Fanfic Crossover Las Aventuras de Tintín/Las Aventuras de Jackie Chan: El Imperio Maldito - *Capítulo 12: Atrapados*

       Resumen del cartoon: Tintín, eterno adolescente sin familia conocida, es reportero que en realidad actúa más como aventurero o detective. Viaja por todo el mundo acompañado de su inseparable perro Milú con el propósito de enfrentarse a las fuerzas del mal para proteger a los débiles y a los oprimidos y saciar su inagotable sed de aventuras. A su lado cuenta con el irascible Capitán Haddock, los inefables Hernández y Fernández, el despistado Profesor Tornasol o la celebérrima Bianca Castafiore.




EL IMPERIO MALDITO

El peligro de la eterna oscuridad se cierne sobre la Tierra. ¿Podrán Jackie y sus nuevos amigos evitarlo? Jade es la llave y su destino será pelear a muerte contra su tío.

Género: drama, acción, fantasía, humor, artes marciales, aventuras
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 23 capítulos
Estado: completo
Año de creación: 2006
Escritora: Yu-Chan



*Capítulo 12: Atrapados*


El escabroso sonido de los tambores apresuraron los pasos del grupo de
Jackie Chan, a quienes los había embargado el nerviosismo y la
preocupación respecto al destino de los secuestrados.

—El tiempo se nos está acabando, los planetas oscuros se alinearán muy
pronto —fue el terrible vaticinio del monje Ten Aptur.

—¿Estás seguro de eso? —inquirió Viper muy alarmada.

El monje miró a su alrededor, como si estuviera buscando las señales que
le habían indicado semejante revelación.

—Estoy seguro —dijo al final.

Todos se miraron muy preocupados y volvieron a retomar el camino en
completo silencio, cada uno ensimismado en sus propios pensamientos.

Mientras pensaba en su querida sobrina Jade, Jackie se sobresaltó al
sentir que la mochila que llevaba encima comenzaba a sacudirse.

—¿Pasa algo, Jackie? —quiso saber Thoru.

—¿Eh? ¡No, no! No pasa nada… —negó el aludido un tanto nervioso.

Mientras caminaban por el sendero embaldosado que los llevaba hacia el
interior de la Ciudad de las Sombras, todos miraban a su alrededor,
empequeñecidos por la grandiosidad que los rodeaba: los muros de piedra
que rodeaban la ciudad eran muy altos al igual que la entrada provista
de un portón de madera maciza de dos hojas que se encontraba
extrañamente abierta, como si estuvieran invitados a visitarla.

Todos se detuvieron debajo del umbral de la entrada y miraron hacia el
interior de la ciudad, que parecía estar completamente abandonada y
permanecía sumida en el silencio más absoluto y las sombras más tenebrosas.

Sobrecogidos por una desagradable sensación de peligro, el grupo de
Jackie Chan ingresó a la Ciudad de las Sombras, caminando por sus
deshabitadas y amplias veredas y subiendo por las escaleras de piedra
del mismo ancho que las extensas calles. Lanzaban miradas recelosas a
cada rincón oscuro que encontraban entre los solitarios edificios de
piedra de cinco pisos. Sus ventanas eran pocas y pequeñas, y el diseño
de las edificaciones era sobrio y monótono.

—Qué mal gusto tienen en este lugar… —comentó Viper frunciendo el
entrecejo—, no me gustaría tener un departamento aquí…

—Ni yo tampoco… —apoyó el capitán Haddock—. Para mí no hay otro lugar
como el Castillo de Moulinsart.

—¿Vives en un castillo? —inquirió el "Toro Fuerte" muy sorprendido con
aquella revelación.

—Así es. Soy un hombre rico —reafirmó muy orondo tomándose de las
solapas de su saco negro.

—¡Vaya! ¡Y yo que pensaba que usted no era más que un vulgar pescador!
—replicó sarcásticamente.

—¿¡Cómo dijiste, especie de mastodonte sin pelo!? —gritó enfurecido el
amigo de Tintín—. ¡Para tu información, yo era un marino mercante y no
un simple pescador! ¡Rayos y centellas!

—¿¡A quién le dices "mastodonte sin pelos", marinero de agua dulce?
—rebatió muy ofendido el Toro Fuerte.

—¡A ti te digo, "brontosaurio escapado de la prehistoria"!

—¡¿Cómo?! ¡Ahora verás de lo que es capaz del Toro Fuerte!

Ambos estaban a punto de trenzarse a puñetazos ante la desesperación de
los demás, pero un cómico grito de terror proferido por Jackie Chan los
interrumpió, volviéndose todos hacia él, muy alarmados. Pero no había
nadie más con Jackie, éste se encontraba solo pero en una posición muy
extraña, como si llevara piedras en la mochila y caminara sobre brasas
calientes.

—¿Qué te pasa? ¿Pol qué glitaste así? —quiso saber el Tío al ver a su
sobrino tan blanco como un papel.

—Ha-hay algo en la mochila de Jade… —apenas pudo responder.

—¿Co-cómo lo sabes? —preguntó Thoru tan asustado como angustiado.

—¡Po-porque hay algo moviéndose adentro…!

—¿Ahora mismo? —preguntó El Toro Fuerte igualmente aterrado.

—¡Ahora mismo!

—¡Pues quítatela de encima! ¿Qué esperas? —propuso Viper muy alarmada.

Apenas terminó de escucharla, Jackie se quitó la mochila lo más rápido
que pudo a pesar de que todo su cuerpo temblaba de miedo, dejándola
sobre el suelo. Entonces, para la aterrorizada mirada de todos, el bolso
seguía moviéndose.

—¡Rayos y centellas! ¡Ese condenado bolso está hechizado! —exclamó el
capitán Haddock.

—¡N-no por mucho tiempo…! —apenas pudo declarar El Toro Fuerte, haciendo
chocar su puño contra la palma de su mano en una evidente intensión de
hacerse cargo a golpes de la situación.

Pero cuando apenas avanzó un paso, Ten Aptur se interpuso y dijo:

—No percibo un ningún Chi maligno de esa bolsa…

—¿No? ¡Apuesto a que es uno de esos Moradores de las Tinieblas o cómo se
llame!

—No lo creo —replicó tranquilamente y se dirigió hacia la mochila con
gran seguridad en sí mismo.

Y, ante la preocupada mirada de todos los demás, el monje se hincó ante
la bolsa y la abrió. Grande fue la sorpresa de todos cuando vieron salir
de allí a Milú, el perro de Tintín.

—¡Milú! ¡Rayos y centellas! ¿Pero qué haces tú aquí? ¿Por qué no te
quedaste con el profesor Tornasol y el chico mexicano? —quiso saber el
capitán Haddock mientras el mencionado perro saltaba a sus brazos para
saludarlo a lengüetazos amistosos.

—¡Pobre Milú! —exclamó Viper con cierta pena—. ¡Se escondió en la
mochila de Jade para poder venir con nosotros y encontrar a su amo!

—A eso le llamo fidelidad —opinó Jackie maravillado mientras se acercaba
a Milú y acariciaba su blanca cabeza.

—¿No será muy peligroso que nos acompañe? —preguntó Thoru muy preocupado.

—Ya no podemos regresar, no hay tiempo; debemos seguir adelante o todo
acabará para nosotros —declaró Ten Aptur seria y decididamente.

—El joven monje tiene mucha lazón, debemos seguil adelante —lo apoyó el
Tío, quien volvió a sacar su lagartija para que lo guiara por el camino
correcto.

Luego de mirarse entre ellos muy preocupados, todos se dispusieron a
seguirlo, pero, entonces, Milú comenzó a gruñir, alarmándolos a todos.

—¡Oh, no! ¿Qué pasa ahora? —se quejó nuestro arqueólogo mirando muy
intranquilo a su alrededor.

—Son los Moradores de las Tinieblas. Ellos están aquí, los siento —fue
la desagradable declaración de Ten Aptur.

—¡Pero ellos no pueden atacarnos ahora! ¡Tenemos los amuletos! —exclamó
Thoru muy nervioso.

Entonces, desde los rincones más oscuros de los edificios, las horribles
y temibles criaturas de la oscuridad comenzaron a emerger prestas a
atacarlos.

—Creo que los amuletos ya no nos sirven —declaró una sonriente Viper
mientras se colocaba en posición de ataque.

—¡Mal día! ¡Mal día! —se quejó Jacky, imitando la posición de lucha de
su amiga.

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Mientras tanto, en el templo de la Ciudad de las Sombras, el temible
ritual para transformar a Jade estaba a punto de iniciarse. Habiendo
colocado a la niña sobre un altar, los sacerdotes habían formado un
círculo alrededor de ella, en tanto, el majestuoso Deimono Caronte había
tomado su posición a la cabecera del altar, llevando sus manos hacia el
cielo para comenzar a recitar su maleficio ante una multitud de
seguidores que observaban todo desde la base de la pirámide y el cántico
monótono de los sacerdotes oscuros.

—¡¡Oh, dioses de la oscuridad!! ¡¡Oh, dioses del inframundo!! ¡¡Pido sus
oscuros e intensos poderes para poder despertar a la llave que abrirá el
portal de nuestra dimensión y así nuestro oscuro dominio caiga sobre la
Tierra!!

Entonces, en ese preciso momento, el cielo se cubrió completamente con
oscuras nubes negras y terribles rayos comenzaron a desgarrar el cielo
con atronadores gritos terroríficos, llenando de espanto a la gente,
pero no así en el príncipe y en los monjes, pues éstos sabían muy bien
que los dioses los habían escuchado y que muy pronto enviarían sus poderes.

—¡¡Oh, dioses de la oscuridad!! ¡¡Oh, dioses del inframundo!! ¡¡Escuchen
mi súplica y concédanme sus oscuros poderes!!

De pronto, un enorme estruendo se escuchó en el oscuro cielo y un rayo
rojo bajó desde las alturas y cayó con inmensa fuerza sobre Caronte,
quien sintió por unos instantes un intolerable dolor hasta que un aura
negra rodeó todo su cuerpo y sus ojos oscuros se volvieron rojos, malignos.

Mirándose las manos, murmuró con una siniestra sonrisa de satisfacción:

—… Por fin, el poder es mío… Muy pronto dominaré todo el universo y lo
sumiré en una profunda y eterna oscuridad… —Miró a la pequeña Jade y sus
ojos brillaron de malsana emoción—. Ahora…, despertaré a la llave…

Y colocando sus manos a los costados de la cabeza de la niña, Deimono
Caronte comenzó a concentrarse, de sus manos comenzaron a salir pequeños
rayos rojos que comenzaron a penetrar en el cerebro de su victima,
haciéndola gritar de dolor pero sin despertarla de su pesado sueño.

—¡¡Vamos!! ¡¡Despierta!! ¡¡Despierta mi querida Keya!! —gritó el
príncipe, aplicando más poder sobre la niña, quien no paraba de proferir
gritos de desesperada agonía.

Cerca de allí, el joven periodista Tintín, el capitán Black y los
hermanos Hernández y Fernández, miraban aterrorizados por la pequeña
ventana enrejada que daba hacia el lugar del sacrificio.

—¡No! ¡Basta! ¡Deténgase! ¡Le hace daño! —gritaba Tintín muy enfurecido,
preso de la angustia y tirando desesperada e inútilmente de los barrotes
de la ventana.

—¡Malditos…! —murmuró el capitán Black, apretando con furia los puños
hasta sacarse sangre, sintiéndose horriblemente impotente ante la agonía
de la sobrina de su amigo.

Pero nada podían hacer al respecto, estaban prisioneros en una celda
infranqueable sin ninguna oportunidad de escape. Nada podían hacer por
Jade, absolutamente nada.

De pronto, los rayos y truenos arreciaron aun con más fuerza que antes,
estremeciendo a todos los presentes, sobrecogiéndolos de terror. El
momento del despertar de la llave ya estaba a punto de concretarse.

Deimono sonrió, ya estaba hecho, Keya había despertado.

Entonces, una niebla oscura salió de la nada y envolvió completamente el
cuerpo de Jade, tapándola ante la vista de todos. De pronto, se escuchó
un grito desgarrador entre medio de la niebla y se hizo un absoluto
silencio, uno que helaba la sangre. Poco a poco la niebla fue
dispersándose para mostrar ante todos la nueva apariencia de Jade, la
llave que abriría la oscura dimensión del príncipe Deimono Caronte.

—Dios mío…, no puede ser… —fue lo único que el capitán Black fue capaz
de decir.

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Los Moradores de las Tinieblas los habían rodeado por completo, éstos
eran muchos a pesar de que no había niebla alguna que los protegiera de
la luz, pues solamente una luminosidad muy tenue, como la llama de una
vela, gobernaba toda la Ciudad de las Sombras.

—Ya no le temen a la luz —dijo Viper.

—Ni a mis amuletos —completó el viejo Tío con su inseparable lagartija
disecada en su mano, intentando en vano ahuyentar a aquellos monstruos.

—Estamos en sus territorios —apuntó el monje Ten Aptur con un tono serio
y tranquilo—, la profecía se está cumpliendo y ellos se están volviendo
cada vez más poderosos…

—¡Rayos y centellas! ¡Condenados bichos del demonio! —fue la opinión del
capitán Haddock, quien estaba acompañado por el valiente Milú—.
¡Acabemos con esos energúmenos de una vez! —Y para la desesperación de
sus compañeros, se lanzó al ataque junto al perro de Tintín.

—No sé si decir que está loco o es un valiente… —dijo Jackie mientras se
llevaba una mano a la cabeza, sintiendo tanto admiración como confusión.

—¿Y eso qué importa? —declaró El Toro Fuerte—. Él no será el único en
lucirse aquí. ¡¡Aaaaaaah!! —y se lanzó al ataque sin pensar que sus
extraños enemigos los superaban en número.

Jackie y Viper se miraron un tanto desconcertados.

—Bueno, creo que ahora nos toca a nosotros, ¿verdad? —dijo la joven
mujer alzándose de hombros.

—Si no hay otra salida…

—No la hay —lo tomó de la mano. Sus ojos brillaron con la perspectiva de
la acción—. Vamos.

—Pero…

No había "peros" que valieran, Viper tiró de su brazo y ambos saltaron
hacia donde se encontraban el resto de los Moradores de las Tinieblas.

Thoru y el Tío se quedaron parados como un par de tontos, mirando a los
que recién se habían marchado.

—Yo también voy —declaró Ten Aptur con su habitual serenidad,
sorprendiéndolos aun más.

Viéndolo marcharse, el Tío miró a Thoru y lo golpeó en la cabeza con su
característico golpe luego de haber dado un pequeño salto para alcanzar
la altura debida.

—¡Ouch! ¿Por qué me pega, Sensei? —preguntó el aludido un tanto consternado.

—¡Polque eles un cobalde, Tholu! ¡Siemple dudas de ti mismo y eles el
último en actual! ¿Qué selá de Jade?

—¡Ah, no, Sensei! —exclamó seriamente—. ¡A Jade no le pasará nada malo
mientras yo esté aquí! ¡Ya verán esos maleantes!

Y el bondadoso y amplio japonés también se lanzó a la batalla junto a
sus amigos. El Tío sonrió satisfecho y él también se unió a la lucha,
haciendo uso de sus habilidades marciales como los demás, salvo el
capitán Haddock y Milú, pues mientras que uno peleaba torpemente con
golpes de puño y patadas, el otro lo hacía a mordiscones. Y claro, El
Toro Fuerte utilizaba sus habilidades de la lucha libre.

Repartiendo torpemente tanto puñetazos como puntapiés y sus infaltables
y famosos insultos, el capitán Haddock hacía gala de su torpeza y valor
en la batalla.

—¡Mil rayos! —exclamaba mientras le propinaba un puñetazo en plena cara
a uno de los Moradores y le rompía una de sus botellas de whisky en la
cabeza a otro—. ¡Especie de cara-de-piedra! ¡Alcornoque! ¡Banda de
analfabetos! ¡Brutos!

Sin que el capitán se diera cuenta, uno de aquellos monstruos estaba a
punto de lanzarle una cuchilla por la espalda, pero el valiente Milú
saltó justo en el momento preciso y le mordió ferozmente en la muñeca,
haciéndolo aullar de dolor. Al darse cuenta de lo que podía haber
pasado, Haddock se acercó corriendo hasta el desalmado y le dio un
fenomenal puñetazo en el rostro, desapareciéndolo.

—¡Bah! ¡Con eso tenía ese pedazo de cretino nuboso! Gracias, Milú.
Recuérdame darte un delicioso hueso cuando volvamos a casa… —le dijo
mientras lo acariciaba en la cabeza.

Mientras tanto, El Toro Fuerte y Ten Aptur se encontraban peleando cerca
de allí contra más de esas criaturas, desplegando ambos sus habilidades
de lucha, que por cierto, eran muy diferentes entre sí. El monje, además
de poseer grandes habilidades en las artes marciales —especialmente Kung
Fu— poseía además poderosos poderes Chi y sabía utilizarlos muy bien.

Luego de haber acabado con uno de sus enemigos, sintiendo la presencia
de dos de ellos detrás de él, Ten Aptur se volvió para lanzarles un par
de bolas de energía que brotaron de sus manos e impactaron contra los
Moradores de las Tinieblas, evaporándolos en el acto. Entonces, otros
dos de los monstruos, que estaban un tanto lejos de él, le lanzaron un
par de cuchillas cada uno, armas que el monje atrapó en el acto y las
volvió a lanzar contra sus dueños, dando en el blanco, desasiéndolos.

El Toro Fuerte había visto todo aquel fabuloso despliegue por parte de
aquel tranquilo monje, impresionándose por sus habilidades y sintiéndose
un tanto minimizado y bastante envidioso.

—¡Bah! ¡Cualquiera puede hacer eso! —exclamó con fingida arrogancia—.
Mira como acabo con estos estorbos…

Y así, el famoso luchador de lucha libre, recibió un sorpresivo golpe en
la cara por parte de uno de los Moradores en cuanto se dio vuelta,
haciéndole volver la cabeza. Lentamente, el Toro Fuerte volvió su rostro
hacia el que lo había atacado, furioso y humillado.

—¿Acaso crees que con eso ibas a detenerme, mamarracho?

Sin saber muy bien por qué, el Morador de las Tinieblas sintió miedo,
mucho miedo…

Con sus poderosos y musculosos brazos, El Toro Fuerte lo tomó de la
cabeza y la entrepierna y dio un enorme salto hacia arriba, elevándose
lo suficiente como para caer pesadamente sobre al suelo junto con su
enemigo, haciéndole dar el lomo contra el piso, desapareciéndolo entre
una nube negra.

—¿Y bien? ¿Qué te pareció eso, monjecito? —le preguntó mirándolo muy ufano.

—Creo que deberías repetirlo contra los que vienen ahora —le propuso
tranquilamente.

—¿Eh? —el amigo de Jacky Chan se dio media vuelta y fue recibido por un
hacha que por poco le cortaba la cabeza si no fuera por su rápida
reacción para esquivarla.

—¡Con que atacando a traición al gran El Toro Fuerte, ¿eh?! ¡Ahora
verás! —lo amenazó arrebatándole el hacha y clavándosela en el pecho,
evaporándolo.

Viendo que otros dos Moradores de las Tinieblas corrían hacia él para
atacarlo, El Toro Fuerte también corrió hacia ellos con sus enormes
brazos extendidos, golpeándolos fuertemente en sus cuellos, haciéndolos
volar y desaparecer en el aire.

—¡Bien! ¿Alguien más? —declaró muy ufano, con los brazos en jarra.

Mientras tanto, el dueto entre Jackie Chan y Viper se encontraba
combatiendo contra otro contingente de los Moradores, haciendo gala de
sus habilidades marciales; y aunque Jackie no se encontraba dispuesto a
unir sus fuerzas con la ex ladrona, tenía que admitir que la joven era
muy valiente y habilidosa. Mientras él acababa a uno de sus enemigos con
una combinación de golpes de Kung Fu, Viper acababa con otro con una
poderosa patada.

—¡Muy bien, Viper! —la felicitó.

—Gracias —sonrió la joven mientras se arreglaba el cabello con la mano y
le dedicaba una bella sonrisa—. Pero creo que sería mejor que te
concentraras en tu propio combate antes de estar pendiente de mí.

—Yo no estoy pendiente de ti —rebatió Jackie sin poder evitar ponerse un
poco colorado.

—Pues entonces acaba con ese bicho que está a punto de atacarte —fue la
tranquila respuesta de Viper.

—¿Eh? —Jackie Chan se dio media vuelta justo a tiempo para ver a su
enemigo a punto de atacarlo con dos extrañas espadas, agachándose justo
a tiempo para que el filo de las armas tan sólo le cortara algunos
cabellos. Con un rápido movimiento, Jackie lo barrió con una patada,
volteándolo al suelo y golpeándolo con un poderoso golpe con la palma de
su mano, derrotándolo en el momento que otro Morador de las Tinieblas lo
atacaba con otra espada. Como pudo y a su típica manera cómica de
siempre, Jackie esquivó cada uno de sus ataques hasta que otro Morador
se unió a su compañero para atacarlo en cooperativa.

—¡Mal día! ¡Mal día! —repetía nuestro protagonista mientras seguía
evadiendo los frenéticos ataques de sus enemigos.

—¡Hazte a un lado! —pidió Viper saltando y haciendo traspié en la
espalda del arqueólogo aficionado, tomando impulso y saltando sobre sus
enemigos, propinándoles una buena patada a cada uno de ellos,
eliminándolos. Jackie Chan se le quedó mirando, sinceramente admirado.

—¿Lo ves? —le dijo ella mientras giraba sobre sus pies y lo miraba con
los brazos cruzados—. Solamente tienes que concentrarte un poco más…

—¡Cuidado! ¡Atrás tuyo, Viper! —gritó de repente y corrió hacia donde se
encontraba su compañera y dando luego un formidable salto y propinarle
una poderosa patada a uno de los Temibles Moradores de las Tinieblas que
estaba a punto de atacarla, derrotándolo en el acto.

—Gracias —dijo Viper.

—Creo que tendremos que trabajar en equipo si queremos derrotarlos —le
propuso Jacky.

—Estoy de acuerdo —aceptó ella, que, para su sorpresa, él la tomó de la
mano y la hizo girar alrededor suyo. Comprendiéndolo en el acto, Viper
comenzó literalmente a "caminar" sobre el pecho de los nuevos enemigos
que se les habían acercado, lanzándolos al suelo o haciéndolos
retroceder. Luego, Jacky y ella, espalda contra espalda y en posición de
lucha, se prepararon a luchar juntos contra sus interminables enemigos.

—¿Lista? —preguntó Jackie.

—Lista —respondió Viper.

—¡¡Aaaaaaaah!! —ambos gritaron al mismo tiempo, lanzándose al ataque con
gran valentía.

A todo eso, el Tío y Thoru se estaban peleando sobre las escaleras en
contra de otros tantos Moradores de las Tinieblas, utilizando tanto sus
habilidades mágicas con el Chi y sus destrezas en las artes marciales,
complementándose maravillosamente. El tío de Jackie Chan atacaba a sus
enemigos con su lagartija-lanza-rayos, Thoru lo hacía con un pez globo.
Ninguno de los dos se separaba del otro, espalda contra espalda luchaban
contra sus enemigos, consiguiendo acabar rápidamente con ellos.

—¡Sensei! —exclamó Thoru muy preocupado después de haberle disparado un
rayo de Chi a uno de los Moradores de las Tinieblas—. ¡Sensei! ¡Siguen
siendo muchos!

—¡Ya lo sé! —replicó el Tío mientras efectuaba un exitoso ataque contra
uno de sus enemigos—. ¡Siento un Chi muy maligno a nuestlo alededol!
¡Uno que se hace cada vez más fuelte!

¡Cuan acertado estaba el Tío! Puesto que una niebla negra había
comenzado a rodearlos a todos ellos hasta que, para su sorpresa, tomaron
la forma de unos enormes hombres vestidos con extrañas armaduras negras
aparecieron sobre ellos, quienes los capturaron a todos sin más pérdida
de tiempo. Ninguno de ellos, ni siquiera Ten Aptur, puedo resistirse a
aquellos poderosos seres.

—Llévenlos ante el Emperador —ordenó uno de ellos que tenía un diseño
diferente de armadura y que seguramente debía ser su líder—. Necesitamos
que se haga un espectáculo para alegrar y agradecer a los dioses oscuros.

Y así, ante la desesperación de nuestros protagonistas tras haber
escuchado aquello, todos fueron llevados a la fuerza hacia el templo, en
donde seguramente se encontrarían con Jade, Tintín y los demás.

 


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