Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CAPÍTULO 6-




El Templo Jedi es un lugar de secretos y de confianza. Dentro de sus paredes, un legado se transmite de generación en generación de la paz, la justicia y la fuerza. Pero ese legado se puede romper. A veces los mayores enemigos pueden elevarse desde dentro...

Lorian Nod es un aprendiz de Jedi prometedor. Un padawan llamado Dooku es su mejor amigo. Bajo la atenta mirada de Yoda, se están preparando para convertirse en Caballeros Jedi. Dooku sabe que su destino está entrelazado ... sin embargo, no está preparado para un giro de los acontecimientos que revelan el lado oscuro para él, por primera vez.

Años más tarde, Dooku es un Maestro Jedi y Lorian Nod es un paria de la piratería. Con un deseo de venganza imprevisto, Dooku trabaja para frustrar a su antiguo amigo, incluso si esto significa cruzarse con su propio aprendiz de Qui-Gon Jinn ... Cuando el propio Qui-Gon se convierte en un Maestro Jedi, el espectro de Lorian Nod todavía acecha. Como Qui-Gon y Obi-Wan Kenobi luchan por encontrar su lugar como Maestro y Padawan, deben trabajar juntos para prevenir una amenaza interplanetaria, y para burlar a un enemigo muy familiar ...

Durante las Guerras Clon, Lorian Nod quiere jugar un papel fundamental en la lucha de la República para mantener el control de un planeta estratégico. Por un lado, Obi-Wan y su aprendiz, Anakin Skywalker, deben decidir si pueden confiar en una figura tan infame. Por otro lado, el ahora comprometido Conde Dooku tiene una cuenta pendiente contra de su antiguo némesis ...


CAPÍTULO 6

Dooku estaba de pie ante el Consejo Jedi. No sabía si Lorian habría venido antes, o si comparecería después. Sólo sabía una cosa: era hora de decir la verdad. Describió como Lorian había querido que tomaran el Holocrón Sith, y más tarde, como Lorian le había pedido mentir para él.
 
¿Y estabas preparado para mentir para él? —preguntó Oppo Rancisis.
Dooku se tomó un momento antes de contestar. Quiso mentir y decir que nunca había evaluado el pedido de Lorian, pero sabía que los Maestros Jedi podían ver sus pensamientos como a través del agua. No era tan poderoso como ellos lo eran, todavía no.
—No estaba preparado para mentir, no —dijo Dooku—. Pensé acerca de eso. Lorian era mi amigo.
¿No más tu amigo es él? —preguntó Yoda.
Esto lo podía contestar sin quedar enredado en la duda y la vacilación. La verdad era clara—. No. Él ya no es mi amigo.
—Claro para nosotros esto también es —dijo Yoda—. Un sable de luz de entrenamiento para herir pensado no está. Aún así, a Lorian heriste.
—No quise hacerlo —dijo Dooku—. Estaba enfadado y mi control no era el mejor. Mi mejor amigo me había traicionado.
—El control perdiste —dijo Yoda—. Y viejo para las excusas también eres. Dooku inclinó la cabeza y miró al suelo. Había esperado este reproche,
pero no había esperado que le doliera tanto. Nunca antes había decepcionado a Yoda.
—Tensión entre ustedes allí había, controlar la ira ustedes debían — prosiguió Yoda. —El ejercicio para sentimientos que dejado ir debiste haber, de otras formas usaste. Meditación. Discusión.
—El ejercicio físico —interrumpió Tor Difusal—. Una conversación con un Maestro. Conocías las opciones que tenías. Pero elegiste no usarlas.
Dooku se dio cuenta que había sido engañado. Ahora no tenía dudas que él y Lorian habían sido asignados para dirigir los equipos de forma deliberada. El Consejo Jedi había querido enfrentarlos para ver cuan profundamente tensas eran las relaciones entre ambos...
—Engañado no fuiste —dijo Yoda, como si hubiera leído los pensamientos de Dooku—. Una oportunidad te fue dada. Solo no estás, Dooku. Ninguna vergüenza pedir ayuda es.
—Sé eso—. Se lo habían dicho bastantes veces.
—Esto sabes, pero practicarlo debes —dijo Yoda bruscamente.
—Tu orgullo conquistar debes. Tu defecto, ese es.
—Lo haré, Maestro Yoda. Dooku casi suspiró en voz alta. ¿Nunca se apartaba de las lecciones?
—Hacerlo tu puedes —dijo Yoda.
¿Vuestra decisión?
—Ya escucharás de ella —dijo Tor Difusal.
No había nada más que hacer excepto la reverencia y salir. Dooku oyó la puerta cerrarse silenciosamente detrás suyo. Sólo unas pocas palabras habían sido pronunciadas, pero sintió como si hubiera salido victorioso de una batalla.
 
El Consejo Jedi no les hizo esperar demasiado. Dooku recibió una reprimenda por la excesiva agresión durante el ejercicio. Lorian fue expulsado de la Orden Jedi, no por robar el Holocrón Sith, sino por mentir e implicar a su amigo.
Dooku se sintió aliviado. No se había sentido en peligro de ser expulsado, pero el asunto podría haber tenido peores complicaciones. Thame Cerulian podría haberle dado de baja como aprendiz. Ese había sido su peor miedo.
Tomó el turboascensor a la plataforma de aterrizaje. Siempre había sido uno de sus lugares favoritos. Lorian y él venían a hurtadillas aquí cuando niños, escondiéndose en un rincón y nombrando cada una de las naves estelares. Habían imaginado el día cuando serían Caballeros Jedi caminando a grandes pasos, trepándose a sus cabinas y subiendo verticalmente a la atmósfera.
A su paso por el corredor, los droides mecánicos zumbaban mientras realizaban mantenimientos de rutina sobre las naves. El tiempo de partir se acercaba. Thame regresaría en tres días. Podía estar en una misión dentro de una semana.
Notó que la puerta de salida a la plataforma exterior estaba abierta. Alguien debía estar partiendo o llegando. Caminó hacia afuera. Las nubes se habían ido y la noche era clara. Las estrellas colgaban cerca y destellaban con tanta intensidad y brillo, que sintió como si pudiera cortar pedazos del cielo.
No estaba solo. Lorian estaba parado sobre la plataforma, mirando sobre Coruscant.
—Has escuchado —dijo.
—Lo siento —dijo Dooku.
¿Lo sientes? —preguntó suavemente Lorian—. No oigo pesar en tu
voz.
—Siento pesar —dijo Dooku —pero tienes que admitir que tu mismo te
metiste en ese lío.
Lorian se volteó. Sus ojos brillaron intensamente como las estrellas de arriba, y Dooku se percató de que había lágrimas en ellos—. ¿Un lío? ¿Así lo llamas? Típico de ti. Nada te afecta, Dooku. Mi vida se acabó. ¡Nunca seré un Jedi! ¿Puedes imaginar cómo se siente?
¿Por qué sigues pidiéndome que sienta lo que tú sientes? —Dooku salió precipitadamente—. No puedo hacer eso. ¡No soy tú!
—No, no eres yo. Pero te conozco mejor que nadie. He visto lo que hay dentro de ti más que nadie. Lorian dio un paso hacia él—. He visto tu corazón, y sé qué tan vacío está. He visto tu ira, y sé qué tan profunda es. He visto tu ambición, y sé qué tan despiadada es. Y todo eso finalmente te destruirá.
—No sabes de lo que hablas —dijo Dooku—. Tú querías que yo mintiera para apañarte. ¿Piensas que eres mejor que yo?
—No, nunca se trató de eso —dijo Lorian—. Se trataba acerca de la amistad.
¡No, esto era exactamente sobre lo que se trataba! ¡Siempre estuviste celoso de mí! Por eso quisiste destruirme. En lugar de eso, te has destruido a ti
 
mismo—. dijo Dooku.
Lorian negó con la cabeza. Se alejó de Dooku, de regreso hacia la oscuridad del hangar.
—Y estoy seguro de algo —dijo, su voz se arrastraba clara y tranquila detrás suyo—. Nunca seré un Jedi, es cierto. Pero tampoco tú. Nunca, nunca serás un Gran Maestro Jedi.
Lorian y sus palabras fueron tragados de golpe por la oscuridad. Las mejillas de Dooku ardían a pesar de la frescura del aire. Las palabras se atoraron en su garganta, amenazando con liberarse. Decidió que dejaría   a Lorian decir las últimas palabras. ¿Por qué no? Él tenía su futuro, su carrera. Lorian no tenía nada.
Lorian estaba equivocado. El corazón de Dooku no estaba vacío. Había amado a su amigo.
Pero había cambiado. Lorian lo había traicionado. Nunca creería en la amistad otra vez. Si su corazón debiera estar vacío de amor, así sería. El Jedi no creía en las cosas accesorias. Llenaría su corazón con la nobleza, la pasión y el compromiso. Se convertiría en un Gran Maestro Jedi.
Dooku contempló el cielo, con estrellas que brillaban intensamente y planetas que murmuraban. Había tanto para ver, tanto para hacer. Tantos seres por los que luchar. Todavía se llevaría de su tiempo en el Templo una lección, la más importante de todas: en medio de una galaxia llena de seres, estaba solo.
Una venda le cubría los ojos mientras jugaba con un localizador, cuando sintió la presencia de alguien en el cuarto. Sabía que era Yoda. Podía sentir la forma en que la Fuerza inundaba el cuarto. Continuó jugando, balanceando su sable de luz, mientras el viento lo golpeaba suavemente, molestándole. Daba vueltas, escuchando y moviéndose, sabiendo que podía partir en dos al buscador cada vez que quisiera.
Yoda no le había hablado desde que Lorian había dejado el Templo. Mientras esperaba que Thame regresara, Dooku pasaba el tiempo realizando ejercicios clásicos de entrenamiento Jedi, queriendo impresionar al Consejo con su compromiso.
—De tu habilidad, seguro estás —dijo suavemente Yoda—. Entre la seguridad y el orgullo, un pequeño paso hay.
Dooku se detuvo por un momento. Había querido impresionar a Yoda, no provocar un reproche. El buscador zumbó sobre su cabeza como un molesto insecto.
—Prueba de ello es que vendados los ojos tienes —continuó Yoda—. El orgullo es lo que te ciega. Tu defecto, el orgullo es. Grandes son tus dotes, Dooku. Consciente de los talentos que no posees, como también de los que tienes, debes ser.
Dooku oyó sólo el leve susurro de la tela de la túnica de Yoda cuando el Maestro Jedi se retiró. La fuerza se esfumó de la habitación.
Dooku no estaba acostumbrado a la crítica. Era talentoso. Era el mismo al que los maestros siempre señalaban como ejemplo. Odiaba ser corregido. Imperturbable, arremetió con su sable de luz y cortó al buscador en dos.


Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CUATRO GENERACIONES-
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