Mundo Star Wars: Guerras Clon. EL LEGADO DE LOS JEDI -CAPÍTULO 8-




El Templo Jedi es un lugar de secretos y de confianza. Dentro de sus paredes, un legado se transmite de generación en generación de la paz, la justicia y la fuerza. Pero ese legado se puede romper. A veces los mayores enemigos pueden elevarse desde dentro...

Lorian Nod es un aprendiz de Jedi prometedor. Un padawan llamado Dooku es su mejor amigo. Bajo la atenta mirada de Yoda, se están preparando para convertirse en Caballeros Jedi. Dooku sabe que su destino está entrelazado ... sin embargo, no está preparado para un giro de los acontecimientos que revelan el lado oscuro para él, por primera vez.

Años más tarde, Dooku es un Maestro Jedi y Lorian Nod es un paria de la piratería. Con un deseo de venganza imprevisto, Dooku trabaja para frustrar a su antiguo amigo, incluso si esto significa cruzarse con su propio aprendiz de Qui-Gon Jinn ... Cuando el propio Qui-Gon se convierte en un Maestro Jedi, el espectro de Lorian Nod todavía acecha. Como Qui-Gon y Obi-Wan Kenobi luchan por encontrar su lugar como Maestro y Padawan, deben trabajar juntos para prevenir una amenaza interplanetaria, y para burlar a un enemigo muy familiar ...

Durante las Guerras Clon, Lorian Nod quiere jugar un papel fundamental en la lucha de la República para mantener el control de un planeta estratégico. Por un lado, Obi-Wan y su aprendiz, Anakin Skywalker, deben decidir si pueden confiar en una figura tan infame. Por otro lado, el ahora comprometido Conde Dooku tiene una cuenta pendiente contra de su antiguo némesis ...


CAPÍTULO 8

El piloto miró a Dooku—. Responda a eso —dijo Dooku acercándose suavemente por detrás.  —pero no se identifique.
—Reconocemos su transmisión —dijo el piloto—. ¿Cuál es su situación?
En la respuesta, los sollozos llegaron por el aire. —. .. No pensé que alguien me escucharía..—. El piloto contempló a Dooku otra vez—. Esto suena real.
Dooku asintió con la cabeza. Sonó real. Solo que eso no quería decir que lo fuera.
El tono del piloto era más cortés ahora—. Díganos qué pasó, así podremos ayudarle.
La respiración era tan temblorosa que podían escucharla claramente.
—Fuimos atacados por un pirata del espacio. Nuestra nave estaba bajo fuego cruzado. El piloto está muerto. Mi padre..—. Un sollozo vibró, y luego casi podían oír el esfuerzo de la niña por controlarse—. Ellos se lo llevaban. Pero él se opuso, y lo mataron.
—Identifíquese, por favor —dijo el piloto.
—Soy Joli Ti Eddawan, hija del Senador Galim Eddawan de Tyan. La voz tembló—. La nave deja de operar. Todas las luces del sistema de advertencias parpadean. ¿Qué debo hacer?
¿Quién más vive a bordo?
—Están todos muertos—. Su voz temblaba.
—Ese ataque sucedió hace horas —dijo Eero—. ¿Conoces el planeta Tyan? preguntó Dooku.
Eero asintió con la cabeza—. Es un planeta del Borde Medio, creo. Parte del Sistema Vvan.
No conozco a los senadores de allí.
¿Puedes averiguar sobre el paradero del Senador Eddawan? — preguntó Dooku.
—Necesitamos detenernos —dijo el piloto—. Pero los sistemas están fallando...
Dooku se dirigió a Eero—. ¡Ahora! —dijo, cuando Eero vaciló—. ¡Ve!
Eero se apresuró hacia la sala de la computadora de abordo. Se sentó y sus dedos volaban sobre las teclas.
¿Hola? —La voz de la niña llamó—. Pienso que el soporte de oxígeno tal vez está fallando. Está en nivel rojo. Se me hace difícil respirar.
¡Maestro Dooku! —Exclamó el piloto—. ¿Qué debo hacer?
 
—La orden es la misma —dijo Dooku serenamente—. Deténgase—.
¡Pero ella se asfixia!
—Hable con ella —dijo Dooku—. Dígale que nos preparamos para abordar la nave.
—Joli, espera. Prepararemos un plan juntos—. dijo el piloto amablemente
—. Respira lentamente y recuéstate.
Solamente escucharon una respiración ronca—. Está bien —dijo Joli—.
Estoy tan cansada...
—La falta de oxígeno —murmuró Qui-Gon.
Dooku hizo un gran esfuerzo para no molestarse. No necesitaba que Qui- Gon le diera un diagnóstico—. ¿Eero, tienes algo? —llamó.
¡Aún no! Espera un momento.
¡Estrellas y planetas, Maestro Dooku, debemos hacer algo! —imploró el piloto—. ¡Esa niña podría morir mientras usted espera información!—
Qui-Gon miraba pálido. Se mordió sus labios para no hablar. Dooku se sentía muy en calma.
—Lo tengo —dijo Eero—. El Senador Galim Eddawan de Tyan. Tiene una hija llamada Joli. Tenía programado llegar ayer al Espaciopuerto Alpha Nonce. Nunca llegó.
—Acérquese lentamente a la nave —dijo Dooku al piloto, que dejó escapar su respiración contenida—. Mantenga a distancia su flanco del centro de la nave.
—Es sólo un pequeño crucero —dijo el piloto—. Una nave como esa podría tener algunas armas cortas, pero nada que pueda penetrar nuestros escudos.
—Hágalo como le dije —contestó bruscamente Dooku.
¿Joli? Venimos a rescatarte —le dijo el piloto a la niña. Su voz era un mero susurro—. Bien.
¿Maestro? La voz de Qui-Gon era baja—. ¿Piensa usted que la llamada de socorro es auténtica?
—No lo sé, padawan —dijo Dooku—. ¿Qué piensas tú?
—Siento que la niña está en gran peligro —dijo Qui-Gon.
Dooku arqueó la ceja mirándolo—. No te pregunté lo que sientes, sino lo que piensas. El empeño de los Jedi en usar los sentimientos era bueno y sano, pero Dooku prefería el análisis.
—Pienso que deberíamos proceder con cautela. No podemos ignorar una señal de socorro —dijo Qui-Gon.
—Es preferible. Dooku se dirigió al piloto—. Emplee el sistema de rastreo de cañones láser y prepárese para disparar.
El piloto fijó los controles. La nave plateada se acercó elegantemente, como si iniciara el primer movimiento de un baile. La otra nave permanecía misteriosamente inmóvil.
 
—Ubíquese fuera del alcance de los cañones láser —dijo Dooku—. Pero si no nos acercamos más, no podremos enviar la lanzadera de abordaje —dijo el piloto.
—Solo hágalo—. En otras circunstancias, Dooku mismo tomaría los controles. Confió en las habilidades del piloto más que en su juicio, y quería permanecer con libertad de movimiento en caso de que algo inesperado ocurriera. En la experiencia de Dooku, a menudo esto sucedía.
Repentinamente, la nave inerte volvió a la vida con un rugido. Viró a la derecha en una aceleración. Al mismo tiempo, los paneles se replegaron debajo de la cabina del piloto.
¡Turbolásers! —gritó Dooku—. ¡Ponga en reversa los motores! —
¿Turbolásers? —preguntó el piloto aturdido—. ¡Esa nave es muy pequeña para tener semejante potencia de fuego!
Dooku se abalanzó y tomó los controles. Puso en reversa los motores por sí mismo. La nave se estremeció y los motores emitieron un chillido en señal de protesta cuando lucharon para retroceder a alta velocidad. La nave, inclinando su parte trasera verticalmente, respondió poniéndose fuera de alcance.
—Una lección para ti, padawan —dijo Dooku cuando el piloto volvió a tomar los controles y el primer fuego del turboláser hizo explosión—. Nunca confíes en nada.
La nave se sacudió ante la onda expansiva del disparo, pero estaban fuera de alcance. El senador Blix Annon entró precipitadamente en la cabina del piloto—. ¿Qué sucede?
—Vinimos en ayuda, ante una señal de emergencia —dijo Eero, agarrándose del respaldo de una silla mientras la nave se zambullía y volvía a subir en acción evasiva. —Aparentemente era una emboscada.
¡Aparentemente! —bramó el regordete senador—. ¿Qué hacemos respondiendo a llamadas de emergencia? ¿Quién autorizó esto?
—Yo lo hice —dijo Dooku—. Usted puso a los Jedi a cargo cuando solicitó que lo escoltáramos, Senador.
El senador agitó su pelo cuidadosamente organizado, pasando sus dedos a través de él airadamente — ¡No autoricé misiones de rescate! —La nave dio tumbos, y casi se cayó—. Detenga esta ridícula maniobra. Nuestros escudos de partículas nos protegerán—. dijo bruscamente al piloto.
—Tendremos que bajar los escudos de partículas para disparar los cañones láser —dijo Dooku.
—Me doy cuenta de eso —espetó el Senador, comenzando a verse algo nervioso.
¿Eero?
—También tenemos un escudo de energía, para protegernos del fuego del turboláser —le conformó Eero.
—Desde luego —dijo el Senador—. me doy cuenta de eso, también.
—Hay una diferencia entre un escudo de partículas y un campo de
 
energía, que estoy seguro usted conoce —dijo Dooku cuando una explosión sacudió la nave—. El escudo de energía no nos protegerá contra cañones láser. Y no podemos accionar ambos escudos simultáneamente. Eso quiere decir que tendremos que ir alternando cuando ataquemos.
—Deje de decirme cosas que ya sé y hágalas —ordenó el senador. Era obvio para Dooku que, a pesar de sus palabras, el Senador Annon no tenía idea de cómo funcionaban sus sistemas defensivos y ofensivos. Realmente no había razón para que debiera saberlo, excepto porque probablemente había pagado una fortuna por ellos.
Los cañones láser dispararon cuando la nave se acercó amenazante. El piloto los envió en una zambullida pronunciada, y los disparos de los cañones fallaron por unos metros.
—Nos pueden dominar con astucia —le dijo el piloto a Dooku—. Su nave es más pequeña y más rápida...
Como para ponerle signos de puntuación a sus palabras, una explosión repentinamente golpeó la nave, y casi los tiró al suelo.
¿Qué fue eso? —gritó el senador.
—Un disparo frontal —dijo el piloto lacónicamente—. Otro como ése y estaremos en problemas.
¿De qué hablas? ¡Tenemos un casco de triple blindaje! No puede ser atravesado.
—Pues bien, este puede —dijo el piloto.
—Esta clase de potencia de fuego está reservada usualmente para acorazados —dijo Dooku—. La nave atacante debe ser un diseño personalizado, adaptado a versiones a baja escala de éstos.
Repentinamente se inclinó y empezó a golpear los controles desesperadamente—. ¡El escudo de energía funciona mal!—
Los ojos de Qui-Gon parpadearon a su Maestro. Supieron que eso marcaría la diferencia.
—Entonces, es mejor pasar a la ofensiva —dijo Dooku serenamente.
—Senador, debería escoltarle al Cuarto de Seguridad —repitió Eero—.
 
Ahora.
 

El senador parecía pálido. Su mano ondeó y agarró su pecho.
—Apenas creo que eso sea necesario...
Una explosión sacudió repentinamente el puente, echándolos a volar.
 
Dooku se agarró de la consola y logró quedarse en pie, pero el Senador y Eero trastabillaron sobre el piso. Qui-Gon cayó pero se sujetó a la base del asiento del copiloto.
La nave atacante subió en forma vertical hacia la izquierda, lista para asestar otro disparo. Era ágil, acercándose rápidamente y retirándose, llegándoles desde todos los ángulos, convirtiéndola en un objetivo persistente. La nave del senador, por contraste, era ahora una bestia pesada. Dooku podía ver un penacho de humo saliendo del vientre de su nave. El intenso calor hacía que el escudo pelara el casco en brillantes tiras de metal.
—Perdimos uno de nuestros cañones láser —reportó el copiloto.
—Es mejor que vaya a ese Cuarto de Seguridad, Senador —dijo Dooku cuando otra explosión sacudió la nave.
El senador no discutió esta vez. Eero y el Senador Annon, se tambaleaban mientras se marchaban.
¿Has notado algo inusual, Qui-Gon? —le preguntó Dooku a su aprendiz.
Qui-Gon asintió con la cabeza—. La nave ataca cada vez que dejamos caer el escudo de partículas, para dispararle a nuestras armas. Eso requeriría reflejos increíbles de parte de quienquiera que tenga los controles. Ni siquiera una computadora de a bordo podría tener esa clase de velocidad y precisión. Nunca he visto algo como eso.
Dooku inclinó la cabeza—. Ni yo.
¡Han bombardeado las puertas de la bahía de embarque! —gritó el
piloto.
¡Van a abordarnos!
 

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