Mundo Star Wars: Aprendiz de Jedi Volumen 1. El Resurgir de la Fuerza -CAPÍTULO 24-

                 



Obi-Wan Kenobi quiere desesperadamente ser un Caballero Jedi. Después de pasar años en el Templo Jedi, conoce el poder del sable láser y de la Fuerza. Pero no sabe cómo controlar su miedo y su ira, y el Maestro Jedi Qui-Gon Jinn le rechaza para ser su padawan.


CAPÍTULO 24

Qui-Gon sabía cuándo tenía que admitir que se había equivocado. Había infravalorado a Obi-Wan Kenobi. Las reparaciones casi estaban terminadas. Podrían marcharse al amanecer. Qui-Gon salió de la nave para echar una última mirada al enorme océano. Necesitaba un momento para pensar en todo lo que había sucedido.

La superficie del mar golpeaba las rocas alrededor de él, mientras miraba las cinco lunas multicolores del planeta, que empezaban a caer mientras iba amaneciendo. Pensó en las palabras que Yoda le había dicho sólo tres días antes:

—Sólo por casualidad nuestras vidas no vivimos. Si elegir a un aprendiz no quieres, entonces, con el tiempo, puede que el destino elija.

Qui-Gon no estaba seguro de si había sido el destino el que había señalado a Obi-Wan para que fuese su padawan, o si simplemente los había embarcado juntos en una extraña aventura. Pensó que era una coincidencia que Obi-Wan Kenobi y él hubieran coincidido en su viaje a Bandomeer. Después de todo. Yoda había enviado al chico a Bandomeer, mientras que las órdenes de Qui- Gon venían del Senado Galáctico, ¡del propio Canciller Supremo en persona! Yoda y el Gran Consejero no podían haber planeado todo esto juntos.

Pero era lo que había.

Los dos iban de camino a Bandomeer, y Qui-Gon tenía un sentimiento extraño acerca de su misión.

Y había algo más. No era fácil para un Jedi ponerse en contacto con la mente de otro. Había algo íntimo, el típico entendimiento entre los amigos más cercanos. O entre un Caballero y su padawan.

Por primera vez en mucho tiempo, Qui-Gon no sabía qué hacer.

—Cuando el camino inseguro es, mejor esperar debemos —le había dicho Yoda muchas veces.

Haría caso de su consejo, incluso aunque sospechaba que Yoda hubiese querido que él tomase la decisión contraria. No le pediría a Obi-Wan que fuese su padawan. Esperaría.

Y observaría. Tenían misiones distintas en Bandomeer, pero podía observar lo que hacía Obi-Wan. Una misión no era suficiente para probar al chico. Habría más oportunidades. Sólo entonces Qui-Gon podría saber si la resolución de Obi-Wan de ser un Jedi era verdadera. Bandomeer le pondría a prueba, ya que Obi-Wan no estaba contento con la misión que había recibido.

Qui-Gon sonrió. Tenía que admitir que el chico no era un granjero. Valía para otras cosas. Pero si su camino se iba a cruzar con el de Qui-Gon, eso todavía no lo sabía.

Hasta que no lo tuviera claro, no le elegiría. El chico tendría que ser fuerte para disipar la sombra del que había llegado antes. Y Xánatos proyectaba una larga y profunda sombra.

 

Qui-Gon se retiró de la costa rocosa y volvió a la nave. Sí, estaría pendiente de lo que hiciese el joven Obi-Wan.

Pero, por otro lado, tenía el presentimiento de que el destino no le daría otra oportunidad.

Qui-Gon anduvo por los corredores laberínticos de la nave hasta que llegó a la habitación de Obi-Wan. Llamó a la puerta.

—Pasa —dijo Obi-Wan.

El chico estaba sentado encima  de la cama, con las piernas cruzadas, mirando hacia las escarpadas montañas.

—Estaré encantado de dejar este lugar —dijo Obi-Wan a modo de saludo —.

He visto demasiada muerte aquí.

—Lo hiciste bien —dijo Qui-Gon —. Sentí cómo la Fuerza fluía en ti.

—Fue... espectacular —dijo Obi-Wan tranquilamente —. Creo que comprendí su poder. Pero ya veo que sólo he doblado una esquina todo lo que puedo hacer. Durante años, pensé que me lo merecía, pero no fue hasta que no reconocí lo poco merecedor que era de ello cuando el poder de la Fuerza comenzó a llenarme. —Obi-Wan se volvió hacia Qui-Gon. Sus ojos buscaban su cara—. ¿Sabes lo que quiero decir?

Qui-Gon sonrió.

—Estás aprendiendo. Y sí, creo que sé lo que quieres decir.

Se hizo el silencio, pero era un silencio cómodo. Antes, Qui-Gon casi podía oír la súplica detrás de las palabras de Obi-Wan. Ahora, él sólo aceptaba las decisiones de Qui-Gon y su propio destino. Otra victoria para el chico. Estaba impresionado.

—Deberíamos llegar mañana a nuestro destino —destacó Qui-Gon —. Me temo que va a haber asuntos desagradables en Bandomeer.

Obi-Wan se encontró con su mirada fija. Tenía una mirada de preocupación.

Sin embargo, debajo de eso, Qui-Gon podía sentir su fortaleza.

—Lo sé —dijo Obi-Wan—. Yo también lo siento.

 






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