Fanfic Crossover Las Aventuras de Tintín/Las Aventuras de Jackie Chan: El Imperio Maldito -Capítulo 3: Seikah: el Nuevo Integrante-

   Resumen del cartoon: Jackie Chan es un arqueólogo , que se ve atrapado en un conflicto entre la agencia del gobierno Sección 13 y un sindicato criminal conocido como la Mano del Mal. Dirigido por Valmont, la Mano del Mal está recogiendo talismanes mágicos para reanimar a un antiguo demonio-dragón conocido como Shendú. Jackie también tiene que mantener la mirada en su sobrina Jade, que ha volado desde Hong Kong. Jackie Chan, Jade, y su tío tienen que hacer todo lo posible para detener al mal, desde obteniendo estos poderosos talismanes hasta embarcarse en muchas misiones, para salvar al mundo del mal.





EL IMPERIO MALDITO

El peligro de la eterna oscuridad se cierne sobre la Tierra. ¿Podrán Jackie y sus nuevos amigos evitarlo? Jade es la llave y su destino será pelear a muerte contra su tío.

Género: drama, acción, fantasía, humor, artes marciales, aventuras
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 23 capítulos
Estado: completo
Año de creación: 2006
Escritora: Yu-Chan


Capítulo 3: Seikah: el Nuevo Integrante


El tío, como era de esperarse, se había opuesto a la propuesta de Tintín, argumentando que el Chi del de los europeos estropearía el Chi de ellos, pero aún así, la propuesta ya estaba aceptada y tenían que seguir con el plan trazado.

Todos se levantaron a las 7 de la mañana, salvo el capitán Haddock y Jade, quienes le dieron bastantes problemas a Tintín y Jackie para levantarlos. Antes de las 9, ya todos estaban reunidos en el recibidor del hotel, y luego todo el grupo partió hacia las montañas en una camioneta 4x4. El chofer, que sabía muy bien el camino a seguir, había calculado que llegarían a la falda de la gran montaña a las 12 del mediodía.

Durante aquellas 3 horas de viaje, los viajeros comenzaron a interactuar y conocerse entre sí, revelando sus futuras relaciones. Jade estaba encantada con el viaje al igual que Milóu, quienes se llevaban muy bien puesto que sus personalidades eran afines, pero ambos no dejaban en paz a Jackie y Tintín con sus travesuras. El capitán Haddock chocó contra el mal genio del tío y ambos se hacían la vida imposible. Toru trataba de mantener inútilmente una conversación con el sordo profesor Tornasol.

Unos 15 minutos después de las 12 del mediodía, los viajeros llegaron a un pequeño y empobrecido pueblo. La visión de los niños hambrientos impactaron a la joven Jade.

-¿Lo ves Jade? –Comentó Jackie-, hay muchos chicos de tu edad que mueren de hambre, por eso no tienes que hacerle mala cara a la comida que comes.

-Pero lo mejor sería darles la comida que desprecio por ser tan tonta... –dijo Jade pensativa mientras se cruzaba de brazos.

Jackie sonrió al escuchar aquella aseveración tan realista y caritativa de su sobrina, así que orgulloso, posó su mano sobre el pequeño hombro de la niña.

-Ya llegamos –anunció el chofer.

La camioneta estacionó frente a uno de los pocos edificios de material, era un puesto de la gendarmería, todos tenían que presentar sus papeles allí. Cuando ya hubieron legalizado su estadía, todo el grupo se despidió el hombre que los había traído hasta allí y se dispusieron a seguir con el viaje.

-Necesitaremos un guía –opinó Jackie.

-Entonces tendremos que preguntarles a los pobladores de por aquí si conocen alguno –propuso Tintín.

E inmediatamente todos se pusieron en seguida a llevar a cabo lo propuesto, pero a todos no les fue igual: a Jackie le echaron un perro feroz que lo persiguió por todo el pueblo, a Jade le tocó en suerte hablar con una anciana que no paraba de conversar nimiedades, y ni tampoco la dejaba marcharse, el tío se encontró con el hechicero del pueblo, y como ambos no se simpatizaron en lo más mínimo, se consideraron rivales en lo que concernía a la magia y se pusieron a batallar entre ellos utilizando todos sus trucos, del pobre de Toru se enamoró una mujer obesa que no lo dejaba en paz con sus propuestas
amorosas, al capitán Archibald Haddock se topó con un grupo de gallinas malhumoradas que lo atacaron sin piedad, el profesor Silvestre Tornasol mantenía una inútil conversación con un anciano tan sordo como él, sólo el joven Tintín tubo la suerte de encontrarse con una mujer que le indicó la vivienda en dónde residía el único guía del aquel recóndito pueblito empobrecido.

Tintín se llegó hasta la vieja y desvencijada casucha, llamó a la puerta pero nadie respondió, así que hizo lo que mejor sabía hacer: entrar sin permiso.

La puerta chirrió raspándose contra el suelo de tierra apisonada, el muchacho entró sigilosamente mirando de reojo por toda la estancia que estaba amueblada pobremente con muebles viejos: sólo una cama, una silla y una mesa. Estaba muy oscuro, pues apenas entraba la luz del mediodía en aquella sucia y abandonada habitación por medio de una pequeña y vieja ventana con raídas cortinas de tela rústica.

-Parece que aquella buena mujer se equivocó… -murmuró Tintín-, en esta casa no vive nadie.

-Está equivocado –le replicó una voz juvenil que lo tomó por sorpresa-. Lo que pasa es que soy un poco irresponsable con los quehaceres del hogar…

Para el asombro del joven reportero, un chico de unos trece años de edad salió de una de las oscuras esquinas de la habitación. Era un muchachito esbelto, de tez blanca, de cabello y ojos negros. Su mirada inteligente y misteriosa revelaba una personalidad muy segura de sí misma. Estaba vestido con ropas humildes pero limpias.

-¡Ho-hola! –Saludó el reportero-. Me llamo Tintín, soy periodista y estoy buscando a un guía que nos ayude a llegar hasta un templo enclavado en estas montañas. ¿Acaso es tu padre? Me dijeron que aquí encontraría al único guía del pueblo.

-Yo soy ese guía –fue la sorpresiva respuesta del niño.

-¿Tú? ¿Acaso no eres demasiado joven para eso? –inquirió incrédulo.

-¿Y usted no es demasiado joven para ser un periodista? –le preguntó desafiante, y luego respondió:

-Mi padre me enseñó lo suficiente antes de morir para poder valerme en la vida como un excelente guía de turistas. Usted puede confiar plenamente en mis habilidades.

Tintín se quedó bastante sorprendido por la inteligente elocuencia del muchacho, y mientras le extendía la mano para cerrar el trato y contratarlo como su guía, le dijo con una simpática sonrisa:

-Bienvenido a nuestro grupo, entonces, joven…

-Seikah Inmani, señor Tintín. Gracias por confiar en mí como su guía… -le respondió mientras tomaba su mano, luego, y sin que el joven reportero lo notara, los ojos del chico se entrecerraron misteriosamente mientras le decía:

-Prometo que no los defraudaré…

-¡Oh! De eso estoy seguro, Seikah. ¡jah jah jah! –se rió inocentemente Tintín mientras le indicaba con un gesto de su mano para que salieran.

-Ahora vamos a buscar al resto del grupo, quiero que los conozcas. Son personas muy interesantes.

-Ya lo creo… -murmuró oscuramente el jovencito mientras caminaba por detrás de él.

Tintín y Seikah caminaron hasta un gran árbol que se encontraba en el centro del pueblo, donde todo el grupo dejó sus pertenencias al cuidado de un valiente Milóu, que al ver de regreso a su amo, se puso muy feliz, pero, de repente, comenzó a ladrarle amenazadoramente al niño guía.

-¡Cálmate, Milú! ¿Qué te pasa? ¡Él es nuestro nuevo amigo! –lo retó su dueño, y mientras trataba de disuadirlo, llegaron Jackie y el capitán Haddock, quienes se sorprendieron al enterarse de quién sería su guía en aquel importantísimo viaje por la montaña en busca de la "Ciudad de las Sombras".

-¡¿Éste mocoso será nuestro guía?! –Se sorprendió de mala gana el ex marinero-. ¡Rayos y centellas! ¡¿Acaso te has vuelto loco, Tintín?! ¡El chico apenas ha roto el cascarón!

-Yo creo que no tiene nada de malo… -opinó Jackie un tanto pensativo-, durante mis viajes he visto a mucho niños servir como guías…

-¡¿Acaso me estás diciendo paranoico, marinero de agua dulce?! –se molestó el capitán mientras le blandía amenazadoramente su puño, poniendo algo nervioso al pobre arqueólogo.

-¡No! ¡No quise decir eso! Es que yo… -trató de disculparse rápidamente mientras le sonreía nerviosamente, pero justo en ese momento llegaron Jade, el tío y el profesor Tornasol, quienes también se sorprendieron al saber de la situación, pero Jade era la más encantada con la idea de tener al chico como compañero de viaje.

-¡Hola, Seikah! ¡Mi nombre es Jade! ¡Me alegra muchísimo que seas nuestro guía! –saludó felizmente la chiquilla, a lo que el jovencito también la saludó con formal alegría:

-El gusto es mío, linda Jade –respondió tomándole una se sus pequeñas manitas para besársela con cortesía.

-¡Oh! –exclamó la niña mientras se ponía roja como un tomate, sorprendida ante la elegancia y madurez del jovencito.

Mientras Tornasol evaluaba todo con su péndulo hasta que el rabioso capitán Haddock se lo quitó y lo lanzó lejos de allí, el viejo tío miraba de reojo al muchachito, totalmente desconfiado.

-Hay algo en ese niño que no me aglada pala nada… -murmuró pensativo-, su chi es muy extlaño…

-¡Capitán Haddock! –Se sorprendió Tintín después de haber calmado a Milóu al darse cuenta recién en el estado deplorable en que se encontraba su amigo-. ¿Qué le pasó?

-¡Nada que te importe! ¡Rayos y centellas! –replicó muy molesto mientras trataba de limpiarse su saco y su gorra negros manchados con los excrementos y plumas de las gallinas que lo habían atacado, y blandiendo su puño en dirección hacia donde se había encontrado con aquellas aves, gritó muy molesto:

-¡¡Malditas aves chupa sangre!! ¡¡Futuros guisados!! ¡¡Me las pagarán
algún día!!

Y mientras el capitán refunfuñaba, le tocó el turno a Jade de preguntarle a su tío Jackie lo que le había ocurrido:

-¿Qué te pasó, tío? Tienes roto el pantalón… -inquirió su sobrina mientras le miraba de reojo la prenda rota y los calzoncillos largos que se le veían.

-Jadeee… No seas indiscreta -se molestó su tío mientras se tapaba con las manos la parte de atrás, poniéndose bastante colorado, pues allí era donde lo había mordido aquel perro odioso.

La niña sólo le sonrió divertida, como si supiera lo que le había ocurrido, pues su fértil imaginación le daba la respuesta a su pregunta.

-¿En dónde está Toru? –preguntó de pronto Jackie mientras miraba preocupado hacia todas direcciones sin poder divisarlo, y justo en ese momento, el pobre japonés obeso venía a toda prisa hacia ellos, tratando de escaparse de la mujer gorda que lo estaba persiguiendo.

-¡Ayúdeme, sensei! –pidió el pobre Toru mientras llegaba jadeante a su lado.

-No me metas en tus ploblemas amolosos,Tolu –rebatió nervioso el aludido, sin saber qué hacer al ver cómo la mujer acosaba a su discípulo-, yo sólo soy tu maestlo chi.

-¡Pero, sensei! –replicó desesperado mientras trataba de disuadir amablemente a la mujer.

-¡Yo me encargo! –exclamó Jade muy segura de sí misma, y entonces, ante la intriga de todo el mundo, se llevó aparte a la mujer, y luego de hablar unos momentos con ella, la obesa enamorada se fue mientras que con la mano se despedía de su amado Toru.

-¡Me salvaste, Jade! ¿Qué le dijiste? –le preguntó muy intrigado el interesado al ver regresar a la pequeña Jade a su lado.

-Le dije que cuando regresemos de nuestro viaje, tú te casarás con ella –le respondió con total naturalidad.

-¡¿Eeeeeeeeeeeh?! –exclamó todo el mundo, asombrado ante la ocurrencia de la niña. Sólo Seikah la miraba con gran admiración.

Y luego de aquella desagradable revelación, y de que todo el grupo tomara sus respectivas mochilas y se marcharan de allí siguiendo al recién aceptado pequeño guía, dos mujeres jóvenes que estaban conversando cerca de una pagoda hindú, lo miraron con extrañeza al verlo pasar, y después de que se hubieran alejado los extranjeros, una de ellas le preguntó a la otra:

-Oye, Ankahi, ¿y ese niño quién es?

-No lo sé –respondió la otra mujer con toda sinceridad-. Jamás lo vi en este pueblo.




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