Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CAPÍTULO 7-




El Templo Jedi es un lugar de secretos y de confianza. Dentro de sus paredes, un legado se transmite de generación en generación de la paz, la justicia y la fuerza. Pero ese legado se puede romper. A veces los mayores enemigos pueden elevarse desde dentro...

Lorian Nod es un aprendiz de Jedi prometedor. Un padawan llamado Dooku es su mejor amigo. Bajo la atenta mirada de Yoda, se están preparando para convertirse en Caballeros Jedi. Dooku sabe que su destino está entrelazado ... sin embargo, no está preparado para un giro de los acontecimientos que revelan el lado oscuro para él, por primera vez.

Años más tarde, Dooku es un Maestro Jedi y Lorian Nod es un paria de la piratería. Con un deseo de venganza imprevisto, Dooku trabaja para frustrar a su antiguo amigo, incluso si esto significa cruzarse con su propio aprendiz de Qui-Gon Jinn ... Cuando el propio Qui-Gon se convierte en un Maestro Jedi, el espectro de Lorian Nod todavía acecha. Como Qui-Gon y Obi-Wan Kenobi luchan por encontrar su lugar como Maestro y Padawan, deben trabajar juntos para prevenir una amenaza interplanetaria, y para burlar a un enemigo muy familiar ...

Durante las Guerras Clon, Lorian Nod quiere jugar un papel fundamental en la lucha de la República para mantener el control de un planeta estratégico. Por un lado, Obi-Wan y su aprendiz, Anakin Skywalker, deben decidir si pueden confiar en una figura tan infame. Por otro lado, el ahora comprometido Conde Dooku tiene una cuenta pendiente contra de su antiguo némesis ...


Trece Años Más Tarde Dooku y Qui-Gon Jinn

CAPÍTULO 7

Pasados los años, Dooku había pensado a menudo acerca de las palabras de Yoda. Fueron para él más un legado que una lección.
Pensaba acerca de ellas, pero no las aceptaba. No había encontrado aún una situación donde su orgullo fuera su perdición. De cualquier forma, no pensaba acerca de ello como orgullo. Era seguridad. La seguridad en sus habilidades simplemente había crecido con cada misión, como era de esperar. Yoda había confundido seguridad con orgullo, lo que exactamente había advertido a Dooku que no hiciera.
Y si pensar más sabiamente que Yoda en este caso, era motivo de orgullo para Dooku, él no estaba interesado en eso. Yoda no tenía siempre la razón. Dooku no era un Jedi tan poderoso como Yoda—. Todavía no. Pero algún día lo seré. ¿Si no pudiese creer eso, para qué estaba trabajando?
Dooku había aprendido mucho de Thame Cerulian. Ahora era un Maestro Jedi con un aprendiz. Qui-Gon Jinn era el más prometedor de los padawan, y Dooku había tratado de atraerle la primera vez que lo vio entrenándose con el sable de luz, a los diez años. Dooku sabía que un maestro sería juzgado por la destreza de su padawan, y quería lo más destacado. Cuando Yoda dio su aprobación a la pareja, Dooku quedó satisfecho. Había dado otro paso hacia su meta de superar a Yoda como el máximo Jedi alguna vez.
El lujo no impresionaba a Dooku, pero apreciaba la elegancia. El Senador Blix Annon tenía una nave estelar bella, exteriormente reluciente y con todos los lujos dentro. Además, el Senador no había escatimado en gastos en los sistemas de defensivos. Las defensas de la nave eran de triple capa con escudos de energía de partículas, y cañones láser delanteros y traseros. Un poco grande para el gusto de Dooku, pero era impresionante.
Notó que Qui-Gon estaba deslumbrado por los tapices afelpados en los asientos, el revestimiento de duracero cepillado en los paneles de instrumentos, y la ropa de cama suave, sedosa en los cuartos. Qui-Gon tenía sólo dieciséis años y lo que había visto de la galaxia hasta ahora no le había mostrado el lado lujoso de la vida. Sus misiones últimamente habían estado en planetas lúgubres o reductos aislados en el Borde Exterior.
Dooku se alegró cuando los convocaron de regreso a Coruscant, aunque bajo circunstancias normales consideraría que esta misión no estaba a su altura. Sería simplemente una escolta, una misión que cualquier Jedi podía cumplir. Últimamente se habían producido una serie de secuestros de senadores mientras viajaban entre sus mundos natales y Coruscant. Los senadores, y algunas veces sus familias, eran mantenidos como rehenes hasta que se pagaban enormes rescates. Nadie conocía la identidad del pirata espacial, y los esfuerzos para capturarle habían sido infructuosos. Dooku no estaba sorprendido. La Seguridad del Senado era eficiente protegiendo a los Senadores en el interior de su edificio, pero cuando se trataba de una búsqueda en toda la extensión de la galaxia, estaban desesperados.
Blix Annon era un importante senador que había hecho muchos favores a los Jedi, y cuando pidió su presencia, el Consejo Jedi no solo estuvo de acuerdo, sino que preguntó a Dooku si se haría cargo de la misión. Un poco cansado de la mala comida y de los lugares desolados, Dooku consideraba que un breve vuelo en una lujosa nave no era tan mala idea, con el beneficio adicional que le daría a Qui-Gon el observar desde adentro al séquito de un senador.
Los senadores nunca viajaban solos. Blix Annon necesitaba viajar con un traductor, una secretaria, un maestro cocinero, un peluquero para el complicado estilo de peinado que lucía, y un asistente cuya única función parecía ser codearse con él, esperando a aprobar cualquier cosa que dijera. Ese asistente resultó ser Eero Iridian, el viejo amigo de Dooku.
Cuando Dooku llegó a la plataforma de aterrizajes del Senado, se sorprendió tanto de ver a su amigo, como Eero de verlo a él. Se habían hecho favores mutuamente con el paso de los años, pero después de que Eero había perdido la elección para senador de su mundo natal por segunda vez, había dejado la vida pública. Dooku le había perdido el rastro. Ahora se presentaba como asistente de uno de los políticos más importantes en el Senado.
Dooku se sentó y estiró sus largas piernas. Era bueno ver a Eero otra vez, bueno para recordar al muchacho que había sido. Hablaron de aquellos años, sobre lo desconcertante que habían sido varias reglas del Senado (admitiendo con una risa, que muchas todavía lo eran). Luego hablaron de los sueños que tenían, que tuvieron. Dooku había alcanzado el suyo —era un Caballero Jedi, que viajaba por toda la galaxia—. A pesar de su herencia, Eero nunca había alcanzado su sueño de convertirse en senador. Cuando su padre se retiró, el viejo senador consumió toda la fortuna familiar. Eero tenía contactos pero ninguna riqueza, y la riqueza era la que ganaba elecciones.
Eero se desplomó en el asiento de al lado con un suspiro—. Acabo de hablar con tu aprendiz, aunque él no habló mucho. Es un buen oyente ese joven. Probablemente dije más de lo que hubiera querido decir sobre mis experiencias en el Senado.
Dooku asintió con la cabeza. Había notado esa habilidad de Qui-Gon. Las personas le decían cosas, y luego se sorprendían de todo lo que le habían dicho. Esto podría ser bueno o malo, según el caso. Bueno para informarse, si estuviera en el mercado. Malo si buscara la paz y la tranquilidad en un viaje, y un desaliñado piloto del espacio le contara la historia de su vida.
—Será un gran Caballero Jedi —dijo Dooku. No tenía dudas sobre ello. Qui-Gon aprendía rápido y la Fuerza viva era fuerte en él. Dooku nunca tenía que decirle las cosas dos veces. Si pudiera deshacerse de la irritante tendencia de Qui-Gon de hacer amistad con cada sinvergüenza y vagabundo que se le cruzase, el muchacho sería un padawan perfecto.
—Le mostré la sala Segura —dijo Eero—. Estaba muy impresionado.
—A mí también me impresionó —dijo Dooku. La sala segura era una medida adicional de protección. En caso de que fueran abordados, el senador podía refugiarse allí. La puerta era a prueba de explosiones —la única forma de derribarla era utilizar suficientes explosivos como para destruir la nave misma.
—Solo espero que nunca tengamos que usarla —dijo Eero, mientras sus ojos escudriñaban el espacio más allá de la ventana.
—Estoy seguro de que no lo haremos, pero nos prepararemos para cualquier cosa —dijo Dooku.
Eero le dio una mirada nerviosa—. La nave es impenetrable. Esto es lo que los expertos de seguridad nos dijeron.
—Ninguna nave es impenetrable —le corrigió Dooku—. Es por eso que los Jedi están a bordo.
Vio a Qui-Gon rondar en la entrada y lo llamó hacia dentro.
¿Me necesita, Maestro? —preguntó respetuosamente Qui-Gon.
Dooku otorgó una pequeña sonrisa a su aprendiz—. Sí. Necesito que disfrutes del viaje. Presta atención al momento actual, padawan. Tenemos la posibilidad de descansar y relajarnos. No sabemos cuándo la tendremos otra vez.
Qui-Gon asintió y se sentó muy cerca. No se desperezó como lo hizo Dooku, pero se vio un poco más relajado cuando echó un vistazo por la ventana. Dooku siempre admiró los modales de su aprendiz. Aun a los dieciséis años, Qui-Gon tenía una silenciosa gracia, y también una cualidad reservada que Dooku también admiraba. En cierta forma, encontraba frustrante el no saber en qué pensaba su aprendiz la mayoría de las veces.
—Déjenme preparar una bandeja para nosotros —dijo Eero, levantándose
—. Tenemos algunos postres excelentes. El maestro cocinero del senador..—. Eero se detuvo repentinamente cuando un agudo zumbido vino de los instrumentos del piloto—.  ¿Qué es eso?
—Nada de que preocuparse —dijo Dooku, echando un vistazo desde arriba—. El piloto tiene el sistema de advertencias activado. Una nave está en nuestro espacio aéreo, eso es todo—. A pesar de sus palabras, vigiló los instrumentos, reparando en que Qui-Gon hacía exactamente lo mismo.
—Un crucero pequeño —dijo el piloto en voz alta—. Todo parece normal... excepto...
¿Excepto? —Dooku se inclinó hacia adelante.
—No hay velocidad de vuelo. La nave está inerte en el espacio—. Eero, alarmado, miró a Dooku—. ¿Es una trampa? ¡Podría ser el pirata!
—No saquemos conclusiones apresuradas, viejo amigo —dijo Dooku—. Las naves se descomponen todo el tiempo. Vea lo puede obtener del comunicador —le dijo al piloto.
Pero antes de que éste tuviera la oportunidad, una voz asustada vino del altavoz. — ¡Alguien ayúdeme, por favor! —La voz de una niña gritó. — ¡Nuestra nave ha sido atacada! —
—Ahora bien —dijo Dooku, su voz no perdió la calma cuando se paró suavemente detrás del piloto—. Parece que nuestro tiempo de descanso se acabó.


Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CUATRO GENERACIONES-
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