chan


ÚLTIMA PARTE: LA BATALLA ENTRE LA LUZ Y LA OSCURIDAD

*Capítulo 19: Jade Vs El Príncipe de la Oscuridad*


—¡Jackie…! —Tío cayó de rodillas al suelo, con el rostro lívido y los
ojos abiertos como platos—. ¡Jackie…!

—Debimos… Debimos haber ido a ayudarlo cuando lo dije… Ahora es
demasiado tarde para mi… amigo… —dijo el capitán Black con voz
apesadumbrada, apoyándose sobre la pared con el rostro escondido dentro
del brazo para que los demás no vieran sus lágrimas—. ¡Maldición!

—Tintín… —Haddock dirigió su preocupada mirada hacia el joven y
desvanecido reportero, quien aún yacía desangrándose sobre el altar de
piedra, alimentando el oscuro portal con su sangre mientras Milóu corría
y saltaba alrededor de él en un vano intento por despertarlo.

—¡Ahora todo está perdido! ¡Ya no hay nada qué hacer! ¡Nada! ¡El mundo
está perdido! —se quejó El Toro Fuerte, apretando fuertemente los puños,
sintiéndose completamente impotente. No había sido capaz de proteger el
futuro de su amiguito y fan número uno: su querido Paco.

Hernández y Fernández sólo se limitaban a abrazarse con fuerza y a
llorar entre hipeos; el joven monje, a diferencia de todos los demás,
permaneció en absoluta calma.

El japonés Tohru tampoco dijo nada, simplemente se quedó con la triste
mirada clavada sobre la arrodillada muchacha de cabello oscuro que aún
sostenía el cuerpo de Jackie entre sus brazos, inclinada sobre él.

—Jade…

A Deimono Caronte, en cambio, le dio mucha gracia lo que estaba
sucedido. Después de todo, se había preocupado en vano.

—¡Keya! —dijo—. ¡Ya no sigas perdiendo el tiempo con ése cadáver
putrefacto y ven a lanzarlo dentro del Portal Oscuro! ¡Nuestros dioses
necesitan una ofrenda para saciar su ira!

Un par de lágrimas cayeron sobre el rostro del arqueólogo.

—Nunca te lo perdonaré… —susurró la aludida, aún con la cabeza inclinada
y su rostro oculto entre las sombras que producía su cabello.

—¿Cómo dijiste? —el emperador enarcó una ceja, confundido.

—¡QUE NUNCA TE LO PERDONARÉ! —alzó el rostro con la furia pintada en él
mientras las lágrimas saltaban de sus ojos—. ¡NO TIENES DERECHO A
INSULTAR A MI TÍO JACKIE! ¡TE HARÉ PAGAR POR TODO LO QUE ME OBLIGASTE A
HACERLE!

El malvado muchacho se quedó atónito con los ojos abiertos de par en
par. De alguna manera, el shock de haber presenciado el sacrificio de
aquel patético humano, había regresado a la chica a su estado anterior
dentro del cuerpo adulto que él le había otorgado.

"¡Imposible! —pensó, apretando los dientes furiosamente—. ¡Su voluntad
no puede ser tan poderosa como para romper mi hechizo! ¡Corrompí su alma
utilizando sus más oscuros deseos egoístas! ¡Su alma me pertenece por
completo!".

Jade inclinó nuevamente la cabeza hacia abajo.

—Tío… Te prometo que le patearé trasero a ese sujeto por ti, ya lo verás
—sonrió tristemente mientras acariciaba con suavidad el inerte rostro de
Jackie—. ¿Sabes, tío? Podría soportar vivir mi vida sin mis padres, pero
no puedo soportar ni un segundo de vida sin ti, sobre todo cuando sé que
yo soy la culpable de haberte hecho sufrir tanto… —Sus ojos se llenaron
de lágrimas—. ¿Me esperarás, verdad, tío? Pronto iré a reunirme contigo
y volveremos a correr muchas aventuras… —Su semblante se puso serio y
depositó suavemente el cuerpo de su pariente sobre el suelo para luego
ponerse de pie y clavarle una furiosa mirada de puñal sobre Caronte.
Cerró los puños cual poderosas garras de águila. Los 3 talismanes que
todavía mantenía apretados en la mano derecha brillaron en todo su
esplendor, llamando la atención del príncipe—. ¡Pero primero voy a
patearle el trasero a éste principito de pacotilla!

Al escuchar semejante declaración, el aludido simplemente se echó a
reír, poniendo los brazos en jarra.

—¡Jah, jah, jah! ¡Sólo dices puras tonterías, mi querida Keya!

—¡YO NO SOY KEYA, MI NOMBRE ES JADE CHAN Y ES MEJOR QUE TE LO APRENDAS
SI NO QUIERES QUE TE BAJE TODOS LOS DIENTES DE UN SOLO GOLPE!

—¿¡Cómo te atreves a gritarle de esa manera al poderoso Príncipe del
Imperio Oscuro, irrespetuosa plebeya!

—No soy tu plebeya, y si no te gusta que te grite, ¿por qué no vienes y
ponemos las cosas en claro, principito? —lo desafió al puro estilo de
Bruce Lee, haciéndole una seña con la mano.

Caronte hizo chirriar los dientes, tratando de contener la furia que
había comenzado a crecer en su negro corazón. ¡Esos malditos talismanes!

—Iré si ése es tu deseo, Keya, pero déjame decirte que si permaneces a
mi lado como mi amante, te convertirás en ama y señora de todos los
reinos que conquistemos juntos en el futuro.

—¿Cómo? ¡Puaaaaajjjjh! ¿Con quien crees que estás hablando? ¿Pretendes
sobornarme con eso? Yo quiero ser una agente secreta de la Sección 13;
además, tengo mejores gustos para con los chicos —le sacó la lengua—.
¡Ahora baja de ahí y ven a pelear! ¿O prefieres que yo vaya, eh?

El príncipe torció el gesto, disgustado, reticente a obedecerle.

—¿Ah, no? ¿No quieres venir? —apretó aún más los talismanes en su mano—.
¡Entonces yo iré!

Dicho y hecho, voló inmediatamente hacia su enemigo, dispuesta a vengar
a su tío, derrotarlo y liberar al mundo de las oscuras garras del
Imperio Maldito, aún si eso significara dar la vida por ello.

"Tío —pensó—, te vengaré, ya lo verás, estarás muy orgulloso de mí y,
aunque muera, te prometo que nunca más volveré a desobedecerte. ¡Todo
esto fue por causa mía y yo misma lo solucionaré!".

—¡! —gritó mientras se detenía frente al sorprendido Deimono Caronte.
Suspendida en el aire y con la palma de la mano izquierda hacia él, le
disparó uno de sus más poderosos ataques de energía ki, dándole de lleno
y volviéndolo cenizas junto al trono.

—¡Sí! ¡Así se hace, Jade! —festejó Black con gran entusiasmo, golpeando
su puño contra la palma de su mano—. ¡Serás una gran agente de la
Sección 13!

—¡Rayos y centellas! ¡Esa chica es tremenda! —festejó el capitán
Haddock, batiendo las palmas de las manos—. ¡Vamos por Tintín!

—¡Eso es! ¡Dale su merecido! —exclamó el luchador enmascarado, aferrado
a los barrotes de la ventana, excitadísimo.

—Jade… —murmuró el enorme japonés, enjuagándose con la mano una pequeña
lágrima de felicidad. Finalmente, ella había logrado liberarse del
hechizo de Caronte.

Hernández y Fernández simplemente se limitaron a bailar alegremente
entre ellos, tomándose de las manos y girando por todo el cuarto.

—Tío está muy pleocupado pol su soblina —declaró el mismo Tío con tono
grave, llamando la atención de los demás, quienes se volvieron hacia él
con cara de desconcierto.

—¿A qué se refiere con eso? —quiso saber el jefe de la Sección 13.

—El hechizo oscuro no se ha roto del todo —explicó Ten Aptur con voz
tranquila pero seria.

—¿Cómo sabe eso, especie de bola de boliche? —preguntó el ex capitán de mar.

—¡Eso! Ella ya se puso en contra de ese tipo, ¿qué más prueba que esa?
—se quejó El Toro Fuerte.

El joven monje entornó los ojos.

—La pequeña niña sigue teniendo el cuerpo de una mujer.

—¡Oh! —exclamaron todos, sorprendidos.

—Ella volvió a sel la misma sólo en espílitu glacias a los talismanes
que Jackie le entlegó y también pol su plopia voluntad —siguió
explicando el viejo chino, cerrando los puños con fuerza en un intento
de no llorar la pérdida de su querido sobrino.

—¿Su propia voluntad? —repitió Tohru.

—Los Talismanes del Tigle, la Oveja y el Caballo fuelon una muy buena
elección pala expulsar el chi maligno del cuelpo de Jade, pelo ella se
está lesistiendo a dejal il todo el podel que el Plíncipe de la
Osculidad le otolgó como Keya sólo pala podel delotalo.

—Siendo una niña común jamás tendría la oportunidad de hacerlo, pero
siendo una diosa de la guerra, sus chances de derrotarlo serán mucho
mayores —agregó Tan Aptur—, pero para poder mantener controlado el chi
maligno para utilizarlo en su beneficio, la niña tiene que hacer uso de
toda la fuerza de voluntad de su alma.

—Y hacel eso con tan poca expeliencia, ¡podlía sel dominada pol su lado
osculo o, lo que es peol, peldel la vida! —finalizó el Tío, alzando el
dedo índice con tono vehemente.

—¡Oh, oh! Eso está muy mal —dijo Fernández.

—Yo diría más: ¡eso está muy mal! —replicó Hernández.

Mientras tanto, entre las desesperadas exclamaciones de los habitantes
de la Ciudad Oscura, se pudo escuchar el gran estruendo que provocó el
ataque de Jade sobre la sima de la pirámide en la que se encontraba el
príncipe Déimono Caronte, levantando una inmensa nube de polvo que
ocultó el resultado del ataque a todos los presentes.

Jade permaneció suspendida en el aire con la mirada fija sobre el lugar
en donde había estado el príncipe al momento de recibir el ataque, pero
los desesperados ladridos de Milóu le llamaron la atención, acordándose
de Tintín.

—¡Tintín! —aterrizó al lado del altar con la intención de liberarlo lo
más rápido posible—. ¡Tintín! ¡Tintín!

Poco a poco los ojos del muchacho se fueron abriendo hasta que pudo
encausarlos hacia el rostro de la preocupada joven que permanecía
inclinada a su lado.

—¿…Ja… de…? —murmuró con un hilo de voz—… Qué… felicidad…, pudiste…
liberarte…

—Y ahora voy a liberarte a ti, ¿no te parece genial? —sonrió aliviada al
verlo aun con vida, palidísimo, pero con vida.

Utilizando sus nuevos poderes, la joven abrió sin problemas los cuatro
grilletes que aprisionaban al reportero, ayudándolo luego a sentarse
sobre al altar de piedra negra. Tintín estaba ya tan débil que ni
siquiera podía mantenerse sentado, así que Jade se vio en la necesidad
de sentarse a su lado para poder sostenerlo con el brazo izquierdo sobre
sus esbeltos hombros y ofrecerle uno de los tres talismanes con la otra
mano.

—Mira, Tintín, es el Talismán del Caballo, el talismán de la curación,
¿sabes? Tómalo y te recurarás, te lo aseguro.

—… Gracias… —con un esfuerzo supremo, dio vuelta la palma de la mano,
que permanecía apoyada en su pierna, para recibir el talismán que le
ofrecía su recuperada amiga; pero justo antes de que ella dejara caer la
piedra sobre su mano, Deimono Caronte reapareció amenazante de entre la
nube de polvo.

—¡Oh, no! ¡No creas que te lo permitiré! —declaró, sin siquiera tener un
solo rasguño en su cuerpo.

Antes de que Jade pudiera reaccionar, Caronte dirigió su báculo real
hacia ella y le lanzó una increíble y poderosísima descarga de chi
maligno que la lanzó rodando escaleras abajo.

—¡J-Jade…! —Tintín susurró débilmente, dejándose caer sobre el altar
pero con los ojos fijos hacia el lugar por donde ella había caído.

El príncipe sonrió maliciosamente y se acercó lentamente al joven reportero.

—¿Querías ayudarlo, no es así, mi querida Keya?

—¡N-no lo toques! —exclamó Jade, tratando de levantarse del suelo
mientras mantenía la mirada fija sobre la cúspide de la pirámide. Con un
solo ataque, Deimono Caronte había logrado lastimarla gravemente.

—¿Que no? —desafiándola, tomó suavemente a Tintín por el cuello—. ¡Tú,
plebeya, no tienes derecho a decirme lo que tengo o no tengo que hacer!

—¡Argh! —exhaló el muchacho al momento de ser levantado bruscamente por
el cuello, quedando suspendido en el aire mientras intentaba inútilmente
de hacer el más mayor esfuerzo por liberarse de aquella poderosa garra,
pero sus fuerzas estaban tan disminuidas que apenas podo mover los dedos
cubiertos de sangre.

—¡NO! ¡TINTÍN! —gritó Haddock, y salió disparado por la puerta abierta
de la celda con la intención de ayudar a su amigo.

—¡No! ¡Lo matalán! —le advirtió Tío, alargando la mano hacia él.

—¿Cómo no se nos ocurrió antes? ¡Vamos! —exclamó El Toro Fuerte, tomando
el mismo camino que el excéntrico nuevo millonario, siendo seguido
rápidamente por el capitán Black y Tohru, excepto por los detectives,
Ten Aptur y el tío de Jackie Chan.

El monje se volvió con una sonrisa radiante hacia el viejo chino.

—Creo que debemos ir con ellos, ¿no le parece?

Por toda respuesta, el aludido bufó fastidiado mientras se cruzaba de
brazos y miraba testarudo hacia el otro lado, justo en donde se
encontraba la ventana.

Entretanto, para la desesperación de Jade, quien apenas se había puesto
de pie, Deimono Caronte había comenzado a comprimir más y más el cuello
de su víctima, comenzando a quitarle el aire que apenas lo mantenía con
vida.

—¡Suéltalo, lo estás matando!

—¡Ven a detenerme si quieres ayudarlo!

—¡Está bien! ¡Subiré allí arriba y te daré una buena paliza! —pero
apenas hizo el intento de dar un paso, Jade cayó de rodillas al suelo,
exhausta. El enorme esfuerzo de controlar el chi maligno para su
beneficio y debido a las heridas que había recibido tras el ataque de su
enemigo, tanto su fuerza física como su voluntad, se habían mermado
considerablemente.

—¡Jah, jah, jah! ¿Eso es todo lo que puedes dar, Keya? ¡Eres reamente
patética! —se burlo el príncipe.

—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Maldición! —se quejó, su respiración se había
acelerado, el tremendo dolor que sentía en el corazón la obligó a
llevarse la mano hacia el pecho mientras que con la otra aún empuñaba
los talismanes. Levantó la cabeza con una expresión desesperada en su
rostro lívido—. ¡Maldición!

Caronte rió por unos segundos más y luego volvió su atención hacia su
moribunda victima que aun intentaba liberarse de él.

—Odio a los humanos como tú —dijo, apretando aún más su cuello y
cortando completamente su respiración—. La pureza te tu corazón me da asco.

Ya sin poder respirar y con la sangre de su cuerpo demasiado disminuida,
Tintín finalmente dejó de luchar y se entregó dócilmente a su destino
para el regocijo de su atacante, quien volvió a reírse a carcajadas por
su fácil victoria. ¡No existía nadie sobre ese mundo que lo detuviera!

"Capitán…, perdóneme…., pero… ya no puedo seguir luchando…". —fueron los
últimos pensamientos de un compungido Tintín mientras todo a su
alrededor se tornaba oscuro.

Y así, con el profundo dolor pintado en su pálido rostro, el muchacho
finalmente se dejó derrotar.

—¡NOOOOOOO! ¡TINTÍIIIIIIIINNNNNNNN! —gritó la desesperada Jade con las
lágrimas saltándole de los ojos.

El capitán Archivald Haddock se detuvo en seco frente a la pirámide, su
rostro estaba lívido y la boca abierta, ¡no podía creer lo que estaba
sucediendo!

—¡Tintín…! —murmuró, cayendo de rodillas al suelo mientras lo golpeaba
varias veces con los puños, sintiéndose tan impotente como adolorido—.
¡TINTÍIIIINNNN!




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