Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CAPÍTULO 25-




El Templo Jedi es un lugar de secretos y de confianza. Dentro de sus paredes, un legado se transmite de generación en generación de la paz, la justicia y la fuerza. Pero ese legado se puede romper. A veces los mayores enemigos pueden elevarse desde dentro...

Lorian Nod es un aprendiz de Jedi prometedor. Un padawan llamado Dooku es su mejor amigo. Bajo la atenta mirada de Yoda, se están preparando para convertirse en Caballeros Jedi. Dooku sabe que su destino está entrelazado ... sin embargo, no está preparado para un giro de los acontecimientos que revelan el lado oscuro para él, por primera vez.

Años más tarde, Dooku es un Maestro Jedi y Lorian Nod es un paria de la piratería. Con un deseo de venganza imprevisto, Dooku trabaja para frustrar a su antiguo amigo, incluso si esto significa cruzarse con su propio aprendiz de Qui-Gon Jinn ... Cuando el propio Qui-Gon se convierte en un Maestro Jedi, el espectro de Lorian Nod todavía acecha. Como Qui-Gon y Obi-Wan Kenobi luchan por encontrar su lugar como Maestro y Padawan, deben trabajar juntos para prevenir una amenaza interplanetaria, y para burlar a un enemigo muy familiar ...

Durante las Guerras Clon, Lorian Nod quiere jugar un papel fundamental en la lucha de la República para mantener el control de un planeta estratégico. Por un lado, Obi-Wan y su aprendiz, Anakin Skywalker, deben decidir si pueden confiar en una figura tan infame. Por otro lado, el ahora comprometido Conde Dooku tiene una cuenta pendiente contra de su antiguo némesis ...


CAPÍTULO 25

Otro soborno les permitió el acceso a la celda otra vez.
—Tómate tu tiempo —dijo el aldeano, al agitar una mano cuando la puerta se abrió—. Hemos decidido matarlos al amanecer.
El resto de aldeanos gritaban y golpeaban la mesa. Habían estado bebiendo grogg desde hacía largo rato. La puerta se cerró, ahogando por completo sus risas.
¿Oíste eso? —silbó Dane a Floria.
—Ella no tiene miedo —dijo Anakin—. ¿Por qué, Floria?
—Es verdad, no entro en pánico como mi hermano —dijo Floria.
—Y ya no estás llorando —dijo Anakin—. ¿Por qué?
Floria apuntó sus raros ojos celeste en Anakin. Se miraron por un largo momento—. Lo amas —dijo Anakin.
—Por supuesto que me ama —dijo Dane—. Soy su hermano. Otro largo silencio se produjo. Anakin esperó. Obi-Wan se mantuvo muy silencioso.
—Amo a Samish —admitió Floria. Su barbilla se disipó y sus ojos brillaron, como si pronunciar su nombre en voz alta le hubiera dado un gran placer.
¿Amas a quién? —gritó Dane.
—Y él está vivo —dijo Anakin. Floria inclinó la cabeza.
¿Qué? —gritó Dane, saltando delante de Floria—. ¿Amas a Samish Kash, y él todavía está vivo?
—Espera, Dane. Él recibió los disparos, pero sobrevivió —dijo Floria—. Decidió dejar que todo el mundo pensara que estaba muerto después del atentado. Quiso averiguar quien le había puesto precio a su cabeza y por qué. La alianza tiene mucha importancia para él, y no confía en Dooku.
¡Él era nuestro empleador! —dijo Dane—. Trabajamos para él. Eras su guardaespaldas. Fuiste en contra de todas las reglas profesionales...
—Tranquilízate —ordenó Anakin volviéndose sobre Dane—. Floria no pudo ayudar a sus sentimientos.
—Siempre puedes ayudar a tus sentimientos —dijo Dane—. Los sentimientos necesitan ayuda. ¡De otra manera, se salen completamente fuera de control!
Dane ignoró a Obi-Wan—. Primero, cuando lo vimos, pensaste que Samish Kash estaba muerto—. Cuando Floria asintió, continuó—. ¿Cómo te enteraste que estaba vivo? ¡Me dejaste pensar que iba a ser ejecutado! —gritó Dane, cuando una fresca ola de indignación se esparció sobre él.
—Lorian me lo dijo —respondió Floria—. Había traído a Kash a la clínica. Él también pensó que estaba muerto. Kash fue reanimado en la camilla del
 
médico. Lorian sobornó al doctor y a él y a Samish se les ocurrió el plan. Lo primero que Samish le pidió a Lorian que hiciera fue avisarme. Inmediatamente después de eso fuimos arrestados.
¿Pensaste alguna vez en mencionar que la persona que supuestamente matamos no estaba muerta? —preguntó Dane.
—No podía decir nada. No hasta la reunión —dijo Floria—. Si Dooku tiene un plan, todo tendrá lugar allí. Lorian y Samish decidieron que él debía aparecer en la reunión. Si Dooku había planeado su asesinato, podría ser suficiente para frustrar sus planes.
—Entonces Lorian decía la verdad —dijo Obi-Wan—. Él no contrató al asesino. Podría haberse desentendido del tema diciéndonos que Samish estaba vivo, y no lo hizo.
—Había jurado guardar el secreto —dijo Floria—. Samish siempre decía que Lorian había venido temprano y tarde para honrarlo. No estoy segura de lo que quería decir.
—Creo que lo sé. Obi-Wan miró a Anakin—. Van hacia una trampa —dijo.
Una trampa que él conocía, y que podía haber impedido. Podía haber avisado a Lorian sobre los droides de batalla, y no lo hizo. Enfadado consigo mismo, Obi-Wan condujo a máxima velocidad su motodeslizador por sobre la montaña, rumbo a la casa de campo de Dooku. Sólo les había tomado un poco de verdad, un poco de persuasión, y dos sables de luz encendidos en obligar a los aldeanos a liberar a sus prisioneros. En cuanto oyeron que Samish Kash estaba vivo y que los dos cazadores eran en realidad dos Jedi, hasta entregaron varios motodeslizadores para que los usaran.
Obi-Wan y Anakin tomaron un motodeslizador cada uno. Floria y Dane insistieron en ir con ellos. A pesar de todo, Dane consideró su responsabilidad en proteger a Samish Kash. Floria solamente quería estar con él —sea lo que fuera que ocurriese.
La casa de campo se alzaba encima de ellos, tan gris e intimidante como la montaña de piedra. La reunión estaba a punto de comenzar. Obi-Wan vio la puerta de seguridad delante. El motodeslizador tenía montadas armas ligeras en su casco. Comenzó a disparar y bombardeó su camino a través de la entrada. Inmediatamente un escudo de duracero comenzó a descender sobre las anchas contrapuertas de la primera entrada. Esto, sin duda, las haría impenetrable a los explosivos.
Antes de que Obi-Wan pudiese reaccionar, Anakin aceleró su motodeslizador, disparando su armamento en las contrapuertas más allá del escudo descendente. En un asombroso despliegue de habilidad, redujo la energía, lanzando su motodeslizador hacia arriba al mismo tiempo que saltaba. El motodeslizador se deslizó quedando con su casco blindado apuntando hacia arriba, justo hacia el escudo que velozmente descendía.
El escudo cayó encima del motodeslizador. El metal chilló y gimió, reduciendo la velocidad de descenso del escudo. Anakin se metió rápidamente debajo del escudo en movimiento y saltó a través del hueco que había provocado entre ambas contrapuertas. Se esfumó en la oscuridad de la casa de campo. Todo esto le había tomado sólo unos segundos.
 
Obi-Wan ya había saltado fuera de su motodeslizador y estaba corriendo hacia el escudo de duracero, que aplastaba lentamente ahora al motodeslizador que estaba debajo de el. Había el espacio justo para que Obi-Wan se agazapara debajo y accediera al interior. Floria y Dane lo siguieron, rodando bajo la puerta cuando ésta cayó y se cerró de un golpe; el motodeslizador era ahora parte hojalata y parte transporte destrozado.
Anakin estaba esperando en la oscuridad del vestíbulo. El techo era tan alto que se perdía en la penumbra de arriba. Juntos bajaron corriendo por el magnífico pasillo, examinando los cuartos mientras pasaban. Oyeron voces delante.
Obi-Wan se deslizó hacia un cuarto circular que se había construido en el centro de la casa de campo. No tenía techo, sólo el tejado estaba arriba. Las estrechas ventanas estaban cortadas en la piedra a gran altura y dejaban penetrar una tenue luz. Una pared entera estaba formada por una enorme chimenea, lo suficientemente grande como para que un nativo de Null pudiera permanecer de pie dentro de ella. Una enorme mesa circular de piedra se ubicaba en el centro del cuarto, pero era empequeñecida por el espacio que la circundaba. Dooku estaba parado en un extremo. Samish estaba de pie en el lado contrario de la mesa, de frente a él. Yura, Glimmer y Lorian se veían pequeños e indefensos. La mesa era tan grande que había un gran espacio entre cada uno de ellos.
Obi-Wan supuso que Dooku había sentido su presencia. Sintió el Lado Oscuro en el cuarto, cómo surgió y como creció. Anakin se acercó y se detuvo a su lado, mientras Floria y Dane se quedaron contra la pared en las sombras, a fin de que no fueran descubiertos.
—Creo que usted intentó asesinarme, así podría aplastar a la alianza — decía Samish.
—Tanta emoción, tan poca lógica —dijo Dooku—. Tranquilicémonos. El Espaciopuerto Estación 88 es un enlace estratégico vital. Eso es algo que debe ser juzgado cuidadosamente. Aun no ha oído lo que mi organización está dispuesta a ofrecerles por los derechos del Espaciopuerto. Estoy seguro que sus socios querrían escuchar. ¿Les niega usted ese derecho?
Samish pareció desconcertado—. Sí, al menos deberíamos escucharlo bien —dijo Yura.
Anakin se movió. Obi-Wan puso una mano en su brazo. Si se movieran, Dooku era capaz de cualquier cosa. Y había visto que Robior Web estaba contra la pared, casi perdido entre las sombras. No tenía dudas de que Samish Kash estaba en peligro, y muy probablemente todos los demás gobernantes de la alianza.
Samish se dirigió a los demás—. ¿Por qué deberíamos escucharlo? Todo lo que está a punto de decirnos serán mentiras.
Dooku se dirigió a Lorian—. No lo hemos escuchado, mi viejo amigo. Diga a Samish qué ha decidido ya.
Lorian se puso de pie—. Apoyo a Samish Kash. Y apoyo a la República. Dooku se aferró al borde de la mesa. Era claro que una gran oleada de
 
furia le había alcanzado. La controló. Sus ojos oscuros parecieron aspirar la luz alrededor de la mesa y devorarla.
Se inclinó sobre la mesa—. De modo que me traiciona de nuevo. Le prometo, está será la última vez, Lorian.
—Sí —dijo Lorian—. Estoy seguro de eso.
—Vicondor le debe dar su apoyo a Delaluna y Junction-5, a mis amigos Samish y Lorian —dijo Glimmer—. La alianza apoyará a la República.
Dooku miró por sobre las sombras y reconoció al Jedi por primera vez—.
¿Así que usted apoya un gobierno corrupto? —Estalló en furia—.   ¿Ha olvidado la batalla de Geonosis, cómo aplastaron un pequeño planeta con un gran ejército invasor? Son despiadados. Se esconden en las sombras. ¡Mire!
Los gobernantes volvieron sus miradas y vieron a los Jedi. Lorian dio la apariencia de estar feliz de verles—. Esa es una forma de considerarlo —dijo—. Pero no es la verdad.
—Apoyo la decisión de la alianza —dijo Yura.
—Parece que la negociación ha terminado —dijo Dooku. Había controlado su enojo y hablaba ahora en un tono más suave—. Qué desafortunado. Supongo que podría intentar persuadirlos. Pero cuanto más viejo me hago, descubro que tengo tan poca... paciencia para estas cosas.
La puerta detrás de Obi-Wan, Anakin, Floria, y Dane se cerró. Oyeron como se activaba la cerradura de seguridad con un chasquido. Las contraventanas se deslizaron sobre las ventanas y la habitación fue sumergida de golpe en profundas sombras.
Entonces, unas puertas ocultas en las paredes se deslizaron, y al menos una docena de Súper-droides de batalla marcharon hacia el interior de la habitación circular.
Obi-Wan vio como todo esto ocurría en un momento detenido. Allí estaba Dooku. Allí estaban los droides. Allí estaba Robior Web, el temible asesino.
Yura, Glimmer y Kash eran políticos, no combatientes. Floria y Dane podían cuidarse ellos mismos, pero no contra tal potencia de fuego. Había muchos seres para proteger. Y era claro que Dooku tenía la intención de asesinarlos a todos. La habitación era una trampa. Era una tumba.
Recordó la arena en Geonosis, la llegada de los transportes artillados… la batalla… la matanza.
En ese momento detenido, un pensamiento resplandeció, candente y abrasador: No puedo permitir una muerte más. Era ilógico —sabía en su corazón que tendría que soportar muchas más —pero no hoy.
No hoy.
Dooku se separó de la mesa. Anakin fue a la carga, interponiéndose entre los droides que entraban y los políticos. Al mismo tiempo, el fuego estalló desde los Súper-droides de batalla. Sensatamente, Yura y Glimmer se tiraron al piso.
Nadie habría esperado que Floria se moviera tan rápido.
Mientras Obi-Wan se movía para desviar el  fuego de blásters de los
 
droides, ella cruzó velozmente la habitación. Se interpuso entre Dooku y Anakin, un lugar demasiado peligroso para estar.
Decidido, absorbido, Anakin aumentó su velocidad. Obi-Wan lo vio moverse de la luz a la sombra, de la sombra a la luz. Sintió la Fuerza en el cuarto como un pulso, como un latido del corazón, como una ola arrolladora.
¡Anakin, Floria! —gritó.
Anakin se estremeció por el esfuerzo para detener el implacable ataque. Cambió de dirección para levantar en brazos a Floria, la protegió y mantuvo el movimiento de su sable de luz, desviando el fuego de bláster de los droides. En medio de su salto en el aire, dejó a Floria junto a Samish Kash, tan ligera y suavemente, que ni siquiera un cabello de las trenzas enrolladas de Floria se movió.
Obi-Wan notó el alivio en la cara de Samish Kash. Anakin había tenido razón acerca del amor de Floria por él. Ahora podía ver el mismo amor en la cara de Samish. Y no permitiría que ambos murieran.
En ese momento, pudo percibir como la Fuerza se elevaba sobre Anakin, envolviéndolo, duplicándose, haciéndolo crecer. Los droides concentraron nuevamente su ataque en los gobernantes. Obviamente estaban programados para ello. Anakin saltó otra vez, y Obi-Wan coincidió con él en un punto en el aire. Cubrieron la habitación en una mirada. Había sólo unos segundos para fijar una estrategia.
Dooku salió. Vieron su capa destellar cuando se movió en dirección a la pared, hacia la única puerta que había permanecido abierta.
Lorian vio a Dooku retirarse y corrió tras él.
Yura y Glimmer no tenían armas. Para protegerse, se sentaron, espalda contra espalda, detrás de una silla maciza que era rápidamente diezmada por los disparos del gran número de droides. La expresión en sus caras le indicó a Obi- Wan que estaban esperando la muerte, y que la encontrarían valientemente.
Floria le alcanzó un bláster a Samish y tenía otro en su mano. Mientras Samish y Dane intentaban cubrirla, ella disparó repetidamente a un droide con infalible exactitud. Éste estalló en llamas y cayó pesadamente sobre la mesa.
Robior Web apuntó a Samish.
Obi-Wan tocó tierra, y volvió a elevarse otra vez, dando un salto mortal en el aire que le permitió impactar con ambos pies contra el pecho de Robior Web. El asesino voló y golpeó contra un pedazo de piedra que sobresalía de la pared, y quedó inmóvil.
Obi-Wan tuvo el tiempo suficiente para registrar el pedazo de piedra con sólo un destello de su mente, pero algo respecto a ella era importante. Estaba ocupado en desviar el fuego de los blásters, cuando se produjo un sonido metálico por delante suyo y hacia Yura y Glimmer.
Anakin había logrado reunir al grupo juntos en un rincón de la habitación, a fin de que le resultara más fácil protegerlos. Con un golpe de su sable de luz, se hizo de un trozo de la mesa de piedra, y luego empujó a los otros detrás de el para que pudieran cubrirse.
 
Sólo podrían resistir por poco tiempo más, pensó Obi-Wan desesperadamente. No podrían doblegar a todos esos droides.
¿Por qué el trozo de piedra venía a su mente? La piedra basal.
Un tirón de la piedra basal y la pared entera se vendrá abajo.
Obi-Wan corrió tras Anakin. Hablaron mientras cubrían a los demás, desviando el fuego. Samish, Dane y Floria salían de improviso para dispararle a los droides, y luego se zambullían en el improvisado escudo otra vez.
—Glimmer ha sido herido en una pierna —dijo Anakin—. Lorian fue tras Dooku. Debemos ayudarlo. Por lo tanto, debemos salir aquí.
—La piedra basal en la chimenea —dijo Obi-Wan—. Si reunimos rápidamente a los demás en el lado opuesto del cuarto, entonces tiraremos de la piedra basal, lo que dejará fuera de combate a la mayor parte de los droides.
Los ojos de Anakin viajaron sobre la chimenea en la pared, del mismo modo que su sable de luz giraba en remolinos.
—Claro que encontrarla es el problema —dijo Obi-Wan. Sintió a Anakin reunirse en la Fuerza, sintió como ésta brillaba tenuemente en las piedras, en la madera, en las demás criaturas vivas, sintió como crecía... Anakin concentró la atención en la pared.
Obi-Wan vio una piedra en la mitad de la pared, de la que sobresalía con facilidad un pedazo. Y escuchó un estruendo.
¡Muévanse!—gritó, saltando hacia los demás. Levantó a Glimmer, empujó a Yura, mientras le gritaba en la oreja a Samish — ¡Vayan a la puerta!
Se movieron, corrieron y gatearon, mientras la pared comenzaba a tambalearse y el estruendo y los chirridos llenaban el aire. Entonces las rocas salieron disparadas hacia adelante, derrumbándose en una letal avalancha, arrojando polvo y escombros a una altura mayor que la de cualquier persona. Las rocas y parte del techo cayeron sobre los droides, empujándolos de costado contra las paredes, aplastándolos contra el piso, y los unos contra los otros.
Obi-Wan y Anakin empujaron contra el piso a los demás e intentaron cubrirlos con sus cuerpos cuando la pared se derrumbó. El polvo y el humo mordían sus pulmones y picaban sus ojos. Podían degustar el sabor de la montaña en sus bocas.
Pero estaban todos vivos.
Tres droides estaban todavía de pie. Obi-Wan y Anakin corrieron, cubiertos en polvo, y los eliminaron.
Luego miraron hacia el montón de escombros. Detrás de él estaba la puerta por donde el Conde Dooku había desaparecido y por dónde Lorian lo había seguido. Les tomaría tiempo salir de la habitación derrumbada.
—Que la Fuerza lo acompañe —dijo Obi-Wan.
 

Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CUATRO GENERACIONES-
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