Fanfic Crossover Las Aventuras de Tintín/Las Aventuras de Jackie Chan: El Imperio Maldito -Capítulo 5: Los Moradores de la Tinieblas-

    Resumen del cartoon: Jackie Chan es un arqueólogo , que se ve atrapado en un conflicto entre la agencia del gobierno Sección 13 y un sindicato criminal conocido como la Mano del Mal. Dirigido por Valmont, la Mano del Mal está recogiendo talismanes mágicos para reanimar a un antiguo demonio-dragón conocido como Shendú. Jackie también tiene que mantener la mirada en su sobrina Jade, que ha volado desde Hong Kong. Jackie Chan, Jade, y su tío tienen que hacer todo lo posible para detener al mal, desde obteniendo estos poderosos talismanes hasta embarcarse en muchas misiones, para salvar al mundo del mal.





EL IMPERIO MALDITO

El peligro de la eterna oscuridad se cierne sobre la Tierra. ¿Podrán Jackie y sus nuevos amigos evitarlo? Jade es la llave y su destino será pelear a muerte contra su tío.

Género: drama, acción, fantasía, humor, artes marciales, aventuras
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 23 capítulos
Estado: completo
Año de creación: 2006
Escritora: Yu-Chan


*Capítulo 5: Los Moradores de la Tinieblas*


Los "Moradores de las Tinieblas" eran algo parecido a los humanos, pero estaban lejos de serlo. Sus pieles eran de un color gris con marcas azules formando extraños dibujos por todo sus cuerpos. Eran calvos, no tenían un solo pelo en el cuerpo, de dientes y uñas negros, puntiagudos y afilados. De ojos almendrados, extremadamente negros. Tenían las orejas puntiagudas y casi no tenían nariz. Sólo usaban por vestimenta uno precario taparrabo fabricado con tiras inmundas de cuero de animal. Eran salvajes y violentos, movidos por sus más profundos sentimientos de lealtad brutal hacia quien los había puesto allí como guardianes del camino hacia la "Ciudad de las Sombras". Jackie Chan y sus amigos estaban en la mira de estos asesinos bestiales.

Luego de haber sido rescatada por Seikah, Jade Chan notó con asombro cómo todo el lugar comenzaba a taparse por espesas tinieblas de color gris-verdosas, tan extrañas, que lograron apagar el fuego de la fogata, y entonces, unos horribles gritos aterradores de seres desconocidos la llenaron de pavor.

-¿E-esos son los Moradores…? –preguntó asustada la niña.

-Creo que sí –le contestó el muchachito mientras se miraba el hombro herido-, mi padre me contó que sus gritos eran como mil exclamaciones desgarradoras de los muertos.

-¡Uy! ¡En qué lío nos metimos! –dijo Jade un tanto arrepentida por su deseo de aventuras, pues su sano juicio le decía que aquello era muy peligroso.

-Ni se te ocurra levantar la cabeza, Jade –le advirtió Seikah.

-¿Por qué?

-Como no soportan la luz del sol, sus ojos están hechos para ver hasta la más mínima irradiación de luz corporal en la oscuridad. Ellos ubican a sus victimas por medio del brillo de las pupilas, por más ínfimo que este sea, así que mantente agachada. Pero igual tenemos que permanecer ocultos, ya que la luz de la Luna podría delatarnos.

Y las cosas eran como Seikah le había explicado a Jade, ella vio cómo los Moradores de las Tinieblas salían de entre los arbustos con un andar parecido al de los grande monos, armados peligrosamente con precarias pero afiladas armas, o sea, cuchillas, cuchillos pequeños, y guadañas. Eran muy peligrosos.

Pero, sin que ninguno de los dos se lo hubiera imaginado, el tío de Jade, Jackie Chan, salió semidormido de la carpa, en el peor de la situación. Se había despertado y no había visto a la niña en su bolsa de dormir, así que había decidido salir a buscarla.

-¡Oh no! –exclamó al verlo Jade preocupada y sorprendida-. ¡Mi tío! ¡Esas cosas van a atacarlo!

-¡Jadeee! ¿En dónde estás? ¿Tú apagaste la fogata? –preguntó el arqueólogo mientras miraba alrededor buscando la razón de su preocupación.

-¡¡Cuidado, tío Jackieee!! –lo previno su sobrina gritando lo más posible para así poder llamar su atención.

-¡¿Eh?! –se sorprendió el aludido por aquella advertencia sin entender lo que estaba pasando.

-¡¡Wah!! –exclamó cómicamente asustado al agacharse a tiempo antes de que unas cuchillas se le clavaran en la cabeza, que en cambio, le pasaron rozando por encima de él para luego clavarse en el tronco de un árbol.

Quizás fue el reflejo adquirido por la práctica de tantos años en el arte marcial del Kung Fu, pero lo cierto era que aunque no veía muy bien a causa de la oscuridad, Jackie se había salvado por un pelo de no morir.

-¡¿Pe-pero qué es lo que está ocurriendo aquí?! –se preguntó malamente extrañado mientras sentía caer en sus manos extendidas varios mechones de su cabello y retrocedía bastante confundido tratando de mirar hacia todas direcciones.

De pronto, varios seres se la aparecieron para atacarlo, justo en el mismo instante en que Jackie Chan pisaba accidentalmente con los pies descalzos las brasas aún incandescentes de la fogata.

-¡¡Ouch!! –gritó adolorido mientras daba saltitos con el pie sano y se agachaba para tomarse el otro pie lastimado, acto afortunado, ya que al agacharse, evitó que uno de sus atacantes lo rebanara con una guadaña.

El joven chino, al notar por fin la extraña presencia de aquellos salvajes, tomó rápidamente por los extremos aún no encendidos de un par de brasas ardientes y las utilizó para defenderse de sus raros y agresivos atacantes.

El estilo de pelea de Jackie era bastante peculiar, sus movimientos eran cómicos de por sí, siempre tomado por sorpresa, podía improvisar rápidamente utilizando cualquier objeto que estuviera a su alcance (en este caso, los maderos encendidos), entre movimientos torpes y movimientos ágiles propios de un practicante de artes marciales, era difícil poder hacerle daño, además, Jackie Chan contaba con una buena estrella de la suerte.

Mientras Jade y un sorprendido Seikah miraban cómo aquel ingenuo arqueólogo quemaba con las brasas los traseros de sus atacantes, los demás miembros de la expedición comenzaron a despertarse por el ruido de aquel alboroto y empezaron a asomarse por las entradas de sus tiendas para saber lo que estaba pasando afuera, sin darse cuenta, que podían correr un gran peligro.

Tintín y el capitán Haddock fueron los primeros en asomarse fuera de la tienda.

-¡Rayos y centellas! –el capitán Haddock exclamó su sentencia favorita, muy molesto- ¡¿Pero qué es todo ese alboroto?!

A modo de respuesta, una daga peligrosamente afilada, fue a clavarse hacia la sartén que este sostenía para darle una tunda a quien lo había despertado, dejándolo estupefacto.

-¡Capitán! –exclamó Tintín asombrado mientras miraba aquel inesperado objeto- ¡Eso es una daga!

-¡No! ¡Si va a ser una flauta! ¡¡Claro que es una daga, rayos y centellas!! –le dijo muy molesto, pero un repentino ataque de tres Moradores, provocaron que ambos amigos salieran de su carpa para defenderse.

Tintín parecía un muchachito de poca fuerza debido a su delgada figura, pero, al haber protagonizado un sinfín de aventuras por todo el mundo y enfrentado a una variedad de situaciones peligrosas y tipos malos, sabía defenderse muy bien gracias a su ingenio, y también sabía golpear muy bien, por lo tanto, se daba maña para poder enfrentarse a esos seres tan extraños.

El capitán Haddock, era de corpulencia robusta, y por lo tanto, mucho más fuerte que su amigo, pero los años de bebida no le habían caído muy bien a sus reflejos, por lo tanto, era algo torpe y también miedoso, pero bruto y temerario cuando se enojaba, como buen lobo de mar. Ayudaba defendiendo a su amigo de esas bestias.

Mientras tanto, en la tienda de los más grandes, fue el viejo tío quien creyó haber escuchado algo extraño afuera, se incorporó un poco y se colocó sus anteojos.

-¿No escuchaste algo lalo de afuela, Tolnasol? –le preguntó, y como no hubo respuesta inmediata, enseguida se molestó y sacudió a un dormido científico hasta despertarlo.

-¿Eh? ¿Qué pasa? –se preguntó Silvestre Tornasol mientras se acomodaba sus anteojos y miraba hacia el tío- ¿Acaso ocurrió un terremoto?

-¡Te plegunté si no escuchaste algo lalo! –le volvió a decir el viejo chino, muy molesto esta vez.

-¿Qué si no compré helado? –le preguntó extrañado-¡Pero tío! ¿Cómo cree que vendan helado por estas montañas? Creo que tubo un sueño, mejor será que volvamos a dormir.

Y acto seguido, así lo hizo para el fastidio del tío de Jackie y Jade, el profesor Tornasol roncaba como si nunca se hubiera despertado. Así que, muy enojado, el tío se asomó por la puerta de la tienda, para sólo darse con la nada agradable sorpresa de que estaban siendo atacados por unas extrañas bestias. Asustado, el anciano volvió a meterse en la tienda y a su bolsa de dormir.

-Cleo que es mejol quedalme aquí muy tlanquilito… -murmuró, pero, sabía que algo tenía que hacer para ayudar a su familia y amigos.

Al despertarse y ver semejante alboroto, y sobre todo al ver a esos monstruos, a Toru le dio tanto miedo que decidió quedarse escondido en su tienda de campaña hasta que pasara todo, pero al ver que los niños estaban a punto de ser atacados por un par de aquellos monstruos, el gigantesco japonés decidió vencer su miedo para ir a ayudar a su amiga Jade.

Toru salió tan deprisa como un bólido directo hacia los Moradores de las Tinieblas, arremetiendo contra ellos y dejando a los dos chicos bastante sorprendidos.

La redonda enormidad, la fuerza bruta, y el gran corazón de Toru, siempre lo alentó a defender a quienes lo habían perdonado por sus fechorías pasadas cuando servía para el jefe de la organización
internacional la "Mano del Mal", Valmont. Ahora, siendo un buen chico, no dudaba en utilizar su gran masa de músculos, y grasa, para defender a sus nuevos seres queridos.

Milóu mordía tobillos a diestra y siniestra mientras Jade y Seikah, descubiertos, decidían que era lo mejor que debían hacer, pero, como era de esperarse, la niña prefirió la acción que al escondite. Y sin que Seikah pudiera detenerla, Jade se lanzó al ataque contra uno de los Moradores, dándole su mejor patada voladora, que para mala suerte de la niña, ni siquiera lo movió, sólo había logrado enfurecerlo más.

-Oh, oh… -dijo preocupada la niña mientras se daba cuenta de que acababa de meterse en graves problemas.

El Morador estaba furioso, miraba a la niña con gran enojo, con claras intenciones de acabar con ella. Y entonces, unas afiladas púas negras surgieron de su espalda, hombros y antebrazos, haciendo al monstruo mucho más peligroso.

Completamente asustada, la joven Jade, mientras le sonreía nerviosamente y trataba en vano de calmarlo, comenzó a retroceder lentamente al notar las asesinas intenciones del Morador de las Tinieblas para con ella, pero con tan mala suerte, que al no mirar hacia atrás mientras retrocedía, la niña tropezó con su propia mochila y cayó de bruces al suelo, permitiendo así, que el terrible enemigo la atacara.

-¡¡Ah!! ¡Esto me pasa por ser tan desordenada! ¡¡Tíooo!! –llamó Jade a su salvador al verse atacada y sin salvación.

-¡¡Jade!! –exclamó su tío Jackie mientras se sacaba a uno de los Moradores de encima suyo y se daba cuenta del terrible apuro de su sobrina. Entonces, el joven arqueólogo no dudó ni un segundo y corrió
inmediatamente hacia donde se encontraba Jade para socorrerla.

Pero la criatura ya estaba prácticamente encima de la niña, y Jackie demasiado lejos como para evitar el inevitable zarpazo mortal.

-¡¡TÍOOOOOO!! –gritó Jade aterrorizada al tiempo que se cubría el rostro con sus pequeños brazos, en un vano intento de evitar el violento golpe.

-¡¡JADEEEEEEE!! –gritó Jackie, estupefacto, parándose en seco al ver que ya era demasiado tarde, el Morador de la Tinieblas había atacado mortalmente a su sobrina bajando fuertemente su brazote provisto de afiladas garras negras.

-¡¡No!! ¡¡Jade!! –gritó Toru aterrorizado al presenciar aquella horrible escena para luego caer al suelo y comenzar a llorar desconsoladamente la muerte de su querida amiga.

-¡Oh no! –exclamó estupefacto Tintín al ver lo sucedido.

-¡Rayos y centellas! –sólo pudo decir el capitán Haddock por lo sorprendido que estaba.

-… Jade… -apenas pudo murmurar el pobre muchacho, mientras caía de rodillas al suelo, y que desde sus ojos, las lágrimas comenzaban a correr.




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