Fanfic Crossover Las Aventuras de Tintín/Las Aventuras de Jackie Chan: El Imperio Maldito - *Epílogo*

            Resumen del cartoon: Tintín, eterno adolescente sin familia conocida, es reportero que en realidad actúa más como aventurero o detective. Viaja por todo el mundo acompañado de su inseparable perro Milú con el propósito de enfrentarse a las fuerzas del mal para proteger a los débiles y a los oprimidos y saciar su inagotable sed de aventuras. A su lado cuenta con el irascible Capitán Haddock, los inefables Hernández y Fernández, el despistado Profesor Tornasol o la celebérrima Bianca Castafiore.




EL IMPERIO MALDITO

El peligro de la eterna oscuridad se cierne sobre la Tierra. ¿Podrán Jackie y sus nuevos amigos evitarlo? Jade es la llave y su destino será pelear a muerte contra su tío.

Género: drama, acción, fantasía, humor, artes marciales, aventuras
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 23 capítulos
Estado: completo
Año de creación: 2006
Escritora: Yu-Chan


*Epílogo*


Era de noche cuando Jackie Chan despertó y se encontró con que estaba
acostado en una de las precarias camas del templo budista al que habían
visitado antes de que partieran hacia la Ciudad de las Sombras… Cuando
Jade aún estaba con vida.

—Jade… ¿Qué le voy a decir a tus padres? —se tapó el rostro con las
manos y comenzó a llorar amargamente.

XOX

A la mañana siguiente, con Tintín más recuperado de sus heridas, todo el
grupo se disponía a subir al helicóptero luego de haberse despedido del
lama y los monjes del templo. Todo el equipo J, incluyendo a Tío, Paco y
el capitán Black, tenían los ojos rojos por haber llorado a su compañera
perdida y también tenían grandes ojeras porque no habían podido pegar un
ojo en toda la noche por recordarla. Pero, el que peor estaba era
Jackie, el dolor y la culpa que sentía por la pérdida de su querida
sobrina había sido un golpe terrible para él, acabándolo tanto física
como mentalmente.

—Pobre especie de terrier… Esto acabó peor que como si la Tierra hubiera
caído en la más completa oscuridad —opinó por lo bajo el compungido
capitán Haddock sin quitarle la vista de encima al cabizbajo arqueólogo
que aún permanecía apartado del grupo sin proferir una sola palabra.

—Mucho me temo que es él el que cayó en la más completa oscuridad,
capitán —dijo Tintín mientras su amigo lo ayudaba a subir al aparato.

—¿Podremos hacer algo por él? Un traguito de whisky podría obrar
maravillas —subió por detrás del reportero para tomarlo luego de los
hombros y ayudarlo a caminar hasta su asiento al lado de los detectives
Hernández y Fernández, quienes estaban discutiendo como unos niños de
cómo tenían que ponerse el cinturón de seguridad.

—No lo sé —respondió con una sonrisa mientras el ex marinero le
abrochaba el cinturón y Milú saltaba alegremente sobre su falda—, no lo
conocemos lo suficiente, capitán. Creo que no le gusta beber.

—Es una verdadera lástima… ¡A ver ustedes, par de mamelucos sin sesos!
¡Déjenme ayudarles antes de que los tire por la borda!

—No se moleste, capitán… ¡Ouch! —dijo uno de ellos, asustado por los
gritos proferidos por su amigo y el fuerte ajuste de su cinturón.

—Eso es; no se moleste tanto, capitán… ¡Ouch! —exclamó el otro al ser
asegurado sin mucha delicadeza.

Sonriendo con gran satisfacción y malicia, el capitán Haddock puso los
brazos en jarra y declaró:

—¡Listo! ¡Así no podrán estorbar hasta que lleguemos a casa!

—¿Es que alguien se casa? —intervino el siempre sordo y distraído
profesor Tornasol, quien estaba se encontraba sentado al lado de donde
iba a sentarse el capitán.

—¡Rayos y centellas! ¡Me había olvidado de este come libros estropeado!
—se quejó el ex marinero, rascándose la cabeza mientras Tintín soltaba
una débil y discreta carcajada de felicidad.

Paco y El Toro Fuerte estaban observando aquella escena con gran
tristeza y verdadera envidia. ¡Lo que darían porque estuviera el equipo
completo y disfrutarlo! El muchachito mexicano no pudo evitar sorberse
los mocos, sentía unos enormes deseos de llorar pero no quería parecer
débil frente a su héroe. El Toro Fuerte, sintiendo compasión por su fan
número uno, colocó la enorme mano sobre su cabeza con la intención de
reconfortarlo mientras le sonreía tristemente. Paco levantó la vista muy
agradecido y, sin poder soportarlo por más tiempo, comenzó a llorar
desconsoladamente, cubriéndose el rostro con el brazo, avergonzado por
sus lágrimas. Tintín y los demás, entristecidos, guardaron profundo
silencio en señal de respeto a sus sentimientos.

Mientras tanto, en la entrada del helicóptero, Tohru estaba ayudando a
su viejo maestro a subir después de que éste le hubiera lanzado una
mirada de preocupación a su sobrino. ¿Volvería algún día a ser el de antes?

—Vamos, Jackie, debemos subir al helicóptero —le dijo el capitán Black,
posando su mano sobre el hombro del aludido.

—Pero, Gus… No puedo subir, no sin Jade… —replicó con voz apagada, sin
siquiera levantar la cabeza.

—Jackie…

—Jackie… —intervino Víper, afligida por el hombre que siempre le había
gustado en secreto, poniendo su esbelta mano sobre el otro hombro del
arqueólogo—, no creo que Jade hubiera querido que te pusieras así por
ella… —trató de retener una repentina sensación de llanto que luchaba
por salir de su garganta—… Ella siempre fue una niña alegre y llena de
energía, debes hacerle los honores viviendo por ella, ¿no te parece?

—Sí, pero… ¡es que la extraño tanto! ¡Me había acostumbrado tanto a
ella! —Para la sorpresa de todos, Jackie Chan comenzó a llorar
amargamente, tapándose el rostro con las manos mientras sus hombros se
sacudían por el llanto—. ¡Jade no debió morir, debí morir yo! ¿Por qué
tuve que meterla en esto? ¿Por qué? ¡Tan sólo era una niña! ¡Fui tan
estúpido…!

Con el corazón encogido por el dolor y la impotencia, Víper y Black se
miraron con gran desesperación.

—No soy tan sólo una niña, tío —replicó alguien con tono jovial.

—¡Pol los lituales del glan Confucio! —exclamó el Tío con los ojos como
platos, llamando la atención de los demás pasajeros del helicóptero,
quienes comenzaron a liberarse rápidamente de sus cinturones con el
rostro marcado por la curiosidad y la alarma (excepto el sordo profesor
Tornasol, quien seguía observando con gran detenimiento su oscilante
péndulo).

—¡Oh! ¡Parece que va a pasar algo realmente sorprendente! —declaró,
ajustándose los pequeños anteojos.

Apenas escuchó aquella voz tan conocida pero tan inesperada para él,
Jackie Chan se quedó completamente paralizado sin proferir ningún
sonido, con las manos aún en su rostro.

—¡Duh! Mejor me hubiera quedado en donde estaba si iba a ser recibida
como si estuviéramos en un funeral —se quejó la voz, obligando a
volverse tanto a Víper como al capitán Black.

—¡Oh, por Dios…! —exclamó la primera, llevándose la mano a la boca.

—¡Demonios! —fue todo lo que pudo decir el asombradísimo agente.

Jackie bajó las manos, pero aun no tenía el valor suficiente como para
volverse a mirar hacia atrás.

Lleno de alborozo, Milú salió corriendo del helicóptero para recibir a
la recién llegada con alegres ladridos y efusivos lengüetazos.

—¡Ja, ja, ja! ¡Ya basta, Milú! ¡Me haces cosquillas!

Temblando de pies a cabeza y con el corazón a punto de explotarle por la
emoción, Jackie giró lentamente la cabeza y vio a su querida sobrina
Jade Chan parada delante de él, con la palma de la mano derecha
extendida hacia él y con el inquieto fox terrier corriendo a su alrededor.

—Aquí están los cinco talismanes que faltan, tío —le dijo, con un ligero
temblor en la boca y con los ojos brillantes por la emoción.

—Ja… de… —apenas dijo él, dejándose caer al suelo, atónito y con el
rostro bañado en lágrimas.

A la niña se le hizo un nudo en la garganta.

—Tampoco quiero que te mueras por mi culpa, tío… ¿Qué haría yo sin ti?
—y, acortando lentamente la poca distancia que había entre él y ella, lo
abrazó lo más fuerte que pudo, demostrándole lo mucho que lo quería como
nunca antes lo había hecho. Se rehusaba a llorar porque, a pesar de
pertenecer al sexo femenino, lo consideraba un signo de debilidad; pero
cuando Jackie por fin pudo reaccionar abrazándola y atrayéndola contra
su pecho, llorando de alegría, no pudo contenerse por más tiempo y ella
también comenzó a gimotear prudentemente, tratando de conservar su
imagen de "niña fuerte".

—Parece que todo terminó bien, capitán —dijo Tintín, observando aquella
feliz escena, apoyado en el brazo de su amigo.

—A-así es… ¡snif! —se sorbió, tratando de contener las lágrimas en
vano—. ¡Rayos y centellas con estos arroces fritos…! Creo que se me
metió una basurita al ojo…

El joven reportero se rió alegremente mientras miraba a su compañero
secarse las lágrimas con el pañuelo. Ambos estaban de pie al borde de la
puerta del helicóptero, los demás se habían bajado para recibir llenos
de alborozo a la recién llegada, salvo el profesor Tornasol, quien aún
permanecía en su asiento, con los brazos cruzados y durmiendo
tranquilamente, como si supiera que ya todo estaba bien.

Jackie, emocionado, tomó los cuatro talismanes que su sobrina Jade le
devolvía acompañados de una gran sonrisa.

—Pero, Jade… ¿cómo pudiste…?

—¿Sobrevivir? Pues es muy fácil… ¡Tacháaan! —sonriendo de oreja a oreja,
le enseñó el Talismán del Perro—. Tintín lo dejó caer por las escaleras
de la pirámide antes de irse; lo encontré cuando desperté y después
hallé los otros tres talismanes que usamos contra ese malvado tipo; pero
lo que me ayudó a salir de ese lugar fue el Talismán del Gallo que
encontré el fondo del abismo. Linda historia, ¿no?

—Ajá… —asintió con la cabeza, secándose los ojos con la manga del
pulóver de lana que los monjes le habían dado.

—¿Acaso lloraste por mí, tío? —inclinó la cabeza hacia un costado
mientras sonreía pícaramente.

—¿Yo? ¡Oh, no! ¡No! —batió las manos nerviosamente, poniéndose de pie—.
Es que…, se me había metido una basurita en el ojo…

—Claro, tío, claro —se rió la niña, dirigiéndose alegremente hacia el
helicóptero.

—¡Pero, Jade! ¿Es que no me crees? —se quejó, caminando tras ella.

—Tengo hambre, tío, quiero comer una hamburguesa con muuuchas papas
cuando lleguemos a casa.

—Jadeee —se detuvo, frunciendo el entrecejo y poniendo los brazos en
jarra—, ya sabes que debes comer más sano, así que cuando lleguemos a
casa, cenarás un deliciosa sopa de pollo con arroz y verduras, ¿entendido?

—¡Oooh, tío! —se quejó, subiendo al aparato y poniendo los ojos en
blanco, pero enseguida volvió a sonreír y le guiñó el ojo a Tintín en
señal de agradecimiento.

Jackie también sonrió, sintiéndose muy feliz de que todo volviera a ser
como antes.

FIN





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